Guerra Fría

Así era el VVA-14, el avión soviético diseñado para despegar verticalmente desde el agua

Su extraño diseño le valió el apodo de “Zmei Gorynich”, llamado de esta forma por un dragón del folclore ruso

Prototipo del VVA-14 M1 en el Museo de la Aviación de Monino | Fuente: Dominio Público
Prototipo del VVA-14 M1 en el Museo de la Aviación de Monino | Fuente: Dominio PúblicoLa Razón

La carrera armamentística de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos, dejó para la posteridad algunos de las invenciones más extrañas que ha producido el ingenio humano durante toda su historia. Ese es el caso del VVA-14, una aeronave anfibia soviética, diseñada para ser capaz de levantar el vuelo verticalmente desde la superficie marina... y siendo operada únicamente por 3 tripulantes. Tristemente, el VVA-14 nunca llegó a pasar de la fase de pruebas; pero su diseño, su ingeniería y su historia hacen que merezca la pena hablar de él.

Prototipo del VVA-14 M1 en el Museo de la Aviación de Monino | Fuente: Commons Wikimedia
Prototipo del VVA-14 M1 en el Museo de la Aviación de Monino | Fuente: Commons WikimediaLa Razón

En los año 60, Estados Unidos había incluido en su flota sus nuevos modelos de submarinos de propulsión nuclear, que estaban equipados con los misiles balísticos “UGM-27 Polaris”. Y eso suponía una vulnerabilidad en la seguridad nacional que la Unión Soviética no se podía permitir.

Dada la amplísima extensión del litoral que debía ser custodiado (70.000 km) para evitar un ataque sorpresa de los submarinos estadounidenses, la Unión Soviética se vio en la necesidad de encontrar una forma más eficiente de patrullar los mares. Y la solución a ese problema la trajo Robert Bartini, un brillante ingeniero aeronáutico italiano que se había hecho un nombre en Moscú, después de que Mussolini hubiese tomado el control de su Italia natal.

Retrato de Robert Bartini | Dominio Público
Retrato de Robert Bartini | Dominio PúblicoLa Razón

El objetivo de Bartini era diseñar el avión más versátil del mundo; uno que fuese capaz de despegar y aterrizar verticalmente para operar desde cualquier superficie, ya fuese terrestre o acuática; que fuese capaz de surcar grandes distancias y a gran altitud; pero que -a la vez- pudiese aprovecharse del efecto suelo, que se produce cuando una avión planea a ras de suelo y se crea una bolsa de aire bajo de las alas. Es el principio del que se aprovechan para mantenerse volando otros ekranoplanos soviéticos, como”el Monstruo del Mar Caspio”.

Y además de todo esto, el VVA-14 también debía ser lo suficientemente grande como para incluir todo el armamento y los suministros necesarios para cumplir su misión, sin tener que volver a tierra constantemente. Dentro de los avances tecnológicos que Bartini incluyó en el VVA-14 se encontraba el sistema de localización por radio ‘Burevestnik’; gracias al cuál, la aeronave sería capaz de rastrear objetivos submarinos a una distancia de hasta 1.500 kilómetros de la costa y neutralizarlos de inmediato con sus torpedos antisubmarino.

 

El resultado de incluir todas estas innovaciones fue que el VVA-14 tendría una apariencia absolutamente inusual, que hacía que la aeronave pareciese llegada del espacio. Su extraño diseño le valió el apodo de “Zmei Gorynich”, llamado de esta forma por un dragón del folclore ruso.

¿Qué queda del VVA-14?

El primer prototipo que se construyó, el VVA-14 M1, despegó por primera vez el 4 de septiembre del año 1972. Y los resultados del primer vuelo fueron muy esperanzadores, aunque todavía no se habían incluido los motores VTOL (vertical take-off landing), que suponían el mayor reto tecnológico del proyecto. Al fin y al cabo, no era sencillo levantar 50 toneladas de acero.

Para conseguir esta hazaña, Bartini había incluido 14 motores en el diseño de la aeronave: 12 de ellos destinados únicamente al despegue y al aterrizaje, y otros dos para sostener el vuelo. Sin embargo, Bartini falleció en 1974, antes de poder terminar de ultimar todos los detalles del proyecto y antes de conseguir que el VVA-14 levantase el vuelo verticalmente.

 

Tristemente, la muerte de Bartini hizo que invertir enormes recursos en un proyecto tan innovador y arriesgado como el VVA-14, se convirtiese en una apuesta demasiado arriesgada para los altos cargos soviéticos. En aquel momento, decidieron que lo mejor sería pivotar, y apostarlo todo por modelos de aviones antisubmarinos más convencionales, como el Beriev A-40.

A día de hoy, quedan dos ejemplares de este prototipo, uno está en el Museo de la Aviación de Monino (cerca de Moscú) y otro en la Base Aérea de Beriev (en la región de Rostov, que hace frontera con Ucrania).