Narcotráfico

Así construyó su imperio del narco la organización criminal más despiadada de Colombia liderada por “Otoniel”

Disciplina militar y lealtad al grupo han facilitado el crecimiento del Clan del Golfo hasta la captura de su líder “Otoniel”

El número uno de la banda criminal del Clan del Golfo, también conocida como Los Urabeños, Dairo Antonio Úsuga David, alias "Otoniel", posterior a su captura en Carepa (Colombia).
El número uno de la banda criminal del Clan del Golfo, también conocida como Los Urabeños, Dairo Antonio Úsuga David, alias "Otoniel", posterior a su captura en Carepa (Colombia).Presidencia ColombiaPresidencia Colombia / EFE

La captura de Darío Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, jefe del Clan del Golfo, pone fin a la carrera de un audaz narcotraficante que durante diez años lideró una de las organizaciones criminales más activas y violentas de Colombia, denominada durante años Los Urabeños. Este grupo controla el tráfico de cocaína y otras drogas ilícitas desde la costa del Pacífico hacia el Norte y está considerado como la organización más grande, peligrosa y mejor estructurada del país.

En los últimos tiempo, los Urabeños han entrado en el negocio de la minería ilegal, especialmente en Antioquia, donde habrían comprado las propiedades mineras de los Rastrojos, un grupo rival. También dominan otro tipo de negocios como la extorsión y la protección a empresarios previo pago en zonas peligrosas. Para los expertos, la clave de la hegemonía de los Urabeños es la disciplina militar que imponen en sus operaciones criminales a los miembros de su clan, una táctica que ha evitado escisiones y luchas internas. Está por ver qué pasará a partir de ahora, tras la caída de “Otoniel”.

Los Urabeños, también conocidos como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, adoptó su nombre de la región de Urabá, situada al noroeste de Colombia cerca a la frontera con Panamá, muy usada por los narcotraficante ya que existen corredores naturales que dan acceso al Caribe y a la costa del Pacífico, rutas habituales del narco.

Su fundador fue Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, un gran admirador de Carlos Castaño, líder del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Don Mario dirigió en la región de los Llanos Orientales el Bloque Centauros. Los Centauros traficaban con cocaína, apoyaban a políticos locales, extorsionaban ganaderos y agricultores, y cobraban los impuestos en productos como el alcohol y el petróleo.

A principios de la década del 2000 se inició una guerra entre bandas rivales. Los Centauros y sus enemigos las Autodefensas Campesinas de Casanare (ACC) dejaron más de 3.000 muertos en una cruenta batalla por el control del territorio. En 2006, Don Mario se expandió a la región de Urabá desde los Llanos Orientales. Allí reclutó a guerrilleros del desaparecido Ejército Popular de Liberación (EPL) y muy pronto creó una maquinaria bien engrasada desplegando lanchas rápidas cargadas de cocaína rumbo a Centroamérica y el Caribe. En 2008, Don Mario ya era uno de los traficantes más ricos y buscados en Colombia, hasta que el 15 de abril de 2009 cayó en una operación policial en una finca del Urabá.

Los herederos de los Urabeños fueron los hermanos Usaga, Juan de Dios y Antonio Dario, más conocido como “Otoniel”, detenido este fin de semana. Ambos habían sido mandos medios paramilitares que habían trabajado con Don Mario desde los años noventa. En enero de 2012, Juan de Dios murió en una redada policial y “Otoniel” se puso al mando de la organización, no sin antes castigar a la población y autoridades por la muerte de su hermano ejecutando una serie de atentados en el norte de Antioquia, hasta el punto de ofrecer públicamente una recompensa de 1.000 dólares por cada policía asesinado en Antioquia, al más puro estilo de Pablo Escobar.

El portal Insightcrime explican que los Urabeños llegó a contar con unos 1.200 miembros “en su primer nivel de mando” dedicados al control de las zonas rurales vitales para el narcotráfico. Desde allí reclutan a informantes locales que pueden revelar las acciones de las fuerzas de seguridad en zonas con puertos marítimos naturales a lo largo de la costa del Caribe, o áreas donde compraban la pasta base de coca a la guerrilla de las FARC.

Otro modus operandi de Los Urabeños pasa por la contratación de bandas de delincuentes locales que les ayudan con el microtráfico, la extorsión y los homicidios selectivos. Fue así como lograron introducirse en Medellín, donde han estado en una disputa constante contra de los miembros del grupo criminal Oficina de Envigado. También se han acercado a Santander, uno de los puertos petroleros de Colombia donde operan los Rastrojos, rival de los Urabeños.

Los Urabeños se inscriben en la tradición paramilitarista de Colombia. Muchas de estas organizaciones nacieron de los llamados grupos de “autodefensas”, creados en los años ochenta para combatir a los guerrilleros de las FARC. En sus filas se integraron mandos y oficiales radicales de las Fuerzas Armadas descontentos con los intentos de diálogo promovidos por el Gobierno del presidente Belisario Betancur a mediados de la década de los ochenta. Las Autodefensas Unidad de Colombia, las AUC, dirigidas por el entones todopoderoso Carlos Castaño, se unieron a las élites locales, las fuerzas armadas y las redes del narcotráfico y cometieron crímenes atroces contra la población en su estrategia por quedarse con una buena parte del negocio del narcotráfico.

Durante la presidencia de Álvaro Uribe se abrió un proceso de negociación que permitió aprobar la llamada Ley de Justicia y Paz que derivó en un proceso que llevó a muchos cabecillas de estos grupos paramilitares al banquillo de los acusados y posteriormente a la cárcel. A cambio de confesar sus delitos y contar toda la verdad a las autoridades obtendrían una pena máxima de ocho años en prisión, a menos de que hubieran cometido delitos de lesa humanidad. Un sistema que recuerda al que posteriormente se llevó a cabo con las FARC y el Gobierno deJuan Manuel Santos.

Los urabeños hoy día mantienen presencia regular en unos 200 municipios de Colombia y en otros 100 tienen algunas actividades a través de 22 estructuras propias. Además, los expertos creen que poseen nexos con redes internacionales.

Como curiosidad, cabe resaltar que uno de los muchos nombres que se ha dado a este grupo proviene de una iniciativa del ex presidente Santos, quien pidió a la policía dejar de llamarlos Urabeños para no confundirlos con los urabaenses, habitantes civiles de la región del Urabá.

Actualmente, los grupos paramilitares siguen controlando aquellos territorios en los que el Estado colombiano no está presente y haciendo del terror un elemento del día a día en la sociedad colombiana.