OMS

China, dispuesta a una investigación “después de la pandemia”

Los 194 miembros de la OMS presionan en su asamblea mundial para aclarar cómo el virus “entró en la cadena humana". Pekín ofrece además 2.000 millones y vacunas cuando estén disponibles

Labasílica de San Pedro en el Vaticano reabrió ayer sus puertas tras una clausura de diez semanas. También lo hizo la Acrópolis de Atenas tras dos meses de cierre por la pandemia del coronavirus. Dos hechos que por simbólicos de una vuelta hacia cierta normalidad no evitaron que la Organización Mundial de la Salud (OMS) inaugurase su asamblea anual más convulsa desde su fundación en 1948. Un encuentro virtual que concluye hoy y en el que está en juego, además de la vida de cientos de personas, el replanteamiento del mundo a partir de ahora y, sobre todo, del diseño de una respuesta eficaz y coordinada a retos sanitarios como el planteado por el COVID-19.

La reunión anual se celebra en un momento en el que la OMS atrae una atención mundial casi inédita en sus 72 años de historia, por su papel coordinador y asesor en una pandemia que afecta a 4,5 millones de personas en el mundo y que ha causado más de 300.000 muertos. Algo que también la ha convertido en blanco de numerosas críticas y motivo de más para que ayer, y a pesar de que en la cita participaron 194 países, casi todos los ojos recayeran en China y en la más que fervientes tensiones con Estados Unidos, que protestó por la exclusión de Taiwán y por la incapacidad de la propia OMS.

En este aspecto, y para diluir las distintas críticas, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, calificó de «insustituible» la existencia del organismo y lamentó que «muchos países ignorasen sus recomendaciones», lo que ha provocado que el mundo «esté pagando un alto precio» como consecuencia de las distintas estrategias adoptadas por cada país.

Tedros Adhanom se defiende

La OMS «hizo sonar rápidamente la alarma» frente a la pandemia, que dejó «cruelmente a la luz» las divisiones geopolíticas, aseguró por su lado el jefe de la organización sanitaria, Tedros Adhanom. Procedentes sobre todo de EE UU, aunque también desde gobiernos como el australiano o el alemán, muchas de las críticas estuvieron dirigidas a Adhanom, acusado de haber confiado en exceso en la información que aportó China en las primeras semanas de la crisis, a principios de año. Quizá por ese motivo, el presidente chino, Xi Jinping, anunció en la asamblea que su país ofrecerá en dos años asistencia por valor de 2.000 millones de dólares para apoyar a los países afectados por la pandemia de COVID-19, en particular a las naciones pobres y subrayó que las vacunas que China consiga desarrollar «estarán disponibles como bien público global con el fin de que sean accesibles y asequibles para todos los países en desarrollo».

Sin embargo, el presidente del país donde se detectaron los primeros casos, se negó a iniciar de inmediato una investigación, como sugería la propuesta de consenso avalada por la UE. Señalado especialmente por Donald Trump, Xi se mostró partidario de una «revisión integral» de la respuesta internacional a la COVID-19 «una vez ésta haya sido contenida», bajo la supervisión de la OMS y de forma «objetiva e imparcial».

Sin embargo, aseguró que China trabajará junto al resto de economías del G20 para suspender la deuda a los países más pobres, como parte de las medidas para superar la crisis economía derivada de la emergencia sanitaria. Xi Jinping se refirió al coronavirus como «la más grave emergencia mundial de salud pública desde el fin de la Segunda Guerra Mundial» y frente a las críticas que actores como EE UU han dirigido contra China en la crisis sanitaria, afirmó que su país «ha hecho gala de una actitud abierta, transparente y responsable, compartiendo información con la OMS y los países implicados», por ejemplo a la hora de compartir la secuencia del genoma del coronavirus.

Apoyo de los socios

En medio de la polémica desatada por las acusaciones del presidente de EE UU, Donald Trump, y su decisión de retirar toda su financiación a la OMS, presidentes y ministros de Salud de decenas de países desfilaron virtualmente en la asamblea mundial para confirmar su respaldo a la organización. «La OMS son sus Estados miembros y depende de nosotros que pueda cumplir plenamente su rol en esta pandemia», dijo el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien prometió un «aumento substancial del apoyo financiero» de su país a esta entidad. Por su parte, Angela Merkel recordó que «la OMS es la organización con legitimidad en el ámbito de la salud» y que sus miembros deben trabajar para garantizar su financiación de forma duradera. Asimismo, la OMS advirtió de que la mayoría de la población mundial sigue siendo susceptible a contraer el nuevo coronavirus.

La asamblea, que concluirá hoy, tendrá en su agenda otro punto espinoso, el de incluir o no en ella como observador a Taiwán, el primer territorio del mundo en iniciar medidas preventivas contra el coronavirus y el que ha mostrado una de las gestiones más modélicas, habiendo registrado apenas 440 casos y siete fallecimientos. El Gobierno de Pekín rechaza una vez más cualquier reconocimiento a las autoridades de una isla que considera parte de su país.