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De la cripta al purgatorio

La Razón
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Autor: J. Palau i Fabre. Dirección:H. Bonnín. Reparto: R. Enríquez, C. Sanchis, A. Wagener, F. Soto, A. Ycolbazeta, X. Sevillano, Ó.Zafra, J. Esteban, P. Paso Jardiel, R. Moya, J. Codina... T. Español. Madrid.

 

En su caída última, Don Juan no muestra arrepentimiento alguno, al revés: en la muerte se abraza al demonio-mujer para vivir eternamente juntos. En vida, su desprecio era búsqueda, ansia de conquista de algo que nunca logró alcanzar. En este «Don Juan. Príncipe de las tinieblas» que ha estrenado el Teatro Español a partir de textos del poeta catalán Josep Palau i Fabre, se descubren reflexiones novedosas sobre el mito. Lo mejor de este enésimo «Don Juan» se halla en la originalidad de Palau i Fabre. Su verso es una cripta tenebrosa de dolor y mortajas morales que convierte a las mujeres en naciones conquistadas marcadas en un mapa y a los bailes de sociedad –concretamente, la de la Barcelona de posguerra– en juegos decadentes de máscaras.

Quizá se trate más de un ensayo perturbador que de una propuesta escénica atractiva. Hermann Bonnín acentúa la esencia del texto, y éste es hermoso, aunque condenadamente frío. Don Juan baja al infierno, pero el espectador pasa dos horas en un purgatorio donde la emoción no tiene cabida. Todo es demasiado simbólico y cerebral. Un parqué combado por toda escenografía –acompañan puntualmente demonios erectos que descienden del techo o enormes pies cruficados– abunda en esa aridez. Bonnín deja espacio a sus actores, pero éstos no pasan de la corrección. Roberto Enríquez se entrega al máximo, aunque al personaje de Don Juan se le debe pedir más personalidad que una máscara cínica. Destacan Clara Sanchis y Ana Wagener, o la dolida Elvira de Anna Ycolbazeta. Ninguno sin embargo escapa al frío espectral que se apodera del latido de la función.