Audiencia Nacional

Alfonso Guevara un juez en el punto de mira

No es la primera vez que el juez Alfonso Guevara provoca la excarcelación de un etarra.

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MADRID- Si a lo largo de esta semana el magistrado de la Audiencia Nacional ha copado los titulares de la prensa nacional e internacional por la puesta en libertad de Antonio Troitiño –decisión que el pasado martes tuvo que revocar al estimar el recurso de la Fiscalía para aplicar las redenciones pena a pena, y no sobre el cómputo de los 30 años que se puede permanecer como máximo en prisión–, en los últimos años no pocas decisiones suyas han suscitado reacciones de la opinión pública, sobre todo por parte de las asociaciones de víctimas del terrorismo.

La Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia, que Guevara preside –formada además por Guillermo Ruiz Polanco y Clara Bayarri– excarceló en libertad provisional a los etarras Juan Mari Mendizábal y Juan Pablo Diéguez, condenados en 2007 a 13 y 11 años de prisión, por padecer trastornos de sueño. A Elena Beloki, responsable de comunicación del aparato internacional de ETA, condenada en el mismo juicio que los anteriores, se le concedió la libertad provisional para someterse a una inseminación artificial. Asimismo, el pasado año confirmó la puesta en libertad bajo fianza de 30.000 euros del ex secretario general de LAB, Rafael Díez Usabiaga, que el juez Garzón permitió para que cuidara a su madre.


Famoso por sus interrogatorios
A pesar de estos datos, Guevara, de 55 años de edad, no tiene precisamente fama de ser beligerante ni con los terroristas. Tampoco con los testigos o procesados. Todo lo contrario. El magistrado, que intervino en el juicio contra De Juana Chaos y en el del 11–M, no dudó en reducir a los etarras más agresivos, como «Txapote» o Iñaki Bilbao, que lo amenazaron durante un juicio con «arrancarle la piel a tiras». Guevara calificó el espisodio de «ridículo» y «patético».

Ya en sus comienzos apuntaba maneras. Juez desde 1979, en los Juzgados de Instrucción de Madrid constituyó su juzgado en el portal de un inmueble madrileño para interrogar a unas prostitutas. También mandó detener al periodista Pedro J. Ramírez, siendo director de «Diario 16», por desoír una citación como testigo. En 1990, procesó a la ex directora de RTVE, Pilar Miró, como presunta autora de un delito de malversación al cargar sus gastos de vestuario a la cadena.

Su temperamento le ha llevado a que se le acuse, en ocasiones, de ser «agresivo» e «histriónico» en sus interrogatorios. El pasado año, en el juicio contra los presuntos autores de la T–4, varios abogados se quejaron de su «falta de sensibilidad» respecto a una de las madres del joven ecuatoriano muerto. «Míreme a mí, ésta es la cara que tienen que ver, no tengo otra». No obstante, sus compañeros de la Audiencia sólo le reservan elogios. «Es una persona muy afable y jamás ha tenido un problema con ningún magistrado», comentan.