Coronavirus

Taiwán

Por qué China no debe vetar a Taiwán en la OMS

La participación de Taiwán en la Asamblea Mundial de la Salud: una necesaria y justa “nueva normalidad”

Taiwan allow fans to watch baseball games
Soldados taiwaneses portan la bandera de Taiwán antes de un partido de béisbol en Nuevo Taipéi, al que asistieron mil personasRITCHIE B. TONGOEFE

Ahora que en España iniciamos este nuevo y esperanzador proceso de desescalada, es el momento de echar una mirada hacia aquellos países que, o bien han conseguido superar ya las mayores dificultades de la pandemia o, mejor aún, han tenido controlada la situación desde el primer momento -como es el caso de Taiwán- y están ya prácticamente instalados en esa “nueva normalidad” de la que tanto se habla.

Hablamos de un país, Taiwán, del que, por su cercanía a China, se decía que iba a ser uno de los lugares más castigados por la pandemia. Pero no ha sido así. A día de hoy, las cifras de contagiados siguen en Taiwán muy estabilizadas, por debajo del medio millar, con siete casos de personas fallecidas. Y el país no ha dejado de funcionar: empresas, restaurantes, escuelas, universidades, etc. han permanecido abiertos, permitiendo que sus previsiones de crecimiento económico sigan siendo positivas.

Me permito enumerar al menos tres aspectos de la gestión de la crisis en Taiwán que pudieran servir de ejemplo de lo que se ha hecho bien allí y de la óptima gestión del Gobierno frente a la pandemia.

1.- Rapidez de reacción:

Tal vez ya sea tarde para aprender de ello, pero no está de más recordar que Taiwán comenzó a realizar ya desde enero controles de fronteras y enseguida canceló los vuelos desde las zonas más afectadas de China.

2.- Aplicación de la tecnología para identificar posibles casos:

Cruzando los datos del sistema sanitario con los de la aduana, Taiwán ha creado un potente y efectivo Big Data para identificar casos sospechosos y decretar confinamientos individuales en domicilio u hospitalizaciones. Y ha realizado un control efectivo de las cuarentenas mediante el rastreo de móviles por GPS y llamadas. Su población acepta tales medidas sacrificando parte de su privacidad frente a la seguridad de la colectividad.

3.- Estrictas medidas de distanciamiento social e higiene:

Sobre todo el lavado de manos, la toma de temperatura a la entrada y salida de edificios y el uso de la mascarilla. Mientras en España asistíamos al largo y fluctuante debate entre su utilidad o no, para acabar imponiendo su uso obligatorio en transporte público a partir del 4 de mayo, la población de Taiwán utiliza las mascarillas de forma habitual, para prevenir la polución, incluso desde antes del inicio de la pandemia. Y ello ha sido posible sobre todo por haber dado prioridad absoluta a la fabricación propia, de manera que la industria de Taiwán es capaz de producir, a día de hoy, 15 millones de unidades diarias y prevé llegar a los 19 millones durante el mes de mayo.

Además, y cumpliendo con sus lemas de “Taiwán puede ayudar” y “Taiwán está ayudando”, la isla ha puesto sus conocimientos y sus avances en materia sanitaria a disposición de la comunidad internacional incluso desde antes del inicio de la crisis. En diciembre de 2019, cuando todo esto aún no había empezado y en España nadie podía imaginar lo que se nos venía encima, los expertos de Taiwán ya alertaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que en China se estaban dando casos de enfermos con síntomas atípicos de neumonía parecidos a los del SARS.

Quizás porque China no permita la participación de Taiwán en la OMS, quizás porque la OMS confía ciegamente en China, el caso es que tal advertencia fue ignorada y Taiwán no obtuvo respuesta alguna. Taiwán desconfió del silencio de China y de la OMS y reaccionó adoptando las medidas oportunas, pero no cabe duda de que si la OMS hubiera escuchado a Taiwán, seguramente la respuesta mundial a la crisis hubiera sido más rápida y, consecuentemente, más efectiva.

Ahora que se acerca la celebración de la Asamblea Mundial de la Salud, el máximo organismo de toma de decisiones de la OMS, y tras haber vivido lo que desgraciadamente hemos vivido y aún estamos experimentando en todo el mundo, tal vez sea el momento más apropiado para que la comunidad internacional apoye la participación significativa de Taiwán en este organismo, respete el derecho a la salud de los taiwaneses y, sobre todo, permita la contribución de Taiwán al sistema sanitario internacional.

Un avión de pasajeros de Tigerair Taiwan convertido en carguero
Un avión de pasajeros de Tigerair Taiwan convertido en cargueroTIGERAIR TAIWAN HANDOUTEFE

En abril pasado, para cumplir con los mencionados lemas de “Taiwán puede ayudar” y “Taiwán está ayudando”, la isla ha hecho efectiva una donación humanitaria de 10 millones de mascarillas a países necesitados, medio millón de las cuales han ido a parar a España. Es solo un ejemplo, pero ello prueba la voluntad de Taiwán de ofrecer una vez más su aportación -en conformidad con los estándares de la OMS de “salud para todos” y de “no dejar a nadie atrás"- a toda la comunidad internacional y a la red sanitaria mundial.

Volviendo a la situación con la que ahora países como España afrontan la desescalada, conviene no caer en la fácil tentación de comparar países y cifras, pues cada situación es diferente y entran en juego miles de circunstancias, pero sí aprovechar todo lo que se haya hecho bien en otros lugares del mundo y seguir su ejemplo en aquello que pudiera resultar de efectiva aplicación en la vuelta a la “nueva normalidad”.

Y sería también deseable que la comunidad internacional reconociera la labor de Taiwán apoyando su participación en la OMS. Para Taiwán constituiría la mejor garantía de haber alcanzado su verdadera, necesaria y justa “nueva normalidad”.