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Irak

Irak se prepara para otro fin de semana sangriento

Cerca de 30 muertos tras la quema del consulado iraní en Nayaf en una nueva oleada de indignación popular. La violencia arrasa el sur del país

Iraqi demonstrators burn tires to block a street during ongoing anti-government protests in Najaf
Protestas en Nayaf este juevesALAA AL-MARJANIReuters

Desde hace más de 60 días, miles de jóvenes enojados piden un cambio profundo en Irak, no solo del Gobierno actual, sino de toda la clase política y del "establishment" religioso que se ha subido al tren de la política. Desde 2003, el país ha sido un semillero de corrupción y de sectarismo, de asesinatos bajo la bandera de la religión.

Sus demandas no sólo exigen mejoras de los servicios, sino que piden un país que se gobierne a sí mismo sin las injerencias de Irán o de Estados Unidos. En este sentido, el incendio del consulado iraní en la ciudad santa de Nayaf en la noche del miércoles es un mensaje claro de los iraquíes contra la tutela de Teherán.

La legación diplomática iraní se consumió en llamas mientras los manifestantes se enfrentaban a las fuerzas de seguridad. Los disturbios, que se alargaron hasta altas horas de la noche en la ciudad sureña, se saldaron con la muerte de al menos 16 manifestantes y otros 90 resultaron heridos. La violencia se extendió ayer a la vecina Nasiriya, con un balance de 27 muertos y cientos de heridos. La sangrienta represión de las fuerzas del orden contra los manifestantes llevó al primer ministro iraquí, Adel Abdel Mahdi, a destituir al comandante militar que había nombrado pocas horas antes para restablecer el orden en esta ciudad.

Teherán condenó firmemente ael ataque deliberado a su consulado ayer y pidió una respuesta “responsable, firme y efectiva” del gobierno iraquí, en palabras del portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Abbas Mousavi.

En respuesta, el Ministerio de Exteriores de Irak advirtió en un comunicado de que el incendio del consulado iraní fue obra de “personas ajenas a los auténticos manifestantes” y agregó que el objetivo había sido dañar a las relaciones bilaterales entre los países.

No obstante, la quema de la legación iraní no ha sido el primer incidente de este tipo. Hace menos de un mes, los manifestantes prendieron fuego al consulado de Kerbala, la otra ciudad santa de la comunidad chií. A estos incidentes cabe añadir los “Cables de Irán” publicados recientemente por "The New York Times", que ha calentado más los ánimos de los manifestantes.

Ni la represión policial ni los toques de queda han logrado amainar las protestas, que siguen desafiando al Ejecutivo iraquí y a las fuerzas del orden. Los manifestantes han cortado carreteras para impedir el desplazamiento de refuerzos militares hacia el sur del país, epicentro de las protestas.

Prácticamente, la vida en el país está casi paralizada, especialmente en el sur, donde los colegios permanecen cerrados desde hace semanas y las dependencias oficiales que no han cerrado sus puertas exponen pancartas en el frontispicio con el mensaje "cerrado por orden del pueblo".

El movimiento joven de las protestas que comenzó el 1 de octubre ha dejado hasta la fecha más de 380 muertos y 15.000 heridos, según un balance compilado por agencias de noticias y ONGs independientes a falta de datos independientes. Ante el recrudecimiento de la violencia, las autoridades han recurrido a las fuerzas de seguridad, que están empleado munición real y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.

Mientras, el clérigo chií Muqtada al Sadr y sobre todo el ayatolá Alí al Sistani -máxima autoridad religiosa chií- han apoyado las protestas y se han distanciado de Teherán. Al Sadr pidió en un comunicado la dimisión del Gobierno de forma "inmediata" y lo calificó de "puramente corrupto". "Aconsejo al Gobierno que renuncie de inmediato para detener el derramamiento de sangre (...), si el Gobierno no renuncia, este es el principio del fin de Irak", declaró Al Sadr.

Asimismo advirtió de que el país ha caído "en las mandíbulas de los corruptos y en los caninos de algunos manifestantes fanáticos". El clérigo ha apoyado al Gobierno de Abdelmahdi, que contó con el respaldo de la coalición parlamentaria Sairún, apadrinada por el líder religioso y que fue la más votada en las elecciones de mayo de 2018.