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México, ante el coronavirus: “Sólo pararemos si el Gobierno nos obliga, vivimos al día”

Millones de mexicanos trabajan en la calle -la economía sumergida supone un 22,5% del PIB nacional- con las restricciones sus negocios se resienten y se han convertido en el sector más vulnerable

Recién hechas, humeantes, las bandejas llenas de guisados están listas sobre el mostrador para que la legión habitual de clientes disfrute el almuerzo, pero la jornada se presenta negra. Pasan unos minutos de las once de la mañana y aún no ha llegado nadie. “La gente ya no quiere comer tacos”, dice preocupado Orlando García desde el otro lado del puesto callejero tratando de buscar explicación al repentino bajón. Otro día a la misma hora estaría sirviendo raciones sin descanso. Unas horas antes, a primera hora del pasado martes, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador había anunciado que el país entraba oficialmente en la fase 2 del coronavirus. El gobierno anunciaba más restricciones y el efecto se empezaba a notar en la calle.

“Tal vez escucharon la noticia y se espantaron”, dice el vendedor con la cara tapada por una mascarilla negra que trabaja cerca de la acomodada colonia Condesa. Se nota que el virus le preocupa y quiere tomar todas las medidas de higiene posibles, pero lo que le quita el sueño de verdad es que dejen de entrar los ingresos. Reconoce que en los últimos días se venía vendiendo menos , pero hoy es peor, un erial.

Orlando, como millones de mexicanos trabaja en el llamado sector informal, la economía sumergida, que en México genera el 22,5% del PIB nacional. Son los más afectados por la pandemia y las restricciones.

En México hay registrados hasta el momento 401 casos confirmados y cinco muertos, datos similares a los que presentaba España el 7 de marzo (430 casos y 8 muertos).

Con la reciente entrada en la fase 2, que significa que han comenzado los contagios internos, las autoridades mexicanas han pedido a todas las empresas y organizaciones suspender todo trabajo que implique un desplazamiento, aunque no dieron detalles de cómo lo van a hacer o si habrá sanciones. También se decretó que los trabajadores mayores de 60 años queden exentos de acudir a trabajar en el sector público y privado, así como las embarazadas y enfermos crónicos de diabetes, problemas cardiacos y respiratorios.

Las medidas apenas se acuerdan de los millones de mexicanos que trabajan en la informalidad. López Obrador dijo que se concederían un millón de créditos a micronegocios, como pequeños comercios, taxistas, fondas y taquerías por valor de 950 millones de euros, que deben devolver a un interés del 6,5 %. Un portavoz de la Secretaría de Economía dijo a La Razón que esta línea de crédito, conocida como “Tandas para el Bienestar” estarán disponibles también para negocios informales, sin registro legal, aunque no ofreció detalles.

Pendiente del virus y del Gobierno se encuentra Alex Vargas, que vende aguacates en el mercado callejero de los martes en el céntrico barrio de Escandón, en el que conviven clases medias y populares. Cada día viaja con sus padres desde Tulancingo, a dos horas en coche de la capital y montan el puesto en una zona distinta. Con la calle medio vacía el negocio familiar se resiente. Está vendiendo menos, el montón de aguacates está hasta arriba y las cuentas no salen.

Aunque por el momento en México no se ha decretado una cuarentena, como han hecho otros países de América Latina, la recomendación de permanecer en casa golpea directamente a los trabajadores más humildes, que ejercen su actividad en la calle. “Si nos obliga el gobierno cerraremos, pero mientras aquí seguiremos porque vivimos al día”, dice Vargas, que vende el kilo de aguacate a 55 pesos, menos de 2 euros.

México, donde la mitad de sus 123 millones de habitantes son pobres, está tratando de demorar lo máximo posible medidas extremas como el confinamiento con el objetivo de salvar la economía, sin embargo se está olvidando de una parte enorme de su motor productivo. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 56,7% de la población ocupada trabaja en condiciones de informalidad, sin los registros básicos o sin la debida protección legal para las relaciones laborales.

Las empleadas domésticas son otro sector emblemáticos de la economía informal y uno de los más golpeados por esta crisis. En México hay 3,2 millones de personas con esta actividad, el 90% mujeres y el 98% sin contrato según el Consejo Nacional para prevenir la discriminación (CONAPRED) un órgano estatal y muchas se han quedado sin trabajo de un día para otro.

Rosa León trabaja limpiando en tres casas diferentes en colonias clasemedieras, de lunes a sábado por menos de 100 euros semanales. Desde hace días está parada, sus empleadores le han dicho que por el momento no vuelva, por la seguridad de todos.

Aunque está cansada de la inactividad y preferiría seguir trabajando se siente afortunada. En una de las casas han prometido mantenerle la paga íntegra mientras dure la contingencia, en otra le pagarán la mitad y en la tercera le van a dar este mes, después no sabe. Muchas de sus compañeras han corrido peor suerte y se han ido a la calle con unos pocos días de sueldo.

Se espera que la crisis sea larga en México que apenas se asoma a los días críticos. El Gobierno de López Obrador ha sido muy criticado por la tibieza de las medidas y la lentitud en aplicarlas.

Le acusan de poner la economía por delante de la salud y de restar importancia al virus con gestos histriónicos, como el día en que mostró unas estampitas religiosas como “escudo protector” ante el Covid-19. Más allá de las excentricidades del presidente, la Organización Mundial de la Salud, máxima autoridad en la materia, viene avalando la estrategia mexicana frente al virus, aunque su efecto destructor ya se está notando entre los más pobres.