Serial killer

El “asesino del torso” confiesa el brutal homicidio de dos adolescentes hace 50 años

Richard Cottingham, que cumple cadena perpetua en EEUU, desmembraba a sus víctimas cortándoles extremidades y cabeza

El asesino Richard Cottingham durante una audiencia virtual con policías en la que se declaró culpable de nuevos homicidios
El asesino Richard Cottingham durante una audiencia virtual con policías en la que se declaró culpable de nuevos homicidioslarazonAP

Richard Cottingham,un asesino en serie que cumple cadena perpetua en Nueva Jersey (EEUU) por varios crímenes de asesinato y violación a mujeres, sigue confesando sus fechorías 50 años después. Este criminal, un informático de profesión nacido en 1946 en el barrio del Bronx, en Nueva York, es conocido como el “asesino del torso”, por desmembrar brutalmente a algunas de sus víctimas cortándoles extremidades y cabeza. Durante años ha ido reconociendo desde la cárcel diversos homicidios, dando la opción a la policía de cerrar brutales crímenes contra mujeres sin permanecían resolver, la mayoría de ellos perpetrados entre finales de los años sesenta y principios de los ochenta.

Sin embargo, uno de esos asesinatos seguía siendo un misterio ya que el “asesino del torso” siempre negó ser el autor. Se trata de la muerte de Mary Ann Pryor, de 17 años, y Lorraine Marie Kelly, de 16, en 1974. Cottingham, de 74 años, y en silla de ruedas, se ha declarado culpable de secuestrar a las adolescentes y violarlas durante días antes de asfixiarlas en la bañera de una habitación de motel.

Las adolescentes fueron vistas por última vez el 9 de agosto de 1974 en North Bergen. Se habían ido de casa para comprar un traje de baño en otra localidad para un viaje a la costa de Jersey. Testigos le dijeron a la policía que las chicas hacía autostop y se habían subido al coche de un hombre. Cinco días después fueron encontrados e identificadas por sus joyas. Sus cuerpos desnudos y magullados estaban boca abajo en un bosque del condado de Bergen.

“Está aliviado de que esta nube que ha estado colgando sobre su cabeza durante muchos años ahora se haya eliminado”, dijo su abogado defensor, John Bruno, quien agregó que Cottingham tiene “un serio arrepentimiento” por los crímenes y esperaba darles un cierre a las familias, informa AP.

Los fiscales esperan dos cadenas perpetuas por este crimen para Cottingham, quien no hizo ninguna declaración durante la audiencia. Pero en su confesión previa a Robert Anzilotti, jefe de detectives del fiscal del condado de Bergen, Cottingham admitió haber forzado físicamente a Lorraine para que entrara en una habitación de un hotel. El “asesino del torso” confesó entonces haberlas violado y atado mientras dormía para que sus víctimas no escaparan antes de ahogarlas en la bañera de la habitación para después tirar sus cuerpos.

El “asesino del torso” tiene en su haber un oscuro y sangriento historial de asesinatos. Rod Leith, periodista de sucesos que siguió de cerca el caso de Cottingham, dijo que nunca antes se “había encontrado con este tipo de maldad oscura”.

Cottingham ha dicho que es el autor de unos 100 homicidios, pero las autoridades de Nueva York y Nueva Jersey solo lo han relacionado oficialmente a 11 asesinatos hasta ahora. Fue arrestado en 1980 cuando la empleada de un motel escuchó a una mujer gritar dentro de su habitación. Las autoridades la encontraron viva, atada y esposada y con marcas de mordeduras y heridas de cuchillo.

Como suele suceder en tantos otros casos de homicidas, Cottingham pasaba por ser un ciudadano normal en la década de 1970. Estaba casado y tenía hijos y un trabajo como programador informático en una compañía de seguros de salud en Nueva York. Su infancia había sido feliz, pero algo se torció cuando se mudó de casa con su familia a la edad de doce años. Se volvió huraño y comenzó a aficionarse al porno.

Su primer crimen lo cometió en 1968. La víctima era Nancy Vogel, de 29 años, y su cuerpo apareció desnudo y amarrado dentro de un coche, donde murió después de ser violada y estrangulada. Cottigham mantenía una fijación con las prostitutas. Muchas veces contrataba su servicios y después las hacía daño. Valerie Ann Street murió en un hotel de Times Square, en Nueva York torturada y asfixiada. Y Jean Reyner falleció asesinado en Manhattan por torturas antes de quemar la habitación en la que fue aniquilada.