Era post-Trump

¿Comenzó la transición en EE UU?

Trump tendrá que decidir si continúa la batalla política e intenta ganarse el liderazgo opositor, o bien retomar su actividad empresarial

Donald Trump entrando en la Casa Blanca tras su regreso a Washington desde Camp David
Donald Trump entrando en la Casa Blanca tras su regreso a Washington desde Camp DavidYURI GRIPASREUTERS

Según la empresa especializada en inteligencia de datos Morning Consult, el actual presidente de EE UU, Donald Trump, tiene una preferencia electoral de 54% de cara a las elecciones de 2024. Por su parte, Mike Pence registra un 12% y Donald Trump Jr., un 8%. La ley le da la oportunidad al magnate presidente para postularse en cuatro años. No debería extrañarnos que eso se plantee. Si decide hacerlo, ciertamente tendrá que enfrentarse con una camada de jóvenes líderes del GOP (Partido Republicano) que aspiran a una renovación dentro de la institución partidista.

La legitimidad de Donald Trump de cara a las próximas elecciones presidenciales de 2024, dependerá en gran medida del rol que asuma durante la nueva Administración Biden-Harris, de la trinchera de lucha que elija. Tendrá que decidir si continuar en la batalla política, probablemente intentando ganarse el liderazgo opositor, o bien, retomar su actividad empresarial, manteniendo su imagen al margen de la discusión pública.

A pesar de ordenar el comienzo de la transición, probablemente se irá de la Casa Blanca sin el reconocimiento de su derrota. La etiqueta de «perdedor» no se la pondrá en la frente. Más allá de que esto pueda suponer un atentando en contra de la necesaria confianza institucional de Estados Unidos, lo cierto es que Trump ya no ve su carrera política como un pasaje del Partido Republicano o un simple gobierno pasajero. Trump, por su carácter, por el perfil y la idiosincrasia de muchos de sus seguidores, ha concebido su Gobierno como la señal clara de la existencia de un movimiento político que supera las barreras de los partidos, y con todo lo peligroso que pueda sonar, que supera el peso y la importancia que históricamente se le otorga a las instituciones.

La transición de un Gobierno a otro ha comenzado. Pero, no quiere decir que el movimiento que se ha construido alrededor de la figura de Trump, necesariamente pasará a ser historia antigua. El nuevo Gobierno de Joe Biden probablemente contará con el escrutinio –no necesariamente de manera directa por parte del actual mandatario– de un liderazgo que, al parecer, ha llegado para quedarse; de un liderazgo que entiende la política de otro modo y que se encuentra distante de los cánones que dicta el modelo que encarna la democracia representativa.

Unas elecciones han hecho que se cambie de Gobierno, pero no harán desaparecer los rasgos de una sociedad que seguirá apoyando el discurso, el estilo y la frontalidad políticamente incorrecta del todavía inquilino de la Casa Blanca. Existe entonces una base lo suficientemente sólida para que en cuatro años se presente nuevamente un candidato, podría o no ser Trump, con rasgos similares, con el rescate de la visión de país que tiene y que, de entrada, podría tener posibilidades reales para dar la batalla e intentar reconquistar la Casa Blanca. Trump no desaparecerá tan fácil. ¿Realmente comenzó la transición?