Europa

Londres

Gozoso maratón sinfónico

Ciclos Musicales de la CAM. Obras de Mozart, Suk, Wagner, Gruber y Dvorak. Solistas: P. L. Aimard (piano) y H. Hardenberger (trompeta). Sinfónica de Londres. Director: D. Harding. Auditorio Nacional. Madrid, 27 y 30-V-2010.

La Razón
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Hace escasos meses acudía el todo Madrid musical a escuchar a Daniel Harding, pues se consideraba que iba a ser el nuevo director musical del Teatro Real si venía Lissner como director artístico. En ésta su siguiente visita, ya no estuvo presente nadie de aquellos. Así es la vida. Sin embargo, Harding (Oxford, 1975) ha dirigido dos conciertos de planteamiento muy interesante y resultados más que notables.En el primero de ellos, tras el «Concierto n.21 KV.467» de Mozart con un académico Pierre-Lautent Aimard al piano, se abordó una obra prácticamente desconocida para todo el mundo: la «Sinfonía n. 2, Asrael» de Josef Suk (1874-1935). Su música mantiene lazos con la de su yerno Dvorak –uno de cuyos motivos del «Requiem» emplea expresamente–, pero también de Shostakovich y Mahler. Con el primero en los inicios y con el segundo en el final. Partitura dramática unida por sentimientos de dolor que, como apunta Luis Suñén en las notas al programa de mano, quizá pudo nacer en Madrid. El segundo concierto trajo una superficial lectura del «Preludio y muerte de Isolda» wagneriano falto de intensidad y tensión, y otra obra que casi era estreno en España: «Aerial, concierto para trompa y orquesta» de HK Gruber (Viena, 1943), de innumerables dificultades para el solista –un extraordinario Hakan Hardenberger, que hubo de alternar trompeta tradicional con la piccolo– y connotaciones jazzísticas, en la que se demuestra que se pueden escribir cosas de gran factura con lenguajes aún personales y sin ahuyentar al público. Su final, una espectacular danza, resulta arrebatador.

Completó la sesión una visión de enorme energía, casi grandilocuente, de la «Séptima» de Dvorak, muy distinta a la de un Giulini, por citar a un director de referencia en la pieza, pero que no dejó de interesar en momento alguno.Alfonso Aijón tuvo la generosidad de colocar, en medio de ambos conciertos, otros dos en los que brindó oportunidades a artistas españoles. Tocaron Rosa Torres Pardo y Adolfo Gutiérrez, bajo direcciones de Gloria Ramos y Pablo González. Un experiencia sin duda magnífica para los cuatro al trabajar con una orquesta que es una de las mejores de Europa, cuyo sonido volvió a admirarnos una vez más.