China

Del pangolín al salmón: en Wuhan comenzó todo

China en el punto de mira. Han pasado seis meses desde que se detectó el primer caso de covid-19 en un mercado chino

Sanitarios hacen pruebas a ciudadanos chinos en una fábrica de Wuhan
Sanitarios hacen pruebas a ciudadanos chinos en una fábrica de WuhanlarazonAgencia AP

Ha pasado casi medio año desde que en la ciudad china de Wuhan se detectó el primer caso de coronavirus. Desde entonces, la epidemia de covid-19 ha ido saltando de país a país infectando a más de ocho millones de personas y causando casi 500.000 muertos. Cuando parecía que la vida en China volvía a retomar su tono habitual, un nuevo brote en Pekín ha sacudido la nueva normalidad convirtiéndola para algunos en casi un espejismo. Sin tratamiento ni vacuna que protejan a la población mundial ante el coronavirus, queda un largo camino por recorrer hasta que se logre recuperar la rutina previa a la pandemia. La experiencia de la última semana en la capital china corrobora que todavía no se puede bajar la guardia.

Paradójicamente, o quizás no, el origen del primero y el segundo brote en China se produjo en un mercado. El de Huanan, en Wuhan, y el de Xinfadi, en Pekín. En la primera ocasión, las investigaciones sacaron a la luz que, de los 41 casos que salieron durante una semana, 28 de ellos habían estado en la misma franja de tiempo en el mercado de Huanan, un punto de venta mayorista de marisco y de otros animales –algunos de ellos exóticos– destinados al consumo humano. En Pekín, la mayoría de los casos están vinculados con Xinfadi e incluso se hallaron muestras del patógeno en una tabla de cortar salmón.

Tras la coincidencia, algunos estudiosos han apuntado a que el origen del foco podría estar vinculado con el almacenamiento de mariscos a baja temperatura en ambientes húmedos, ya que crea unas «condiciones que permiten que el virus pueda esconderse y sobrevivir». Así lo afirmó esta misma semana el epidemiólogo jefe del Centro chino de Prevención y Control de Enfermedades, Wu Zunyou, quien informó de que habían detectado en Xinfadi un mayor número de contagios entre los pescaderos que entre otros trabajadores del mercado. A falta de confirmar estos datos, se han puesto en evidencia las malas condiciones higiénico sanitarias en las que se encuentran y la necesidad de reformarlos.

«La epidemia es un espejo que no solo refleja los aspectos más sucios y caóticos de los mercados mayoristas, sino también el bajo nivel de las condiciones en que se gestionan», admitía un artículo publicado por la Comisión Central para la Inspección de la Disciplina, el brazo policial del Partido Comunista de China (PCCh). Un reconocimiento de la necesidad de modernizar unas instalaciones que, en cierta parte, parecen haber sido culpables de la propagación del virus.

«Controlar el brote no es el final. Las condiciones que generan las epidemias aún existen», afirmó Zeng Guang, científico jefe del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades. Para él, «aunque el brote está bajo control, todavía hay muchos problemas fundamentales por resolver, como la renovación del mercado de Xinfadi y otros en una situación similar», agregó.

Por eso, a nivel interno ha decidido desterrar de su lista de consumo diversas especies exóticas como el pangolín, animal al que muchos habían apuntado como el posible transmisor del patógeno intermediario entre el murciélago y las personas.

De cara al exterior, China ya ha dado los primeros pasos para, de manera sucinta, compensar al resto del mundo la pandemia originada en su territorio. Desde declarar que una vez consigan la vacuna será un bien público global a la donación de mascarillas y equipamiento médico o enviar expertos para ayudar con la pandemia a otros países. Por su parte, el presidente Xi Jinping anunció que en los próximos dos años donarán 2.000 millones de dólares a la OMS para la lucha contra el coronavirus y la devastación económica resultante. Además, en un ejercicio de transparencia y ante las continuas dudas sobre su gestión y los datos oficiales ofrecidos, Xi anunció que permitirían llevar a cabo una investigación en el país.

Mientras, China no ha dejado de luchar desde enero para frenar la propagación del virus. Si entonces tuvieron que poner en una estricta cuarentena a millones de habitantes de varias ciudades de la provincia de Hubei, en esta ocasión ha sido diferente. Como si de una intervención quirúrgica se tratara, han optado por atajar el problema por distritos clausurando algunas comunidades de vecinos y dejando al resto llevar una vida relativamente normal.

A diferencia de lo que sucedió en Wuhan al principio, en esta ocasión han podido llevar a cabo pruebas masivas de coronavirus a los posibles afectados y los hospitales han podido contar con el material de protección y equipamiento médicos necesarios para hacer frente a una posible emergencia.

La respuesta en Pekín parece haber sido rápida y efectiva, lo que ha ayudado a contener el nuevo brote. Aun así, para Jia Ping, director ejecutivo de Health Governance Initiative, hay que estar preparados por si la situación global se agrava. «Si no ajustamos nuestras medidas de prevención y control a tiempo, podemos tener problemas y la situación podría ser más grave», apuntó tras insistir en que hay que aprender de los últimos meses y de la experiencia global sobre cómo lidiar con una situación cambiante.