Análisis

Los confines de Europa

Aunque suenen las alarmas, no habrá guerra inminente en Ucrania

El presidente ruso Vladimir Putin, en una imagen de archivo
El presidente ruso Vladimir Putin, en una imagen de archivoGrigory SysoevAP

Tropas rusas se concentran en la frontera ucrania. Suenan todas las alarmas en la OTAN. Desde hace unas semanas, unos 100.000 soldados del ejército de la Federación Rusa han sido movilizados, al igual que unidades de drones y de guerra cibernética, como así avisó Estados Unidos a sus socios de la OTAN. Mientras algunos avisan de guerra inminente, otros en Moscú intentan quitar hierro a un asunto que amenaza con desestabilizar aun más la frontera oriental de la Unión.

Esta semana, la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Melanie Jolie, visitaba Letonia, antigua república soviética hoy miembro de la alianza atlántica, en apoyo a las tropas canadienses desplegadas en el país y que se ejercitaban en preparación de una posible invasión por parte de un enemigo sin nombrar proveniente del Este.

Los países bálticos, con importantes minorías rusas dentro de su territorio, ven en Putin una gran amenaza ya que este ha sentado como base de su política exterior la defensa de toda población rusa, aún así se encuentre fuera de las actuales fronteras de la federación.

Putin ya ha dejado claro que no está dispuesto a seguir perdiendo terreno en la que considera la tradicional esfera de influencia rusa. Ya por el 2008 mandó el primer mensaje a Occidente cuando invadió las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjazia. El siguiente capítulo de esta historia fue Ucrania en 2014. El caso es que ni en el 2008 ni en el 2014 movimos un solo dedo en Occidente por proteger a los dos Estados agredidos. Por mucho que suenen las alarmas, no habrá guerra.

Por otro lado, a Moscú lo último que le interesa es una invasión. Para qué enfrentarse a una costosa y dolorosa intervención cuando se pueden conseguir los objetivos políticos por otros medios. A Putin le basta con hacerse el control político del cinturón postsoviético. Pregunten si no al señor Lukashenko.