OTAN

La OTAN endurece el tono respecto a China y Rusia

Los aliados reconocen, a propuesta de Biden, que el gigante asiático presenta «retos sistémicos», pero no todos coinciden con el nivel de la amenaza. Macron se desmarca: «No tiene nada que ver con el Nor-atlántico»

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, durante una reunión bilateral en la OTAN. AP
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, durante una reunión bilateral en la OTAN. APPatrick SemanskyAP

El presidente de EEUU, Joe Biden, quiere dar carpetazo a la convulsa era Trump. Tras las dificultades que atravesó la OTAN durante el mandato de su predecesor, el nuevo inquilino de la Casa Blanca pretende demostrar que los equilibrios establecidos desde la II Guerra Mundial siguen vigentes y que el poderío militar estadounidense no dejará a la intemperie a sus aliados europeos, si las cosas vienen mal dadas “Quiero que toda Europa sepa que EEUU está de regreso”, ha proclamado tras garantizar que para su Administración la cláusula colectiva de defensa de la Alianza por el que un ataque a un Estado supone un ataque contra todos – el artículo 5- es una “obligación sagrada”. Un principio que Trump amenazó con hacer añicos, en represalia al bajo gasto en defensa de los europeos.

Con esta gira, Biden pretende redefinir el liderazgo de EEUU tras la pandemia ante un incierto tablero internacional en el que no se trata tan sólo de recuperar los fundamentos que han definido el mundo en los últimos setenta años sino también de reinventarlos. Por eso, los miembros de la Alianza han aprobado un documento para redefinir la estrategia de cara a 2030 en el que se contemplan nuevas amenazas y nuevas formas de combatirlas, aunque los interrogantes siguen siendo muchos.

Entre los nuevos peligros que acechan a los aliados se encuentra el cambio climático, la escalada militar china, los ciberataques y el terrorismo internacional. Los enemigos parecen cada vez más numerosos y, por eso mismo, quizás más difusos. Si la razón de ser de la Alianza fue defenderse de la extinta URSS durante el periodo la Guerra Fría y esta meta volvió a recobrar sentido tras la anexión de Ucrania en 2014 por parte de Moscú, ahora Pekín se convierte en el nuevo foco de preocupación, sin que el Kremlin deje de ser inquietante.

Biden no oculta que ahora mismo contrarrestar el poder de Pekín es una de las máximas preocupaciones de Washington y que necesita el apoyo sin fisuras de los europeos quienes durante la época Trump se decantaron por librar su propia batalla, con sus propias normas, frente a Pekín. En cuanto a China, no sólo preocupa la inversión en armamento avanzado sino también su expansión en el indo- Pacífico, África y Oriente Medio además de su control de infraestructuras estratégicas como las redes de alta velocidad 5G o la carrera espacial.” Las ambiciones declaradas y el comportamiento asertivo de China presentan retos sistémicos al orden internacional basado en reglas y a otras áreas relevantes para la seguridad de la Alianza. Nos preocupan las políticas coercitivas que contrastan con los valores fundamentales que preserva el Tratado de Washington””, asegura la declaración aprobada ayer.

A pesar de que los socios europeos han ido perdiendo su tradicional ingenuidad respecto a Pekín, muchos países de la Alianza tienen importantes vínculos económicos con el gigante asiático y la expresión Guerra fría no gusta a todas las capitales, que prefieren un enfoque algo menos beligerante y no tan alineado con Washington. Además, para muchos países del Este Rusia sigue siendo un enemigo mucho más temible y real.

“Podemos trabajar sobre el control de armas con Pekín y a la vez seguir comerciando con ellos”, defendió ayer el secretario general de la Alianza Jens Stoltenberg, conocedor de estas tensiones entre los socios. Por eso, la Alianza no renuncia a seguir hablando con Pekín y tender puentes. “Los aliados urgen a China a comprometerse de manera significativa en el diálogo, la construcción de confianza y medidas de transparencia sobre sus capacidades nucleares y doctrina. La transparencia recíproca y conocimiento podrían beneficiar tanto a la OTAN como a China”, reza uno de los párrafos de la declaración aprobada ayer.

No todos los aliados están de acuerdo en este nuevo enfoque respecto a Pekín. “La OTAN es una organización nor-atlántica. China no tiene nada que ver con el Nor-atlántico”, señaló ayer Emmanuel Macron en rueda de prensa. El presidente francés sigue defendiendo que la UE desarrolle una mayor autonomía en política exterior y de defensa respecto a EEUU y que colabore con la OTAN desde esta situación de una menor dependencia. “China es un rival en muchos ámbitos y un aliado en muchos otros”, sentenció ayer con prudencia la canciller alemana Angela Merkel a la vez que abogaba por encontrar el necesario equilibrio.

Pero no sólo se trata de saber quiénes son los enemigos sino también de establecer las herramientas y nuevas formas organización. En el comunicado aprobado ayer, la Alianza también se compromete a poner en marcha una presupuesto común, para depender en menor medida de las contribuciones nacionales, que deberá ponerse en marcha a partir de 2023 y que financiará capacidades militares, civiles y tecnología estratégica.

Además, los aliados también aprovecharon la cita de ayer para seguir perfilando la estrategia de salida de las tropas de Afganistán, después de que algunos países se hayan quejado de que EEUU no está contando demasiado con el resto a la hora de tomar decisiones. Ayer los líderes se comprometieron a seguir entrenando y apoyando a las fuerzas de seguridad del país a través de un fondo fiduciario del ejército nacional del país.

Tras la reunión de ayer de la OTAN, hoy Biden se reunirá con los líderes de las instituciones europeas antes de partir mañana hacía Ginebra para su cita con Vladimir Putin. Su encuentro más complicado en su gira europea.