Defensa

La mayor base militar de EEUU sigue creciendo a solo 100 kilómetros de Corea del Norte

Camp Humphreys, donde están desplegados misiles Patriot, espera acoger a 45.000 personas cuando esté terminada

Inaugurada en Corea del Sur en 2018, Camp Humphreys (enla imagen), la mayor base militar de EE.UU. en suelo foráneo, constituye hoy, a punto de ser completada, un poderoso recordatorio de que la península aún se encuentra técnicamente en guerra.
Inaugurada en Corea del Sur en 2018, Camp Humphreys (enla imagen), la mayor base militar de EE.UU. en suelo foráneo, constituye hoy, a punto de ser completada, un poderoso recordatorio de que la península aún se encuentra técnicamente en guerra.larazonUSFK/EFE

Inaugurada en Corea del Sur en 2018, Camp Humphreys, la mayor base militar de EE.UU. en suelo foráneo, constituye hoy, a punto de ser completada, un poderoso recordatorio de que la península aún se encuentra técnicamente en guerra. “Fight tonight” reza en grandes letras negras una de las torres de agua repartidas por Humphreys, esas que tanto recuerdan a las pequeñas localidades estadounidenses que poseen este tipo de depósitos.

El lema, que puede traducirse por “se combate esta noche”, pertenece a la Segunda División de Infantería, la principal del Octavo Ejército de los Estados Unidos, que tiene aquí su cuartel general y cuya misión principal es la defensa de territorio surcoreano frente a una invasión del Norte. Una defensa que, como indica el lema, requiere preparación y vigilancia constantes, ya que Pionyang mantiene posiciones apenas un centenar de kilómetros hacia el Norte.

Soldados estadounidenses en Corea del Sur
Soldados estadounidenses en Corea del SurSpc. Adeline Witherspoon2nd Infantry Division Sustainmen

A ese efecto, Humphreys cuenta en sus 14,3 kilómetros cuadrados con un campo de polivalente para activos motorizados o el aeródromo con mayor actividad del ejército de tierra estadounidense en Asia. “Proporcionamos una disuasión militar creíble ante cualquier amenaza o adversario en la región”, puntualiza el Coronel Lee Peters, portavoz de las Fuerzas Estadounidense Desplegadas en Corea (USFK), al inicio de una visita realizada esta semana por Efe a la base.

COMPLETADA EN UN 85%

“Camp Humphreys está completada en un 85% y se espera que esté cerca del 90% para fin de año”, agrega Peters, que apunta que en la actualidad unas 32.000 personas viven y trabajan aquí. Para cuando esté acabada se espera que sean 40.000 o 45.000, muy lejos de lo que solía ser el viejo Camp Humphreys, cuartel junto a la localidad de Pyeongtaek (60 kilómetros al sur de la capital surcoreana) en el que Seúl y Washington acordaron en 2004 establecer la base actual.

El objetivo era trasladar y aglutinar instalaciones militares que estaban situadas al norte de Seúl o en el mismo corazón de la ciudad, y que por ello quedaban a tiro de las unidades de artillería que Pionyang tiene desplegados en la frontera. Es el caso del acantonamiento de Yongsan, entonces cuartel general de USFK y el Comando de Naciones Unidas (UNC), cuya devolución supondrá para Seúl la recuperación de un espacio de 2 kilómetros cuadrados.

GANARLE TERRENO AL PANTANO

Para expandir el viejo Humphreys hacia el noroeste hubo que ganar terreno a un enorme pantano junto al delta del río Ansong. “Hicieron falta el equivalente de dos cordilleras en arena”, explica el vicealmirante australiano Stuart Mayer, que desde 2019 es vicecomandante del UNC.

El UNC es la coalición -actualmente de 17 países- liderada por EE.UU. que apoyó al Sur en la Guerra de Corea (1950-53) y es una de las tres partes (las otras dos son las tropas norcoreanas y el Ejército de Voluntarios chino) firmantes del alto el fuego por el cual quedó en suspenso este conflicto aún no resuelto.

La firma de una declaración de paz, propuesta que recientemente ha vuelto a impulsar el Gobierno surcoreano, podría ser un primer paso para poner fin a la propia existencia del UNC. “Nunca fuimos establecidos como un comando imperecedero. Fuimos constituidos con un objetivo muy claro: restablecer la paz y la seguridad en la región y una vez que eso se logre el mandato desaparece”, apunta Mayer.

El militar australiano aclara que sería necesario un tratado de paz -jurídicamente vinculante, a diferencia de una declaración- para visualizar el desmantelamiento de la UNC y subraya la importancia de que Washington y Seúl sigan debatiendo el significado que tendría esa declaración.

HILERAS DE MISILES

La hilera de baterías de misiles Patriot que recibe al visitante en la entrada principal de Humphreys hacen pensar que hacer oficial la paz en la península es aún una posibilidad distante. “No queda duda de que Corea del Norte está reforzando su capacidad misilística”, asegura el vicealmirante, que dice que desde que llegó a la base Pionyang ha hecho 32 lanzamientos, de los cuales cinco han tenido lugar entre septiembre y octubre.

A los que trabajan y viven en la base no deja de resultarles paradójico el que, para cuando el nuevo Humphreys se inauguró en 2018 tras 14 años en desarrollo, la artillería norcoreana fuera ya una amenaza secundaria, ya que en ese lapso el país el país logró desarrollar misiles capaces de alcanzar el cuartel. “Estamos viendo un aumento de las capacidades militares a nivel global, y en esta región”, asegura también Peters. Aún así, para él esta base es un “tesoro oculto”, un destino codiciado entre las tropas y sus familias.

En Humphreys es imposible ignorar el ruido de los helicópteros Chinook y Apache o el hecho de que los motes de diferentes divisiones del ejército den nombre a las avenidas. Sin embargo, las torres residenciales, los colegios, el campo de golf de 27 hoyos, los gimnasios, las cadenas de comida rápida, el parque acuático o el cine apuntan a una vida muy distinta, la del llamado “american suburbia” o, como dicen en la base, la del “hogar lejos del hogar”.