Nicolás Maduro

Maduro amenazado

La extradición del testaferro del chavismo, Alex Saab, a Estados Unidos y las revelaciones que hará a la Justicia brinda una nueva oportunidad a Guaidó

Venezuela: una pandemia, ¿un Estado?, un partido
Fotografía del 7 de julio del 2020, cedida por Prensa de Miraflores, donde se observa al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tomar parte en el acto de graduación conjunta de Oficiales Comando y Técnicos egresados de la Universidad Militar en Caracas (Venezuela). "El Partido Socialista Unido de Venezuela es mucho más que un partido". La frase no es (solo) un eslogan electoral de la formación política que fundó Hugo Chávez. Es la última sentencia del presidente Nicolás Maduro que muestra cómo, en plena pandemia, empuja al PSUV hacia la simbiosis con el EstadoPrensa MirafloresEFE

La extradición del colombiano Alex Saab -testaferro de Nicolás Maduro y de su familia- desde Cabo Verde a los Estados Unidos, podría significar otro punto de quiebre en la crisis venezolana y en la usurpación del poder por parte del chavismo. Su testimonio en tribunales norteamericanos desencadenaría una serie importante de nuevas sanciones por parte de la primera potencia mundial y quizá desde Europa hacia los acólitos que despachan desde el Palacio de Miraflores en Caracas.

Parece difícil de creer que la extradición y las declaraciones de Saab ante la justicia norteamericana precipite de manera inmediata un desenlace definitivo que provoque el fin de la usurpación. Como se ha comprobado con otros casos -quizá de menor relevancia que este- estas acciones judiciales, que sin duda erosionan y amenazan la estabilidad del régimen bolivariano, serán otro paso importante, otro eslabón y otra prueba superada que ayudarán a la construcción de una salida definitiva al conflicto. Con este tipo de eventos se reconfirman las sospechas y las hipótesis sobre el carácter delincuencial del chavismo. Sin embargo, ello no es ni será suficiente para un cambio de gobierno.

A partir de la extradición, Maduro profundizará su «huida hacia adelante»; es decir, lejos de recular, radicalizará aún más su discurso, empoderará aún más a los militares, extremará las medidas de confinamiento para anular cualquier destello de protesta, y acelerará el proceso electoral diseñado a su medida.

La alternabilidad política bajo el liderazgo de Juan Guaidó deberá cobrar de alguna forma esta victoria. No será fácil tomando en cuenta la ausencia de la convocatoria a la calle, de la persecución y del aparente músculo militar que protege al usurpador chavista. Sin embargo, no hay más opción que capitalizar este duro golpe al régimen. Capitalizarlo en lo internacional -quizá esto es lo más rápido y sencillo- pero sobre todo, capitalizarlo en lo doméstico, en lo nacional; esto, sin duda, resulta lo más complicado y engorroso, pero, al final, lo más importante.

El panorama en el país caribeño luce desolador. No hay visibilidad ni claridad sobre una estrategia definida por parte del gobierno interino. Quizá, se ha confiado en exceso de la comunidad internacional, se le ha establecido, más que como un actor relevante para el acompañamiento, un actor decisivo. El paso de los meses ha comprobado que tanto los Estados Unidos como los países vecinos no operarán sin una muestra clara en las calles de rebelión en contra del chavismo. La cooperación internacional deberá encontrar a los venezolanos protestando en las calles de todo el país y de manera incesante. A partir de allí, podrían asumir un rol fundamental en la transición.

Alex Saab significa una nueva oportunidad para quebrar el dique que sigue sosteniendo a Maduro. Serán entonces el liderazgo alternativo que deberá aprovechar el eventual nuevo «momentum» que logre inspirar a los ciudadanos y vuelva a ilusionar a la inmensa mayoría del pueblo venezolano que está deseoso de gritar: «basta».