Nueva York

Conmoción en Francia: incredulidad y teorías conspirativas

La familia socialista francesa tuvo ayer un despertar de pesadilla. La inculpación de Dominique Strauss-Kahn por «agresión sexual y tentativa de violación» contra una mujer en Nueva York enturbia las perspectivas políticas de la formación para las presidenciales de 2012.

La Razón
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El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) era el favorito de los sondeos y la esperanza de muchos votantes del Partido Socialista (PS) que confiaban en él para llegar al Elíseo y romper el maleficio que les ha tenido apartados del poder desde 1995. En las últimas semanas su entorno se afanaba en París para preparar el regreso de DSK, como habitualmente se le conoce, a la vida política francesa. Su más que probable candidatura a las primarias internas debía anunciarse en junio. Sus contrincantes declarados, Ségolène Royal o François Hollande, como el resto de los compañeros de partido, no daban crédito a la noticia.

Debatiéndose entre la estupefacción declarada por la primera secretaria de la formación, Martine Aubry, hasta la incredulidad y el escepticismo de otros barones del PS. Pero pese a la prudencia y moderación esgrimidas en las filas de la formación, resulta evidente que este escándalo, independientemente de cuál sea su desenlace, significa el fin de la carrera política de Strauss-Kahn y de sus aspiraciones presidenciales. Al menos en un plazo inmediato. La mayoría de politólogos consultados ayer coincidían en el diagnóstico. Incluso si la investigación acaba exculpándolo. «El mal ya está hecho», señalaba un analista.

Su más que probable retirada da alas a la candidatura de Hollande a las primarias de octubre y coloca en un difícil brete a Martine Aubry, con quien DSK mantenía un pacto oficioso, por el que el mejor situado en los sondeos renunciaría en favor del otro. La «número uno» socialista se convierte así en una candidata de sustitución con la compleja tarea de reunir a la familia socialista en torno a un nuevo liderazgo. El escabroso suceso supone además un mazazo para la imagen de Francia, según algunas voces conservadoras entre quienes también empezaban a surgir ayer, como en el resto de la clase política, dudas respecto a los graves cargos achacados al socialista francés. Conforme pasaban las horas cobraban más valor las teorías conspiratorias contra el director del FMI.

En cualquier caso, con DSK fuera de juego, el camino se allana para Sarkozy, que vería así desaparecer a su principal rival para la reconquista del Elíseo. Las cartas vuelven a repartirse a favor del gobernante conservador, aunque ayer por respeto a la presunción de inocencia, su partido, la UMP, y la derecha en general se abstuvieron de sacar réditos al «mayor cataclismo» de la política gala de los últimos tiempos.

Un reincidente devorador sexual
Su fama de mujeriego le precede, así como su reputación de seductor nato. Pero hasta ahora nadie había acusado de agresión a Dominique Strauss-Khan, brillante economista y socialista francés de 62 años. En 2008, tras tomar la dirección del Fondo Monetario Internacional, salía a la luz la relación extraconyugal que mantuvo con una funcionaria de dicho organismo, aunque una investigación interna le exculparía de toda sospecha de abuso de poder o de acoso.
Sin embargo, su detención ayer en Nueva York por tentativa de violación ha contribuido a sacar del silencio otros testimonios que comprometen su futuro personal y político.

Es el caso de Tristane Banon, una joven periodista y escritora, hija de una veterana socialista, que ayer acusaba al político galo de haberla agredido y tratado de violar en 2002 durante una entrevista. La presunta víctima contó los hechos hace cuatro años en un programa de televisión: «Me rompió el sujetador y trató de bajarme el pantalón», confesaba entonces sin llegar a revelar el nombre del agresor. La joven dará esta semana una rueda de prensa para mantener su acusación por unos hechos que, a día de hoy, no habrían prescrito.