Taiwán
Taiwán da un portazo a la unión con China
La presidenta Tsai reitera su rechazado al principio “un país, dos sistemas” tras el fiasco de Hong Kong. La felicitación de EE UU desata la ira de Pekín
En medio de la epidemia de COVID-19 que asola el planeta, nada parece más complicado que salir reforzado. Pues bien, si hay un territorio que parece estar lográndolo, ese es Taiwán. Allí, su presidenta Tsai Ing-wen, tomó ayer posesión de su cargo tras haber sido reelegida en enero con una abrumadora victoria en una atmósfera triunfante. Las razones: su manejo de la crisis del coronavirus que, pese a su cercanía con China, ha dejado hasta la fecha 440 contagios y siete fallecidos, y su discurso soberanista con el firme rechazo al principio de “un país, dos sistemas” propuesto por Pekín para una futura reunificación.
La mandataria, cuyo índice de aprobación alcanzó un récord de 70,3% en abril según las encuestas de opinión, aprovechó ayer la ocasión para volver a dejarle claro a China que Taiwán no aprobará un sistema que ya rige en Hong Kong y que, a su parecer, ha sido el detonante en la ex colonia británica de multitud de protestas en el último año. “No aceptaremos el uso de las autoridades de Pekín del 'un país, dos sistemas’ para degradar a Taiwán y minar el statu quo en el Estrecho (de Formosa)”, declaró en su investidura.
Las declaraciones de la líder del Partido Democrático Progresista, que aboga por la independencia, no sentaron nada bien en Pekín, que se apresuró a responder al discurso de Tsai asegurando que China nunca dejará espacio para “actividades separatistas de independencia de Taiwán”. Precisamente, fue el gigante asiático quien vetó a este territorio de ser incluido como observador en la Asamblea Anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Incluso después de que se haya convertido en un ejemplo a seguir por su respuesta a la pandemia.
La isla ha sido una de las pocas economías desarrolladas del mundo donde las escuelas han continuado abiertas y se mantienen eventos deportivos profesionales, como la popular Liga de Béisbol Profesional de China. El éxito de la contención es mayor si se tiene en cuenta que el brote tuvo lugar cuando se esperaba que más de un millón de taiwaneses que vivían en la China continental regresaran a sus hogares por el Año Nuevo Lunar.
Pese a la actitud de China, Tsai afirmó que “ambas partes tienen el deber de encontrar un modo de coexistir a largo plazo y prevenir que se intensifiquen el antagonismo y las diferencias”. “Tenemos voluntad de implicarnos en un diálogo con China para hacer más contribuciones a la seguridad regional”, añadió Tsai en la ceremonia que se celebró en el jardín del Palacio Presidencial.
Hasta allí se desplazaron diplomáticos de los únicamente 15 países que reconocen a Taiwán como nación. Pese a contar con su propio Gobierno, moneda, Ejército o pasaporte, China considera a la isla parte inalienable de su territorio y trata de aislarla internacionalmente con una política que da la espalda a los que lo reconocen renunciando a mantener relaciones comerciales con ellos.
Por eso, las felicitaciones recibidas por la líder taiwanesa cayeron como un jarro de agua fría en Pekín. Corea del Sur, Japón, Reino Unido o Alemania congratularon a Tsai, pero si un mensaje caló hondo entre las autoridades chinas -y no para bien- fue el del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo. “Su coraje y visión dirigiendo la vibrante democracia de Taiwán es una inspiración para la región y el mundo”, decía la carta del estadounidense.
Tras el mensaje, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino expresó su “fuerte indignación” e insistió en que el acto de Pompeo había dañado gravemente la paz y la estabilidad en el estrecho entre Taiwán y China. Además, advirtió que tomaría las “contramedidas necesarias” y que EEUU tendría que soportar las consecuencias, aunque no detallaron de qué tipo. El diario estatal “Global Times” también se apresuró a publicar un editorial en el que acusaba a Pompeo de desafiar deliberadamente a Pekín con su gesto. Según rezaba el texto, “Washington y la administración Tsai son tan narcisistas que piensan que pueden hacer que la China continental se sienta incómoda” y les tachaba de ingenuos.
En medio de este intercambio de declaraciones entre EEUU y China, cuya relación ha empeorado en los últimos meses a causa de la epidemia, Tsai agradeció a sus ciudadanos sus esfuerzos para responder al brote y admitió que el trabajo de la isla durante la pandemia había “cambiado la forma en que la comunidad internacional ve a Taiwán”, algo que presentaba nuevas oportunidades y desafíos. Ahora le quedan cuatro años por delante en los que reforzar sus lazos con otras democracias y seguir luchando por integrarse en organizaciones internacionales.
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