Myanmar
Los golpistas presentan cargos contra “La Dama” tras hallar “walkie talkies” en su casa
La premio Nobel de la Paz permanece en arresto domiciliario mientras las protestas y caceroladas se extienden por Birmania contra la toma de poder de los militares
Desde que el Ejército de Birmania diera el pasado lunes un golpe de Estado en la nación asiática, los uniformados han estado apuntalando su poder a conciencia. El último movimiento: presentar cargos contra la líder del país, Aung San Suu Kyi, y el depuesto presidente, Win Myint, y asegurarse así la detención legítima de estos dos referentes del proceso democrático de la nación que la asonada militar ha echado por tierra.
Ayer por la tarde, un tribunal del país aceptó la petición de los militares de detener a “La Dama” hasta el 15 de febrero acusada de violar una ley de importación y exportación, unos cargos que de probarse le pueden costar hasta tres años de cárcel. Según los documentos de su arresto, habrían encontrado en su vivienda varios aparatos de rastreo telefónico cuyo uso sólo está permitido por el Gobierno o el Ejército, por lo que solicitaban su detención con el fin de “interrogar a testigos, solicitar pruebas y buscar asesoría legal después de interrogar a la acusada”.
Por su parte, imputaban a Win Myint por no haber respetado la Ley de Gestión de Desastres durante un mitin de campaña electoral en el que, según la policía, violó las restricciones de la COVID-19, lo que le podría acarrear hasta tres años de prisión. De la orden de prisión preventiva no se desprende claramente si ambos se encuentran recluidos en la cárcel o bajo arresto domiciliario, aunque un miembro de la la Liga Nacional para la Democracia (LND) aseguró que ambos están en sus casas.
“Medida absurda”
“Esto es una medida absurda de la Junta para tratar de legitimar su toma ilegal de poder”, afirmó en un comunicado el presidente de los Parlamentarios por los Derechos Humanos de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), Charles Santiago. Como él, numerosos analistas consideran que el Ejército se ha valido de estos cargos para tratar de justificar la detención de ambos tras la asonada militar.
Mientras, en las calles de la nación asiática se multiplicaban ayer los gestos de protesta contra lo sucedido, y el recién creado Movimiento de Desobediencia Civil de Myanmar no dejaba de sumar adeptos. Una de las protestas más significativas fue la de los médicos de 70 hospitales en más de 30 ciudades, que se negaron a trabajar y acusaron a los uniformados de priorizar sus intereses frente a los de la población durante una pandemia. “Nos negamos a obedecer cualquier orden del régimen ilegítimo que demostró no tener ningún respeto por nuestros pacientes”, señalaron en un comunicado.
En ciudades como Rangún, se sucedían las caceroladas y se cantaban consignas como señal de protesta, al tiempo que se hacían llamamientos para que los funcionarios se nieguen a trabajar bajo el gobierno de la junta militar.
Las redes sociales servían para volcar imágenes de esos actos y alertar de que el gobierno del general Min Aung Hlaing trataría de pagar a alborotadores para afirmar que la resistencia pacífica se había vuelto violenta y poder actuar con mayor contundencia. Además, desde el partido de Suu Kyi -la LND- denunciaban que sus oficinas habían sido allanadas en varias regiones e instaban a las autoridades a detener lo que calificaron como actos ilegales.
Reacciones internacionales
La asonada militar ha provocado la condena desde distintos puntos del globo. Los miembros del G-7 así como el Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell, mostraron su unidad al “condenar el golpe en Birmania” y su preocupación por la detención de los líderes políticos y activistas y los ataques a los medios de comunicación. Por ello, han pedido al Ejército que “ponga fin inmediatamente al estado de emergencia, devuelva el poder al Gobierno democráticamente electo”.
Diferente ha sido la reacción de China que, si el lunes abogó por una solución pacífica de la crisis sin llegar a tomar partido, el martes bloqueó una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en una sesión que abordó el conflicto a puerta cerrada.
Una postura que, según algunos expertos, deja la puerta abierta a que Pekín pueda reconocer el gobierno militar y siga beneficiándose de su relación con Birmania. Al respecto, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Wang Wenbin, aclaró ayer que el gigante asiático no sabía nada de lo que iba a ocurrir y esperaba que “todas las partes puedan resolver sus diferencias y defiendan la estabilidad política y social”.
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