Albacete

Todos primos

La Razón
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Quien tiene un amigo tiene un tesoro, pero el que tiene un primo lo que tiene es un problema gordo como la boya de una playa. Esto lo sabe bien Pepe Blanco y lo sé yo, queridos amigos. Mi madre, que siempre ha considerado que por la familia lo que sea (incluido el envío de la cabeza de un poni muerto), también lo sabe. Por la familia y por los paisanos, porque hubo una época, recién llegada servidora a Madrid, en la que mi madre me mandaba a visitar a todos los enfermos de Albacete ingresados en el Hospital Ramón y Cajal. «Y, por favor, sé simpática, que tú eres muy sota». Total, que ya me veían Vds. por los pasillos del centro, a veces vestida con bata y mascarilla, preguntando por un apellido. «¿No le suena nadie con este nombre? ¿Y alguien de Albacete, quizá?».

Un día me llamó mi santa madre por teléfono. «Oyes, que llames a Leticia Sabater, que el niño de tu prima quiere la bici que está rifando». Leticia Sabater presentaba entonces un programa para jovencitos mítico y de culto en el que mientras entonaba el «Leti Rap» (Ponte una gorra para empezar / y cálzate unas Alpe guay guay de verdad), la muchacha le alegraba anticipadamente las pajarillas a media adolescencia española.

De aquellos polvos estos lodos, y de aquellos lodos estos presentes, y no doy más detalles porque hay niños mirando. El caso es que Leticia rifaba bicis y a una prima mía no se le ocurrió otra cosa que atar cabos y llegar a la conclusión de que, hombre, muy mal se tenía que poner la cosa para que yo no le pudiera echar una manita a su nene y conseguirle un atajo. Pasado un tiempo yo le hice una entrevista a Leticia Sabater, porque ya saben Vds. que yo hago periodismo valiente dirigido a la verdad, así que hay testimonio de nuestros saludos mutuos.

Imaginen por un instante que mi prima se pone burra, se planta en Madrid, queda conmigo en una gasolinera de esas en las que ya se pueden comprar Miguelitos de La Roda y liebres cazadoras disecadas y se empeña en que nos tomemos un café de máquina con un cuerno de chocolate «mojao». Imaginen que me bajo de mi coche (si tuviera coche, es un poner) me encuentro a mi prima que sigue detrás de la bici y con la que he quedado para no parecer una sota, me encuentro a Leticia Sabater y la saludo cordialmente para no parecer una sota, se entera hasta Perry Mason, nos vamos a tomar un pepito de ternera y un Bitter Kas, y al cabo de un tiempo Leticia dice que mi prima y yo le sacamos la bici a cambio de borrar de nuestros favoritos su «Leti Rap». Un poquito de presunción de inocencia, oigan.