Covid-19

Despedidos, sin finiquito y con multa: los castigos a los trabajadores por no estar vacunados contra el coronavirus

La vacunación ha pasado de ser obligatoria en muchos lugares del mundo para vencer la pandemia de covid-19, y algunos gobiernos han aplicado medidas severas para persuadir a los indecisos

En Costa Rica, centenares de personas salieron a las calles de la capital, San José, para manifestar su descontento ante las restricciones a libertad de elegir no vacunarse contra el COVID-19
En Costa Rica, centenares de personas salieron a las calles de la capital, San José, para manifestar su descontento ante las restricciones a libertad de elegir no vacunarse contra el COVID-19Jeffrey ArguedasEFE

Vacunarse o no vacunarse, he ahí la cuestión. El ser humano ha tenido que lidiar con este problema desde que comenzaran las campañas de vacunación contra el coronavirus a finales del año pasado para hacer frente a la pandemia de covid-19 que ha cambiado drásticamente el planeta. Año y medio de mascarillas, restricciones, medidas o confinamientos con los que se ha intentado proteger de la enfermedad que se ha llevado a millones de personas en todo el mundo. Pero ciertos aspectos han pasado a ser “imposiciones”, tal y como catalogan aquellos que no han estado de acuerdo con un porcentaje parcial o total de las delimitaciones.

Y es que la vacunación ha pasado de ser voluntaria a prácticamente obligatoria y, en algunos lugares se han impuesto castigos como los despidos. Esto ha forzado a mucha gente a tener que elegir entre ponerse la vacuna, incluso en contra de su voluntad, o ir directos al paro. “No tiene que ser ni necesario ni obligatorio. Es una violación de los derechos de las personas”, asegura a LA RAZÓN Matthew McAfee, procedente de Toronto (Canadá). De 47 años, era un contratista de la ciudad canadiense hasta el 12 de octubre, cuando tuvo que dejar su trabajo porque le dijeron que no tenía otra que inmunizarse contra el SARS-Cov-2.

A principios de octubre, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, presentó la política de vacunación obligatoria que exigía a los funcionarios públicos a inmunizarse o ser suspendidos de sus funciones y sin salario. En algunos lugares del país retrasaron los despidos 30 días (hasta el 15 de noviembre) para que les diera tiempo a vacunarse. No obstante, a McAfee ni siquiera se le compensó tras quedar desempleado.

Pero son muchos los Gobiernos que ante la nueva pandemia de los “no vacunados” están imponiendo medidas para lograr finalmente la esperada inmunidad de rebaño. En Estados Unidos, menos del 60% de la población está completamente vacunada. Lo cierto es que se trata de uno de los países con menor aceptación de vacunas. A este respecto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que antes del 4 de enero de 2022, todas las empresas estadounidenses con 100 o más trabajadores tendrán que tener a su personal vacunado o serán obligatorios test semanales. Sin embargo, su plan no salió adelante y el Tribunal Federal de Apelaciones estadounidense suspendió el pasado sábado la legislación. Un varapalo para el presidente demócrata.

“Creo que el mandato de las vacunas va a acabar con la economía de Estados Unidos. Tengo amigos que se están mudando a estados republicanos que no exigen estos mandatos para poder elegir libremente”, dice Joyce, de California. Ella fue camarera durante más de siete años en Los Ángeles. Pero su etapa laboral tuvo que parar por este tipo de medidas sanitarias.

Los Gobiernos se enfrentan a la ola de los “antivacunas”

Si bien es cierto que se está logrando subir (aunque levemente) las tasas de vacunación, todavía quedan indecisos y antivacunas que se niegan a ser inmunizados. “No confío en la vacuna, especialmente por la forma en que se está imponiendo. Estoy empezando a pensar que todo esto fue planeado. Nada tiene sentido”, añade Joyce.

Pese a ello, las vacunas han demostrado su efectividad para prevenir la hospitalización e incluso la muerte por covid-19. Ha quedado reflejado que las personas que se contagian después de vacunarse están menos tiempo infectados, y aunque los casos aumenten y la sociedad se enfrente a una nueva ola de infectados, la tasa de hospitalización y de fallecimientos no llega a niveles de principios de la pandemia. Asimismo, los países con mayor tasa de vacunación notifican un ratio de positivos por cada 100.000 habitantes y un número de fallecimientos mucho menor a los países más estancados.

Pero el problema atañe a todo el mundo. Francia suspendió sin paga a 3.000 sanitarios por rechazar la vacuna contra la covid-19; Singapur optó por un incentivo económico, aunque anunció que a partir del 8 de diciembre, dejará de pagar las facturas médicas para las personas que no se han vacunado por elección propia; La ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ordenó a profesores y sanitarios que estén completamente vacunados, agregando que las restricciones solo terminarán cuando se alcance el 90% de población totalmente inmunizada; Indonesia anunció vacunación obligatoria con fuertes multas si se rechaza; Austria confinará a los no vacunados; en Reino Unido, más de 50.000 trabajadores de residencias ancianos han perdido su trabajo por el “sin vacuna, no hay trabajo” impuesto por el gabinete del “premier” Boris Johnson, e Italia, el primer país de Europa en obligar la vacuna para los trabajadores de la salud, espera hacerla también para otros sectores.

Medidas que también afectan a Daniele. Con 41 años, ha pasado de estar en el sector de la restauración, al que pertenecía desde 1997, a estar desempleado. Le dieron la opción de renovar su contrato y vacunarse o irse con un pequeño finiquito. “No me fío de las instituciones que intentan persuadir con la extorsión de mi trabajo”. A lo largo de la pandemia, ha cumplido con las medidas establecidas como usar mascarilla o el distanciamiento social, pero cree que hay “una gran diferencia” entre llevar una mascarilla y vacunarse, ya que la segunda es “irreversible”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió de que la semana pasada se notificaron casi dos millones de casos de coronavirus en Europa. Asimismo, Estados Unidos sigue sufriendo la pandemia gravemente. África apenas tiene la posibilidad de vacunar. Suramérica, Asia y Oceanía también están comenzando a tener altos repuntes en las últimas semanas. El mundo no se libra de la pandemia, y por supuesto, de sus consecuencias, como la crisis de desabastecimiento que azota fuertemente en el globo.

Pero la duda está en si es necesario que, si una persona no quiere vacunarse pese a ser obligado, tenga que perder algo tan importante como es su trabajo, una fuente de ingresos necesaria para subsistir. Matthew, por fortuna, encontró un nuevo trabajo en el sector privado, pero Joyce y Daniele no han tenido esa suerte. “Espero que no sea necesaria para trabajar en un futuro. Algunos principios no están en venta. Esto necesita reflexión. De momento, mi vida va bien sin vacunarme, pero no es justo echar a la gente de su trabajo basándose en la idea que tiene sobre la vacuna”, agrega este último.