Brexit
Londres anuncia una ley para modificar el Protocolo de Irlanda del Norte
La ministra de Exteriores Liz Truss dice que la futura normativa le dará a Londres más control sobre las leyes de esta provincia británica
El Gobierno británico cumplió este martes finalmente sus amenazas con el anuncio de una nueva normativa con la que busca modificar unilateralmente el llamado Protocolo de Irlanda, pieza clave del acuerdo Brexit para gestionar a Irlanda del Norte en las nuevas relaciones comerciales entre el Reino Unido y la UE.
La responsable de hacerlo fue la ministra de Exteriores, Liz Truss, dispuesta a cualquier maniobra para posicionar su liderazgo en el ala dura del partido, en caso de que finalmente el `Partygate´ acabe sacando a Boris Johnson del Número 10.
“No pretendemos eliminar el protocolo. Reforzaremos aquellas partes que funcionan y modificaremos las que no. Seguimos abiertos a una situación negociada [con la UE], pero la urgencia de la situación no permite perder más tiempo”, recalcó durante su intervención en la Cámara de los Comunes, refiriéndose a la situación que se vive ahora en Belfast.
Tras el triunfo histórico de los católicos del Sinn Fein, los protestantes del DUP se niegan ahora a formar gobierno de coalición que ambas comunidades deben respetar por el acuerdo de paz de 1998. Por lo que Truss argumentó que, en caso de actuar de manera unilateral, no estarían incumpliendo la ley internacional del Brexit, sino protegiendo la paz en el Ulster.
De momento, el Gobierno no ha presentado formalmente ningún proyecto de ley en la Cámara de los Comunes -donde tiene mayoría- para comenzar su tramitación. La intervención de Truss en la Cámara Baja solo fue a modo de anuncio. De esta manera, evita que la UE inicie acciones legales, pero deja claro que va en serio con su órdago. Pero si finalmente no hay cambios en el Protocolo, la normativa comenzará a tramitarse al inicio de verano, lo que podría desencadenar una guerra comercial con el bloque.
Las demandas que Londres plantea ahora a Bruselas no son pocas. Por una parte, quiere dos tipos de corredores. Uno verde, exento de controles, para las mercancías procedentes de Gran Bretaña que permanezcan en territorio norirlandés y no crucen a la República de Irlanda (territorio UE). Y uno rojo para el resto de envíos.
Asimismo, quiere que los estándares de calidad impuestos en Irlanda del Norte sean los británicos, y no los de la UE. Y pretende más flexibilidad impositiva, de modo que cualquier modificación del IVA que aplique en Gran Bretaña se aplique también a Irlanda del Norte.
Por último, reclama que el Tribunal de Justicia de la UE no sea el organismo supervisor de las reglas del mercado comunitario en Irlanda del Norte, sino que se aplique un mecanismo de arbitraje similar al que se estableció en el Tratado Comercial y de Cooperación que firmaron Londres y Bruselas para evitar un Brexit duro.
Todo esto plantea una serie de inconvenientes. El primero es que los cambios implicarían que ambas partes actúan de buena fe, es decir, la UE se tendría que fiar de la palabra de Londres respecto a los productos que supuestamente no van a entrar en la República de Irlanda, esto es, mercado único. Y el currículum de Johnson no es precisamente tranquilizador.
Por otra parte, si Bruselas se muestra ahora demasiado generosa y se interpreta que los británicos consiguen finalmente su traje a medida, eso daría más alas a otros movimientos euroescépticos dentro del bloque. El negociador comunitario, Maros Sefcovic, advirtió que el anuncio del Gobierno británico supone una “seria preocupación”, y que modificar unilateralmente un acuerdo internacional no resulta “aceptable”. “Si el Reino Unido decide seguir adelante con la ley que ha anunciado, que remueve elementos constitutivos del protocolo, la UE deberá responder con todas las medidas a su alcance”, recalcó.
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