África

Crisis

Calma tensa en Túnez

Con un gran favor popular, el presidente Saied gana por el momento el pulso a una oposición tras asumir todo el poder este domingo

Asimismo, el FMI anunciaba este lunes –el momento de las finanzas tunecinas es crítico- su disposición a ayudar a Túnez en medio de “presiones socioeconómicas excepcionales”. EFE
Asimismo, el FMI anunciaba este lunes –el momento de las finanzas tunecinas es crítico- su disposición a ayudar a Túnez en medio de “presiones socioeconómicas excepcionales”. EFESTRINGEREFE

Calma tensa en Túnez transcurrida la segunda jornada tras el golpe de timón del presidente Kais Saied, que suspendió la Asamblea de Representantes, destituyó al primer ministro, relevó a los titulares de Defensa y Justicia, retiró la inmunidad parlamentaria a los diputados y cerró el espacio aéreo con la aspiración de corregir el rumbo del país. El principal partido del Parlamento, el islamista Ennahda, que considera lo sucedido un “golpe de Estado contra la revolución y la democracia”, ha pedido en un comunicado difundido este martes “diálogo nacional” y medidas colectivas que sirvan para que el país “supere todas sus crisis”.

Profundamente desencantada por la gestión política y económica en los últimos años –que han coincidido con los de la consolidación de la joven democracia nacida de la revolución de 2011-, la sociedad tunecina tiene hoy poco apetito por la confrontación y demanda, sobre todo, soluciones prácticas e inmediatas, lo que explica las simpatías que ha despertado la decisión del presidente. Los tunecinos parecen perdonarle al presidente el aparentemente poco convincente desde el punto de vista legal recurso al artículo 80 de la Constitución de 2014 para asumir todo el poder.

Después de haber pedido a ciudadanía, fuerzas del orden y militares que se opusieran a la maniobra del presidente y animado a sus militantes a concentrarse ante la sede de la Asamblea de Representantes –apenas pudo reunir a un par de centenares de personas-, el partido presidido por Rachid Ghannuchi decidía en la tarde del lunes retirar momentáneamente el pulso en la calle al jefe del Estado.

Por su parte, el destituido primer ministro, Hichem Mechichi, asegura este que no sería un “obstáculo” ni un “elemento que incremente la tensión” y se mostraba dispuesto a cooperar con su sucesor al frente del Gobierno. Aunque los principales partidos –Qalb Tounes, Karama y Attayar, además de Ennahda- se ha opuesto a la decisión del presidente, en las últimas horas el mandatario –que ganó en octubre de 2019 las persidenciales con el 73% de los votos- recibió un goteo de apoyos por parte de organizaciones profesionales y agentes económicos, que le reclaman reformas y respeto a los procedimientos democráticos.

Entretanto, desde la comunidad internacional han predominado las llamadas a la “calma” y la “estabilidad”. El Ministerio de Exteriores español se manifestaba este martes en una línea muy similar a la de la Unión Europea horas antes y pedía respeto del “Estado de Derecho y las libertades y derechos políticos”. Desde Estados Unidos, su secretario de Estado hacía hincapié en que “las soluciones a los problemas políticos y económicos del país africano deben basarse en la Constitución tunecina y los principios de la democracia”.

Casi sin excepción –la de la Liga Árabe-, las grandes potencias y organizaciones multilaterales han evitado calificar de “golpe” lo sucedido en las últimas horas en Túnez. Este mismo martes, Saied obtenía el respaldo de Argel al recibir al nuevo ministro argelino de Exteriores Ramtane Lamamra en el Palacio de Cartago de la capital tunecina.

Asimismo, el FMI anunciaba este lunes –el momento de las finanzas tunecinas es crítico- su disposición a ayudar a Túnez en medio de “presiones socioeconómicas excepcionales”.

Con todo, la apuesta de Saied es tan elevada –en una situación extrema en lo económico, social y sanitario- que la oposición es consciente de que el profesor de Derecho Constitucional fía su futuro político a la suerte que corran las medidas que adopte en el futuro inmediato. Entretanto el país aguarda expectante los próximos nombramientos y decisiones, el riesgo inmediato de confrontación violenta –en un país profundamente dividido y agotado- parece disiparse.