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Partido Demócrata

La quiniela de Putin: Sanders frente a Trump

Injerencia rusa en las primarias demócratas. Los servicios secretos de EE UU alertaron al senador de Vermont de que el Kremlin trataba de intervenir para favorecer su candidatura y asegurar la reelección del actual presidente

Los aspirantes demócratas se muestran en televisión en un bar en un casino durante el Debate de Nevada en Las Vegas, Nevada, el miércoles 19 de febrero de 2020. (Jeremy Hogan)20/02/2020 ONLY FOR USE IN SPAIN Jeremy HoganJeremy Hogan

Las primarias demócratas han dado un giro inesperado esta semana en el estado de Nevada. El noveno debate televisado con los cinco candidatos más fuertes de la carrera demócrata hacia la Casa Blanca se convirtió finalmente en un debate a 6 con la participación de última hora del multimillonario Michael Bloomberg y con una nueva amenaza de interferencia rusa sobrevolando el proceso electoral.

El resultado de una encuesta publicada horas antes del debate demócrata de la noche del miércoles posicionó a Bloomberg, con el 19% de los votos demócratas e independientes, en una sorprendente segunda posición que lo calificaba para participar, tan sólo por detrás de Bernie Sanders, que obtuvo el 31% del apoyo. Sanders recuperaba el rol político que le fue arrebatado en las primarias de 2016 contra Hillary Clinton, pero tampoco en esta ocasión se librará de la injerencia rusa que ahora, al parecer, lo quiere proclamar ganador. Funcionarios estadounidense informaban al senador por Vermont que Rusia intenta influir en su campaña presidencial como parte de un esfuerzo por ayudarle en la contienda demócrata.

Ya lo advirtió la oficial de seguridad electoral, Shelby Pierson, durante una sesión informativa en el Comité de Inteligencia de la Cámara Baja la semana pasada. La amenaza de Rusia y su influencia en un proceso electoral estadounidense volvía a hacerse realidad. Según el servicio de inteligencia de EE UU, Rusia quiere que Trump vuelva a ganar las elecciones. Pero, antes de que eso suceda, la injerencia rusa también abarcará las primarias demócratas con la intención de hacer de Sanders el candidato que rete a Trump en las presidenciales de noviembre.

Aunque el Kremlin, a través de su portavoz Dmitri Peskov, niegue estas alegaciones asegurando que «son anuncios paranoicos que, para nuestro pesar, se multiplicarán a medida que nos acerquemos a las elecciones. Naturalmente, no tienen nada que ver con la verdad», no es la misma constancia de los servicios de inteligencia de EE UU.

Tanto el presidente Donald Trump como los congresistas del Capitolio de EE UU han sido informados sobre esa injerencia rusa para que Sanders gane las primarias. Funcionarios, en condición de anonimato, informaron al candidato demócrata que lidera todas las encuestas, aunque no ha trascendido la forma exacta de esa asistencia rusa. «No me importa, francamente, quién quiere Putin que sea presidente», publicó Sanders en un comunicado al conocer la noticia. «Mi mensaje a Putin es claro: no te acerques a las elecciones de EEUU y, como presidente, me aseguraré que no lo hagas».

Fiscales estadounidenses ya encontraron esfuerzos de Rusia por usar las redes sociales en las presidenciales de 2016 para impulsar la campaña de Bernie Sanders contra Hillary Clinton y perjudicar a su rival política, así como sembrar indecisión y caos entre electorado para ayudar a Trump a ganar los comicios.

Al conocer la existencia de esta información, Trump se mostró más preocupado por la forma que por el fondo. No le preocupó tanto la nueva amenaza de una interferencia rusa sobre un proceso electoral estadounidense, sino que los demócratas -que cuentan con mayoría en la Cámara de Representantes, donde se ha destapado la advertencia - pudieran obtener ventaja al conocer esa información para su propio beneficio. Como consecuencia a ese malestar, Trump anunció este miércoles el relevo de Joseph Maguire, quien ha estado al frente de las 17 agencias de inteligencia y espionaje del país, sustituyéndolo por Richard Granell, hasta ahora embajador en Berlín y gran aliado del presidente. Una decisión que entrará en vigor oficialmente el 11 de marzo sin haber contado con la aprobación del Senado y que no estará exenta de polémica por la escasa experiencia en espionaje del elegido de Trump.

Pero, mientras tanto, las Caucus de Nevada se celebran entre luces y sombras este fin de semana, bajo la confirmada injerencia rusa, el sorprendente efecto «Bloomberg» y, muy especialmente, el que podría considerarse como «termómetro de la diversidad». Y es que, por primera vez en este proceso de primarias, toda la atención va a estar centrada en el impacto que pueda tener el voto latino. Si hasta ahora los estados de Iowa y New Hampshire representaban una mayoría de votantes blancos, Nevada cuenta con un 19% de votantes latinos, representando uno de los estados más diversos del país y convirtiéndose en la primera gran prueba de fuego para replicar a nivel nacional el impacto de este relevante grupo social en crecimiento.

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