Irán
Irak, condenado a ser el escenario de la guerra entre Estados Unidos e Irán
Por primera vez Teherán ha lanzado misiles desde su territorio contra objetivos de Washington, un ataque directo contra el “Gran Satán”
En esta ocasión los misiles volaban en la dirección opuesta, pero el lugar –e incluso la hora– volvía a ser el mismo. Tras el ataque iraní a dos bases en Irak con tropas estadounidenses, los iraquíes volvieron a despertarse con una noticia que ya suena familiar.
Una vez más, su país se había convertido en el escenario donde Washington y Teherán habían decidido librar, sin que se les hubiera invitado, su particular batalla. Consciente de que tiene poco más que las palabras a su disposición, el primer ministro de Irak, Adel Abdul Mahdi, criticó en un comunicado que el ataque suponía una violación de la soberanía iraquí. Una fórmula que ya había empleado, en vano, para referirse al bombardeo que acabó con la vida del general Qassem Suleimani.
«Claramente, Irak está colocada entre la espada y la pared, lo que no resulta envidiable», desliza a LA RAZÓN Farhad Alaaldin, antiguo asesor de los presidentes iraquíes Barham Saleh y Fuad Masoum entre 2014 y 2018. «El conflicto entre Irán y EE UU va más allá de Irak, e incluye a muchos otros países, incluso la región entera, por lo que Irak es solo una pequeña pieza de un rompecabezas mucho más grande», agrega el ahora director del Consejo Asesor Iraquí, institución que brinda asistencia a políticos del país.
Esta vez, sin embargo, Bagdad no se ha quedado de brazos cruzados. El pasado domingo, el Parlamento aprobó, a pesar del boicot de los miembros chiíes y kurdos de la Cámara, una resolución no vinculante que pedía al Gobierno expulsar a las tropas extranjeras del país, un movimiento que haría las delicias de Teherán, como ya han reiterado en los últimos días sus principales autoridades.
Por ahora, la OTAN ha suspendido el entrenamiento del Ejército iraquí para no poner en riesgo a sus soldados, y la coalición contra el Estado Islámico liderada por EE UU ha interrumpido también sus operaciones hasta nuevo aviso. Sendas interrupciones se han producido mientras países como Alemania, Canadá, Croacia o Eslovaquia han empezado a replegar tropas, particularmente las de Bagdad y alrededores.
La expulsión oficial de estas tropas, incluidos los más de 5.000 efectivos estadounidenses que se encuentran en el país en el marco de una misión iniciada en 2014 de apoyo a las fuerzas iraquíes, reforzaría no solo la influencia de Irán en el país, sino que daría alas al Estado Islámico, muy activo en algunas zonas de Irak.
Por estos motivos, que la expulsión solicitada por el Parlamento iraquí se acabe llevando a cabo es aún una incógnita. A corto plazo, y con la presión de Irán por lo alto, no se contempla que las tropas americanas puedan irse.
La resolución legislativa, además, no daba ninguna fecha límite al Gobierno, que debido a su debilidad y división podría tener dificultades para aplicarla. Y tampoco está claro si otros acuerdos de cooperación militar con Estados Unidos se verían también automáticamente afectados.
«La cuestión de la expulsión de tropas es un asunto aún en marcha, [ya que] no existe una decisión del Gobierno hasta ahora que pida formalmente a las tropas [extranjeras] que se vayan», explica Alaaldin, que nota que existen «diferentes opiniones entre los líderes políticos [iraquíes] con respecto a la presencia de tropas [en el país]». «Hay quienes creen que la coalición está brindando un apoyo vital para Irak, que están protegiendo al país de la agresión externa, mientras otros piensan que pueden seguir adelante sin las fuerzas de la coalición, que las ven como el origen de los problemas de Irak», detalla.
El ataque ejecutado por Irán también supone un cambio de táctica respecto a la forma con la que había optado por atacar los intereses de EE UU y sus aliados. Hasta ahora, había recurrido casi siempre a grupos afines en la región, incluido en Irak, para lanzar los golpes, mientras que el bombardeo se efectuó desde su territorio.
La decisión, que pone de manifiesto la capacidad del país para atacar blancos por su cuenta, supuso también una exhibición de sus misiles balísticos, que representan el principal armamento de su arsenal.
Según se habían hecho eco algunos medios en los últimos días, la decisión de imprimir el sello de Irán en el ataque provenía directamente del líder supremo del país, el Ayatolá Ali Jamenei, quien habría optado por esta inusual vía para vengar la muerte de su fiel aliado, amigo y, para muchos, número dos en la jerarquía del poder iraní, Suleimani.
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