¿Una burla?

Siria: de bombardear hospitales a integrar el Comité Ejecutivo de la OMS

El organismo multilateral documentó 500 ataques del régimen de Asad a centros de atención sanitaria entre 2016 y 2019, este año le premia con un puesto en su cúpula

Un dron muestra a activistas y trabajadores sociales así como de ONGs en la frontera de Bab Al-Hawam Idlib, Siria
Un dron muestra a activistas y trabajadores sociales así como de ONGs en la frontera de Bab Al-Hawam Idlib, SiriaYAHYA NEMAHAgencia EFE

De bombardear hospitales y escuelas y perpetrar ataques químicos contra los opositores a integrar el Comité Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud. Es el macabro recorrido hacia la rehabilitación internacional del régimen de Bachar al Asad, recientemente reelegido con el 95,1% de los votos para siete años más –cuarto mandato, nueva farsa electoral- como presidente sirio. El pasado 28 de mayo, fue además premiado con una plaza en el Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud, la misma organización que documentó casi 500 ataques a instalaciones de atención sanitaria en Siria entre 2016 y 2019.

Durante los próximos tres años, Siria, junto al resto de miembros del Consejo Ejecutivo de la OMS–órgano que integran 34 Estados-, tendrá el cometido de establecer la agenda de la Asamblea de la Salud de la OMS e implementar sus políticas a nivel mundial. Un absurdo solo convertido en realidad gracias al peculiar sistema de elección del organismo.

Son los países miembros divididos en seis grupos regionales los responsables de la elección, de manera secreta, del Consejo Ejecutivo. Concretamente, los responsables de la designación de Siria han sido los componentes de la oficina regional para el Mediterráneo Oriental, integrado por 21 países -más las autoridades palestinas-, entre los cuales se encuentran Afganistán, Pakistán, Arabia Saudí, Irak o Líbano. Ningún otro Estado miembro de la OMS manifestó en mayo su oposición a la elección siria.

La indignación expresada en las últimas semanas por parte de organizaciones humanitarias mundiales, una parte de la comunidad internacional y, de manera particular, los trabajadores sanitarios que en estos momentos se emplean en Siria no ha servido, por el momento, para que la entidad considere revocar la decisión. Con todo, el artículo 7 de la OMS asegura que “los privilegios de voto y los servicios a que tenga derecho” un Estado miembro pueden ser suspendidos por la Asamblea Mundial “si deja de cumplir con las obligaciones financieras para con la Organización, o en otras circunstancias excepcionales”.

“Miembros del régimen han ostentado posiciones importantes en el seno de la oficina de la OMS en Damasco”, recuerda el profesor del King’s College londinense Reinoud Leenders, citado por el sitio web de la radio estadounidense NPR. El docente asegura que la entidad ha “colaborado estrechamente” con el régimen de Asad para asegurarse su permanencia operativa en Siria. No en vano, Siria nunca ha perdido su membresía en la OMS a pesar de su hoja de servicios.

El cruel historial de Damasco

No por conocido, el historial del régimen sirio en esta última década de conflicto bélico es menos espeluznante. Bombardeos de escuelas y hospitales, desplazamientos de población, más de 300 ataques con armas químicas prohibidas, sabotaje sistemático a los convoyes de ayuda humanitaria internacional, bombardeos indiscriminados a la población civil, etc. Sirva como ejemplo que en marzo de 2018, cuando se cumplían siete años de guerra, la propia OMS informó de que Damasco despojó a los convoyes de ayuda del 70% de sus suministros médicos destinados a la población de Guta Oriental víctima de un asedio que duró cinco años.

De hecho, cerca de un millar de médicos y enfermeras sirios han perdido la vida en ataques sirios y de sus aliados entre 2011 y marzo de 2021. Además, según datos de la propia OMS, solo la mitad de los hospitales públicos sirios funcionaban a pleno rendimiento a finales del año pasado.

Si la situación del sistema sanitario sirio ya era dramática, la crisis sanitaria causada por el covid-19 lo ha situado al borde del colapso. Las cifras reales de la pandemia se desconocen y el sistema de vacunación está marcado por la discriminación entre poblaciones afectas y desafectas con el régimen y la escasez.

Como subrayaba el presidente de la ONG MedGlobal Zahel Sahloul en un artículo en Foreign Policy, el régimen sirio es “responsable de la y militarización de la atención médica: la estrategia de utilizar la necesidad de atención médica de las personas como un arma al privarles a estas violentamente de aquella”.

La primera víctima de la entrada del régimen de Bachar al Asad -médico de formación, una cruel paradoja más- en el Consejo Ejecutivo es el prestigio e imagen de la propia OMS, ya fuertemente erosionada por su gestión de la pandemia en un tiempo en que la comunidad internacional necesita más que nunca confianza en las instituciones multilaterales. Otra consecuencia de la membresía siria es que la comunidad internacional hallará más dificultades aún a la hora de investigar los atentados contra los derechos humanos y agresiones a la salud pública cometidos –y los que puedan llevarse a cabo- por parte de Damasco.