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Las otras malas calles

Dirección y guión: William Monahan, según la novela de Ken Bruen. Intérpretes: Colin Farrell, Keira Knightley, Ray Winstone, David Thewlis. Duración: 103 min. USA/GB, 2011. Thriller.

Escena de «London Boulevard»
Escena de «London Boulevard»larazon

La película aspira a ser un cóctel deliberadamente extraño de referencias cultas y excesos «neonoir». Si aceptamos el reto, deberemos creer en que existe una versión post-adolescente de Gloria Swanson que, oculta tras sus gafas de sol, exhibe su rendida admiración ante la obra de Bacon. Deberemos comulgar con ruedas de molino viendo a Farrell en su sempiterno intento de imitar a Steve McQueen como epítome de lo «cool». Deberemos aceptar que el inevitable modelo del thriller socarrón patentado por Guy Ritchie se cuele entre las imágenes de una película cuya mayor inspiración es la magnífica «Atrapado por su pasado». Michael (Farrell) sale de la cárcel prometiéndose que nunca más se meterá en líos. Desgraciadamente, un gánster (Ray Winstone) que cita a Rilke y huele a peligro insiste en involucrarle en sus negocios sucios. Para alejarse de los bajos fondos, Michael acepta ser el guardaespaldas de una estrella en retirada (Keira Knightley), acosada por los paparazzis y encerrada en su mansión con su cínico asistente (David Thewlis, lo mejor de la función). El periplo de Michael se retuerce con un par de subtramas, pero la cinta se preocupa por retratar sus dificultades, entre la posibilidad de pecado y la redención por amor. En su ópera prima, William Monahan demuestra que ha aprendido algunas lecciones del maestro Scorsese. La banda sonora consigue evocar la atmósfera de thriller de malas calles y mafias típicas del mejor Scorsese. Winstone encarna a un gánster que parece escapado de un filme de Tarantino: un padrino de baja estofa que compensa su falta de clase con buenas dosis de amenaza. Menos convincente resulta el romance entre Farrell y Knightley, que nunca consigue librarse de sus mohines. En tiempos en los que la exposición a los medios forma parte de su trabajo, ¿resulta creíble una intérprete en la veintena que decide retirarse huyendo de los paparazzis? En la novela de Bruen, Charlotte era una actriz entrada en años, lo que hace más coherente al personaje. Pero, Knightley vende…
 

 lo mejor:
la presencia de Ray Winstone y David Theweleis sirve para animar el cotarro
lo peor:
a veces, la dosis de los ingredientes que Monahan mete en la coctelera no es la adecuada