Caída de Kabul

Biden culpa a los soldados y políticos afganos de rendirse frente los talibanes

«El objetivo nunca fue construir una nación, sino luchar contra el terrorismo», insiste el presidente de EE UU para defender su contestada retirada de Afganistán

El presidente Joe Biden pasará a la historia como el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas durante la forzada salida de emergencia después de veinte años de presencia militar estadounidense en Afganistán.

“Nos tenemos que centrar en las amenazas de hoy, en 2021, no en las de ayer”, dijo este lunes Biden dirigiéndose a la nación en directo desde la Casa Blanca, donde voló desde Camp David, después de varios días de silencio, para dar respuesta a la crisis de la invasión talibán.

“Hemos pasado cuatro presidentes por Afganistán: dos demócratas y dos republicanos. No le delegaré esta responsabilidad al próximo presidente”, declaró Biden.

Pero el final de EE UU en la guerra más larga de su historia, calificada como “humillante” por los titulares de los principales rotativos del país como el “New York Times”, ha sembrado dudas sobre la estrategia de Biden respecto a la retirada de sus tropas, poniendo en el punto de mira la credibilidad del presidente estadounidense.

“¿Cuántas vidas más de estadounidenses están en juego? Tengo muy clara mi respuesta: no cometeré los mismos errores que se han cometido en el pasado”, dijo Biden desde la Casa Blanca.

“No me arrepiento de mi decisión de retirar las tropas. Los militares no detienen su misión: están en otras partes del mundo”, añadió Biden, delegando también futuras responsabilidades sobre otros países, como China y Rusia, de quienes destacó que deben estar deseando que EE UU continúe proveyendo recursos a los afganos para seguir luchando.

Si bien hace apenas unas semanas nadie hablaba sobre Afganistán en Washington, vuelve a trascender ahora que, al ser preguntado hace unos días por la retirada de los soldados estadounidenses y compararla con la salida de Saigón -que selló el fin de la guerra de Vietnam el 30 de abril de 1975-, Biden aseguró que ese paralelismo histórico “no se puede comparar para nada” con Afganistán, prometiendo que esta vez no sucedería algo parecido a los rescates aéreos en tejados de embajadas.

El presidente también aseguró el pasado 8 de julio que la toma de control de los talibanes con la salida del Ejército de EE UU sería “improbable” y el fallido pronóstico de sus servicios de inteligencia calcularon que podría suceder en el plazo de 6 a 9 meses tras la retirada de las tropas estadounidenses.

Pero este lunes, tras el desacertado pronóstico de los servicios de inteligencia, Biden recordó que cuando llegó hace unos meses a la Casa Blanca descubrió que Trump había negociado con los talibanes la salida de EE UU de Afganistán. “La decisión que tuve que tomar como vuestro presidente fue aceptar el acuerdo o escalar el conflicto y mandar a miles de soldados más, y emerger en la tercera década de guerra”.

Un final urgente y opuesto a los planes que, durante meses, el Gobierno de Biden ha ido perfilando para hacerlo coincidir con la simbólica celebración del veinte aniversario del 11-S, cuyos atentados forzaron el inicio del conflicto bélico.

Pero el rápido colapso ante los talibanes pone en duda ahora la estrategia del demócrata de efectuar una retirada de militares ordenada y segura, por el “cansancio” de veinte años de guerra y la necesidad de los afganos de revolver sus problemas “por sí mismos”.

“Esto se desarrolló más rápido de lo que esperábamos”, reconoció Biden, culpando al Gobierno afgano de la falta de liderazgo y la huida del presidente Ghani del país en avión. “Nuestra misión en Afganistán nunca fue crear una democracia”, recordó Biden, sino “para que dejara de ser una base de Al Qaeda”.

El Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca confirmaba esta semana que el presidente Joe Biden nunca contempló la posibilidad de que el Gobierno afgano se rindiera con tanta facilidad sin luchar por su propios intereses.

“Hemos invertido cuatro Administraciones y miles de millones de dólares”, recordó el secretario de Estado, Antony J. Blinken, incrédulo ante la incapacidad del Ejército afgano de defenderse ante la veloz conquista de los islamistas. “Hemos visto que esa fuerza no ha sido capaz de defender el país, y eso ha sucedido más rápido de lo que anticipamos”, añadió en una entrevista televisada.

Desde el Departamento de Defensa, defienden la labor del presidente Biden asegurando que seguirá velando por la seguridad de los estadunidenses y de todo el mundo, ahora que su credibilidad está en duda, y que seguirá luchando contra el terrorismo internacional.

De hecho, el Pentágono se veía obligado a enviar con urgencia a 6.000 soldados para llevar a cabo la evacuación de emergencia y garantizar la seguridad de los estadounidenses, así como también la de ciudadanos afganos que han ayudado al Gobierno durante estos años. Se calcula que cerca de 30.000 personas que han colaborado con EE UU serán reubicadas tras la inminente retirada.

El presidente de EE UU se ha convertido en blanco de fuertes críticas por su gestión en Afganistán, especialmente por parte de los republicanos, quienes consideran su gestión una humillación para el ejército estadounidense. “Prefiero recibir las críticas por esta decisión que pasarle esta responsabilidad al próximo presidente de EEUU”, dijo contundente Biden en su discurso.

Y es que, si algo destacó el propio Biden durante su campaña electoral, fue su experiencia en relaciones internacionales. Pero el presidente ha sembrado las dudas sobre su liderazgo la considerada primera gran intervención desde que llegó a la Casa Blanca. Tras meses minimizando los riesgos de la salida de Kabul y la perspectiva de un resurgimiento de los talibanes, Biden optó por alegar la inutilidad de mantener la presencia de sus tropas en Afganistán después de dos décadas y el cansancio acumulado durante veinte años de guerra.

Tras 20 años en Afganistán

La velocidad con la que los talibanes han hecho colapsar al gobierno afgano dio un inesperado giro final de etapa, cogiendo a todos por sorpresa: altos cargos de la Administración, funcionarios estadounidenses, diplomáticos y hasta los servicios de inteligencia y los mayores expertos en el tema. Nadie pudo prever una invasión talibán tan veloz y fulminante como esta.

Pero tampoco nadie pudo evitar que sucediera sin apenas usar la violencia, sobre todo en las grandes ciudades y capitales de provincia. Una gran parte de los altos cargos políticos se han rendido ante los talibanes sin recibir un golpe o un disparo, dejando en sus manos el poder en cuestión de días.

La capital Kabul amanecía ayer sin música y con pocas mujeres en las calles, ante la insólita estampa de talibanes altamente armados celebrando su victoria. Kabul bajo sus pies, después de veinte años de presencia militar extranjera liderada por el Ejército estadounidenses en coordinación con las fuerzas de seguridad afganas.

Caos en el aeropuerto de Kabul

El rapidísimo dominio del grupo extremista en Afganistán ha generado una situación de caos absoluto en la capital. El Ejército de EE UU tuvo que interrumpir el despegue y aterrizaje de los vuelos de evacuación de urgencia por la avalancha de miles de personas intentando huir del país en el primer vuelo disponible desde el aeropuerto de Kabul.

Una situación desesperada para la población civil que ha puesto en peligro su integridad y la de miles de estadounidenses que todavía permanecen atrapados, y a quienes la Embajada les ha recomendado no acercarse al aeropuerto por la grave situación de inestabilidad de las últimas horas.

“Esperamos un regreso a los días más oscuros en Afganistán”, dijo el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en una comparecencia tras la toma de control de Kabul por los talibanes.