Países Bajos
Nexit: la pandemia dispara el euroescepticismo en Países Bajos
Tras los pasos de Reino Unido. La brecha entre el norte y el sur se agranda. La nueva crisis económica desatada por el coronavirus y el fondo de reconstrucción exacerba el sentimiento anti UE de los holandeses
Hay anécdotas más elocuentes que sesudas tesis. Hace aproximadamente un mes, el primer ministro holandés, Mark Rutte, visitaba el basurero municipal de La Haya y uno de sus trabajadores se dirigía directamente al mandatario para espetarle: "¡No les des dinero a los españoles ni a los italianos!”. Rutte se limitó a alzar el pulgar en símbolo de aprobación, consciente de las cámaras le estaban grabando y sin querer, ni siquiera, matizar levemente las palabras del basurero.
Cuando sucedió esa escena, el Ejecutivo comunitario todavía no había presentado su propuesta para conceder 500.000 millones de euros a fondo perdido a los países más castigados por el coronavirus a través de la emisión de deuda europea. Una iniciativa que ahora debe recibir la luz verde de las capitales por unanimidad, en unas negociaciones que se avecinan arduas y a cara de perro. Poco después de que Bruselas hiciera pública esta iniciativa, la palabra Nexit (salida de Países Bajos -Nederlands en neerlandés- del club comunitario) se convirtió en trending topic.
Pero no sólo las redes sociales difunden este tipo de mensajes. El semanario “Elsevier Weekbland” ha dedicado su último número a presentar a los portugueses, españoles e italianos como unos vagos redomados frente a los trabajadores holandeses, en un polémico artículo titulado “ni un céntimo más al sur de Europa”.
¿Tras los pasos de Reino Unido?
¿Puede esta nueva crisis causar una nueva deserción en el club comunitario tras el portazo británico? No es la primera vez que los holandeses dan muestras de discrepar con el proyecto de integración europeo, a pesar de ser uno de los países fundadores del club. En 2005 ya votaron en contra de la ratificación de la non nata Constitución Europea, al igual que los franceses, y en 2016 también dijeron “no” al acuerdo de asociación entre el bloque comunitario y Ucrania en un voto consultivo organizado por las fuerzas euroescépticas.
Tras la consumación del Brexit, el país se ve como el heredero natural de Reino Unido, una especie de dique de contención ante las propuestas más federalistas y defensoras del “Más Europa” en todos o casi todos los ámbitos. En enero de 2017, Mark Rutte aprovechó para poner en duda en el foro de Davos (Suiza) el principio de “una unión aún más estrecha” que viene consagrado en los Tratados europeos, azuzando el debate sobre una posible repatriación de competencias y una profundización en el concepto de Europa a la Carta. Países Bajos parece querer un club comunitario basado, sobre todo y ante todo, en el acceso al mercado único, a pesar de que su pertenencia a la moneda única hace que su ligazón con el club europeo sea muy diferente a la británica.
Tal y como están las cosas, muchos temen que el Ejecutivo de Mark Rutte endurezca su postura sobre el plan de Reconstrucción presentado por Bruselas con el objetivo de ganar votos a la extrema derecha representada en dos fuerzas: el Partido por la Libertad de Geert Wilders y el Foro por la Democracia de Thierry Baudet. Estas dos formaciones tienen en común su oposición a la inmigración, sobre todo la musulmana, y sus rechazo al proyecto de integración europeo.
Según explica el economista holandés Wim Boonstra a LA RAZÓN, la gran mayoría de los partidos holandeses principales son pro- europeos aunque discrepan sobre el grado de integración. Por eso, para Boonstra “hay una pequeña minoría en contra de Europa. Hacen mucho ruido, pero el Nexit no es una opción seria ya que una gran parte de la población está en contra. Los partidos de los márgenes más o menos se canibalizan a sí mismos dentro de la extrema derecha. El auge de Baudet vino sobre todo a costa del declive de Geert Wilders y el Partido Socialista”.
Pero a pesar de que el euroescepticismo no es nada novedoso en Países Bajos, hay muchos matices. La oposición numantina de La Haya a los coronabonos incluso ha creado tensiones en la coalición de cuatro partidos que forman el Gobierno liderado por el liberal Rutte y su lenguaraz ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, que pertenece a los democristianos. Sin embargo, los liberales demócratas (D66) y los calvinistas de Unión Cristiana (CU) se han mostrado muy críticos con la posición oficial de su Gobierno. Dentro de la bancada de la oposición, socialistas y verdes también han criticado con dureza a Wilders.
Fuentes diplomáticas holandesas ya han anunciado sus intenciones de cambiar la propuesta del ejecutivo comunitario. Tan sólo aceptan créditos reembolsables, no transferencias a fondo perdido y a cambio de severas reformas. Nada de cheques en blanco a los “perezosos” vecinos del sur. Una postura que supone no sólo una rebelión ante Bruselas sino ante la propia canciller alemana Angela Merkel.
Con todo, para Boonstra, profesor en la Universidad Libre de Bruselas y asesor de Raboresearch, “si Alemania y Francia llegan a un acuerdo, Países Bajos acabará siguiéndoles. Nuestro primer ministro es especialmente un maestro en giros de 180 grados. Tiene unas competencias políticas dignas de Houdini”, asegura Boonstra, en referencia al mítico ilusionista. También menciona las presiones que están ejerciendo los empresarios a favor de las ayudas.
“Cuando vives del mercado único, las tentaciones populistas te duran lo que te duran”, aseguraba un alto diplomático europeo hace unas semanas al recordar que Países Bajos es precisamente es el cuarto país que más se beneficia del mercado europeo. Puede que la batalla sea menos cruenta de lo esperado.
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