Cargando...

Análisis

COP26: El largo camino hacia la neutralidad de carbono

China se convertirá en una nación concienciada en el desarrollo verde tarde o temprano porque sino sus ciudadanos morirán de cáncer y enfermedades pulmonares

Las grandes potencias coincidieron en Glasgow en que se convertirán en “carbono neutral” en la segunda mitad del siglo XXI Alastair GrantAP

La agenda de esta semana ha estado centrada en la cuestión ambiental y climática. En primer lugar, los jefes de Estado y de Gobierno del G-20 se reunieron en Roma y posteriormente numerosos líderes mundiales se vieron las caras en Glasgow para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Dedicaron mucho tiempo a hablar sobre la importancia que requiere el tema en sí, pero existen dudas sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo significativo. Las grandes potencias coincidieron en que se convertirán en “carbono neutral” en la segunda mitad del siglo XXI, pero sin determinar el problema, ya que China -el país más contaminante del mundo-, y Rusia -el mayor exportador de hidrocarburos del planeta-, permanecieron subrepresentados tanto en Roma como en Glasgow. Todo lo anterior ha provocado un gran número de comentarios escépticos sobre ambas cumbres con los que no estaría de acuerdo.

En mi opinión, la propia estructura del proceso es ambiciosa pero ineficaz. Las naciones del G-20 prometieron destinar 100.000 millones de dólares anuales “a atender las necesidades de los países en vías de desarrollo”, algo que definitivamente no sucederá. Intentan presionar a China y Rusia, países sobre los que no tienen ningún poder. Están desperdiciando palabras que describen los horrores del calentamiento global, pero solo los devalúan para el futuro. La “comunidad global” no posee autoridad alguna para luchar contra el cambio climático.

Sin embargo, lo que me resulta optimista es la parte económica del proceso. Si bien el presidente Biden puede presentar un nuevo paquete de gasto social de coste reducido, valorado en unos 1,75 billones de dólares, el sector privado ya invirtió más de cuatro billones en proyectos ecológicos durante la última década y puede destinar cinco billones anuales en el sector para 2025.

China contamina demasiado el planeta, pero también es el campeón en la producción de paneles solares y vehículos eléctricos. El dinero invertido debe dar sus frutos, y el aumento 20 veces superior en la capitalización de mercado de Tesla en los últimos dos años dice mucho más sobre los nuevos imperativos de inversión que todos los sistemas estadísticos globales. La economía verde ahora no solo está de moda o es “políticamente correcta”, es rentable y eficaz, por lo que no tengo ninguna duda de que los países desarrollados se convertirán en “neutros en carbono” mucho antes de 2050.

Recuerdo que en 2008, tras la quiebra del banco Lehman Brothers, el G-20 se reunió en Washington en menos de un mes para debatir las formas de salir de la crisis económica mundial. En 2020 nadie convocó la cumbre para reunirse: las principales potencias superaron los problemas económicos por sí solas de manera mucho más efectiva que unidas. Esto también se aplica al calentamiento global creo. Los objetivos climáticos se alcanzarán gracias a los esfuerzos de las empresas, no de los Estados. La humanidad pretende sobrevivir, y las acciones que conlleven a dicha supervivencia se convertirán en las más rentables jamás impulsadas por la ciencia y los negocios.

Fue una buena coincidencia que precisamente mientras los líderes mundiales debatían el cambio climático, David Beasley, el director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, dijo que 6.000 millones de dólares o el 2% de la fortuna de Elon Musk de Tesla podrían resolver por completo el problema del hambre en el mundo, algo a lo que el fundador de Tesla respondió de inmediato que ofrecería esa cantidad de dinero si el PMA explicaba cómo piensa lograr ese reto. Creo que supone un buen ejemplo de lo que sucederá: la idea del negocio “verde” sin duda madurará y se desarrollará en los próximos años; los gigantes de la energía no podrán invertir en I+D; los Estados destinarán cada vez más dinero en programas de asistencia social que permitan a los ciudadanos pagar facturas de luz ligeramente más altas; las empresas en general, desde los fabricantes de automóviles hasta los productores de productos básicos, serán más eficientes energéticamente. Los gobiernos, si quieren que prevalezcan las tendencias favorables al clima, no deben gestionar el problema, sino simplemente no contrarrestarlo.

La lucha contra la contaminación ambiental no se puede entender a nivel global ya que el peligro se manifiesta a nivel local. China se convertirá tarde o temprano en una nación concienciada en el desarrollo verde no porque Maldivas pueda desaparecer, sino porque sus ciudadanos morirán de cáncer y enfermedades pulmonares si la economía no cambia. La revolución de la descarbonización no está liderada por quienes hablan de ella, sino por quienes la hacen posible, así que confío en el futuro de nuestro planeta.

Cargando...