Patrimonio
Italia prohíbe a los cruceros atracar en Venecia
La medida busca proteger el fondo de la laguna y frenar la masificación turística en la ciudad de los canales
La imagen de un gigantesco buque repleto de turistas acercándose a la monumental plaza de San Marcos será historia a partir del 1 de agosto. El Gobierno italiano dio luz verde ayer al decreto que prohíbe el paso de cruceros y embarcaciones de grandes dimensiones frente a la ciudad de Venecia. Una reivindicación histórica de organizaciones ecologistas, que divide a los venecianos.
La prohibición afecta a los barcos de más de 25.000 toneladas brutas, superiores a los 180 metros de eslora, más de 35 metros de altura y que produzcan más de un 0,1% de azufre en sus emisiones. Además, el Ejecutivo declaró espacio protegido el canal que pasa por delante de la plaza de San Marcos y el de la Giudecca, por donde antes podían navegar estos barcos. “Es un día importante, histórico, porque después de tantos años, a partir de agosto no volverán a pasar las grandes naves ante San Marco y el Canal de la Giudecca”, celebró el ministro de Cultura, el socialdemócrata Dario Franceschini, uno de los principales impulsores de la medida.
A partir de ahora, los grandes cruceros desembarcarán en el puerto industrial de Marghera, en tierra firme, pero dentro de la laguna, donde se construirán al menos cuatro puntos de amarre que permitirán el desembarco provisional de estas embarcaciones. El decreto incluye indemnizaciones para las compañías navieras y el gestor del puerto, que se verán perjudicados por esta prohibición.
El camino hasta su aprobación definitiva no ha sido sencillo. Después de años de encontronazos entre las autoridades locales, ecologistas, residentes y representantes del sector turístico, el Gobierno italiano prometió en marzo prohibir la entrada de grandes embarcaciones para proteger el fondo de la laguna, frenar la masificación y evitar que la ‘Serenissima’ muera de éxito. Incluso la Unesco amenazó con eliminarla de su lista de ciudades patrimonio de la humanidad si los responsables políticos no encontraban alternativas al tránsito de grandes embarcaciones turísticas. La próxima sesión del comité del Patrimonio de la Unesco, que estudiará el estado de conservación de la Ciudad de los Canales, ha acelerado la decisión final.
Con el inicio de la desescalada el pasado mes de junio, sin embargo, volvieron los cruceros y las protestas de muchos venecianos, que denuncian que la ciudad se ha convertido en un parque temático para el turismo de masas. Después de más de 17 meses, un buque de más de 92.000 toneladas y una altura equivalente a un edificio de 16 plantas volvió a atravesar la laguna veneciana, mientras dos manifestaciones –una a favor y otra en contra-- se enfrentaron en los alrededores del Gran Canal. “Desde hace un año, cientos de padres de familia están con cero ingresos”, dijo el presidente del comité ‘Venecia trabaja’, Vladimiro Tommasini. “Ver un crucero navegar nos da la alegría para volver a una vida normal”.
La ‘Serenissima’ es uno de los destinos de cruceros más importantes del mundo. Un negocio que atrajo a casi 700.000 turistas en 2009, según datos de la asociación Cruise Lines Internacional, y que supone cerca del 3% de PIB de la ciudad. El sector emplea directamente a más de 1.700 personas, mientras que alrededor de 4.000 dependen de forma indirecta. Con el estallido de la pandemia, la mayoría de ellas se quedó sin trabajo.
Con alrededor de 50.000 residentes, Venecia recibía antes de la pandemia más de 30 millones de turistas cada año, al mismo tiempo que su población autóctona huía de la ciudad en busca de un entorno más tranquilo y viviendas más asequibles. Solo en la última década han hecho las maletas más de 20.000 venecianos.
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