Hacia un cambio de ciclo en Israel

Lapid cede a Bennett la jefatura de gobierno para destronar a Netanyahu 14 años después

El líder centrista y el conservador religioso buscan armar la heterogénea coalición que apartará a “Bibi” del poder

Naftali Bennett, del partido Yamina, junto al líder del partido centrista Yesh Atid, Yair Lapid
Naftali Bennett, del partido Yamina, junto al líder del partido centrista Yesh Atid, Yair Lapidlarazon

El líder centrista israelí Yair Lapid todavía no lanza las campanas al vuelo. Desde que accedió a la Knesset en 2012 aprovechando su popularidad como presentador televisivo para fundar Yesh Atid, ha sido testigo directo de las recurrentes maniobras políticas de Benjamín Netanyahu para retener el cargo.

Tras la reunión de este lunes con su grupo parlamentario, Lapid alertó que él y su nuevo socio Naftali Bennett (Yamina) están afrontando duras presiones para torpedear el “gobierno del cambio”. El miércoles se termina el plazo para materializar el acuerdo, y en los últimos compases pueden ocurrir imprevistos. “Se ha reforzado nuestra seguridad personal, estamos recibiendo amenazas de muerte”, informó el líder centrista. Tras achacar la profunda división interna del país a la incitación promovida por “Bibi”, alegó que su último discurso “demuestra que es una persona peligrosa que perdió los papeles. Próximamente, el estado de Israel empezará una nueva era”.

Instantes después de que Bennett oficializara su apuesta por la coalición alternativa, Netanyahu exclamó que “huye a un gobierno izquierdista, que pondrá en peligro la seguridad y el futuro del país”. Hoy “Bibi” fue más allá, al afirmar que el ejecutivo que se está gestando tiene “la misma legitimidad que el recién elegido presidente sirio, Bashar al-Assad”. El Likud ganó con holgura los comicios de marzo -30 de 120 diputados-, pero por cuarta vez no logró recabar los 61 apoyos para gobernar.

A pesar del indisimulado optimismo que se respira entre quienes votaron a los partidos del cambio, Lapid mantiene la prudencia: “Tengo por delante unas 50 horas, aunque sí puedo lo cerraré antes”. Respecto a las pugnas ideológicas del heterogéneo bloque alternativo, alertó que “es una negociación compleja entre siete partidos, que puede explotar en cualquier momento”.

Pero el también derechista Gideon Sa’ar (Tikvá Jadashá), que rechazó una oferta de rotación in extremis con Netanyahu y reafirmó su compromiso para reemplazarlo, se mostró convencido de que “el ejecutivo de cambio se levantará, haremos lo imposible para que ocurra”. En su criterio, “la incitación que vivimos no tiene nada que ver con la ideología, sino con el pánico de perder el poder”, dijo refiriéndose al Likud, su ex partido. Los simpatizantes de Netanyahu llevan semanas increpando a los “traidores izquierdistas” Bennett, Sa’ar o Avigdor Liberman (Israel Beitenu), a pesar de sus conocidos postulados nacionalistas y conservadores.

“Lo del gobierno de la izquierda es una mentira más. Tendrá una formación transversal, pero la mayoría de sus integrantes son de centro o derecha”, precisó Sa’ar. Y agregó: “Es importante recordar que los adversarios políticos, también de izquierdas, no son enemigos. Representan a ciudadanos que sirven en el ejército y que aman al país”.

Sobre los esfuerzos de última hora para garantizar el apoyo externo de la Lista Unificada árabe –ya se aseguró el voto favorable del islamista Ra’am-, Yair Lapid precisó que “hablamos con todas las fuerzas, aunque no formen parte de la coalición. Ellos representan a parte del público”.

En los intensos contactos no solo hay discrepancias ideológicas. En el sprint final, cada parte intenta maximizar logros. De entre las disputas, hoy destacó el rifirrafe entre Liberman y Benny Gantz (Azul y Blanco), para afianzarse al frente del ministerio de agricultura. “Todos aprietan para favorecer su interés, es parte de toda negociación”, aclaró Lapid.

Para el analista Haviv Rettiv Gur, de Times of Israel, la coalición que se está gestando no podría haber nacido en otro contexto político. “Nada podría haber unido a la derecha dura de Yamina con el progresista Meretz; o al halcón Sa’ar con el islamista Mansour Abbas (Ra’am), excepto el deseo compartido de poner fin al largo mandato de Netanyahu”. Y se preguntó: “¿podrá esta coalición con tantas diferencias sobrevivir a un voto de confianza, pasar un presupuesto, mantener una política exterior coherente o librar una guerra?”. El autor considera que pese a que Bennett ocupará primero el cargo de premier, “Lapid liderará el gobierno, así como hizo durante las negociaciones”.

Entre el sionismo religioso, se está viviendo una inédita paradoja. Mientras Bennett podría auparse como el primer líder de Israel que viste kipá –pequeño gorro que llevan los tradicionalistas judíos-, una amplia parte de sus bases protestan que su voto “fue robado” por su apuesta de asociarse con Lapid. Ante la frustración, el líder de Yamina insiste en que “no haré cesiones sobre Jerusalén o la integridad territorial de Israel”.

Sus apuntes difieren de las consideraciones que hoy emitió Issawi Frej (Meretz), quien se postula para el ministerio de cooperación regional: “La cuestión palestina debe estar sobre la mesa. No se puede avanzar ningún proceso en la zona sin ocuparnos de ello”. La prueba de fuego será cuando estalle de nuevo la tensión en Jerusalén o en el frente de Gaza, o comprobar cómo se harán equilibrios para lidiar con las presiones del flanco derechista de la nueva coalición para avanzar medidas pro-asentamientos judíos en Cisjordania. Según reportó la prensa local, el gabinete de seguridad, que toma las decisiones en tiempos de conflicto, tendrá una clara mayoría derechista.

Tratando de aportar un tono conciliador, Merav Michaeli, líder del laborista Avodá, comentó a Bennett en un encuentro privado que “la clave del nuevo gobierno es la buena voluntad. Mi partido renunció a las carteras más atractivas, y asumimos las más problemáticas, como transporte o seguridad interna”.

No se pedirá que nadie renuncie a sus principios. Pero nos centraremos en lo que podrá avanzarse, en lugar de discutir sobre lo que es imposible”, zanjó hoy Bennett.