Reino Unido
La dimisión de la ministra del Interior británica cerca a Truss
La renuncia de Suella Braverman, el segundo alto cargo en abandonar el Gobierno en menos de una semana, supone un nuevo revés para la «premier», que también pierde el control del Partido Conservador
«El trabajo de un primer ministro en tiempos difíciles es seguir adelante y eso es lo que voy a hacer», matizaba Boris Johnson el pasado 6 de julio en la Cámara de los Comunes en lo acabó siendo su última sesión de control como líder del Partido Conservador. Pese a la acentuada crisis interna que vivía ya entonces la formación, el excéntrico político se negaba a presentar su dimisión. Pero tan solo 24 horas después, sus propia filas le forzaban a anunciar su renuncia.
La escena podría replicarse ahora exactamente con su sucesora. Liz Truss aseguraba este miércoles en la sesión semanal de preguntas al primer ministro en el Parlamento que era una «luchadora y no una desertora». Sin embargo, en las próximas horas podría anunciar también su salida.
Si es que no lo hace en las próximas horas porque, al cierre de esta edición, su puesto al frente del Gobierno estaba más que cuestionado tras la dimisión de su ministra del Interior, Suella Braverman. Su salida tenía lugar tan solo cinco días después de la destitución de Kwasi Kwarteng. como titular del Tesoro. En definitiva, en menos de una semana, Truss se ha visto obligada a cambiar a los dos puestos con más peso del Gabinete y pasar por la gran humillación de renunciar a su polémico plan de rebajas fiscales ante el rechazo de los mercados y sus propias filas. Nadie se atrevía a asegurar anoche que fuera a sobrevivir hasta finales de esta semana. Un escenario rocambolesco para una dirigente que lleva poco más de un mes en el número 10 Downing Street.
Ya no existe la menor duda: el Ejecutivo británico está en caos. Tras doce años en el poder, los «tories» muestran señales evidentes de agotamiento y prácticamente en Westminster se da por hecho que se acerca el final de un ciclo. La oposición laborista saca más de 30 puntos de ventaja en las encuestas a los conservadores.
En política una semana es un mundo. Pero en Reino Unido 24 horas suponen toda una eternidad porque la jornada de hoy fue frenética. Por la mañana, Truss se enfrentaba a su primera sesión de control después de que su nuevo titular del Tesoro, Jeremy Hunt, haya cancelado prácticamente en su totalidad los drásticos recortes de impuestos que ella había convertido en el eje de su mandato.
La aún «premier» volvió a disculparse por los «errores» cometidos desde que asumió el cargo el 6 de septiembre, pero reiteró que su prioridad es cumplir con sus prioridades para los ciudadanos. «Soy alguien que da la cara y que está dispuesta a tomar decisiones difíciles», dijo ante las críticas de la oposición por sus volantazos.
Pero, pese a la gran tensión que existe entre las filas conservadoras, nadie esperaba que horas después la ministra del Interior presentara su dimisión. En una carta pública explicando los motivos de su salida del Gobierno, Braverman explicó que tenía que dar un paso atrás tras haber cometido «un honesto error» y haber «infringido las normas» ministeriales. «Envié un documento oficial desde mi cuenta personal a un colega parlamentario en el que confío con el objetivo de recabar apoyos para una medida del Gobierno sobre inmigración. Lo correcto es que me vaya», recalcó.
Eso sí, la salida de Braverman fue con portazo porque en el siguiente renglón se mostraba de lo más crítica: «Me preocupa el rumbo de este Gobierno. No solo hemos incumplido compromisos clave que se prometieron a nuestros votantes, sino que tengo serias preocupaciones sobre el compromiso con el manifiesto».
El nuevo titular de Interior es ahora Grant Shapps, ministro de Transportes con Johnson. Shapps hace tan solo dos días pedía públicamente cambiar las reglas de la formación para poder echar a Truss y poner en su lugar a un «líder competente». Tras ser criticada por rodearse tan solo por aliados, la aún «premier» pretende ahora tener un Gabinete más equilibrado para garantizar su supervivencia. Quizás sea demasiado tarde.
El llamado Comité 1922 –que reúne a los diputados «tories» sin cartera– celebró ayer la primera reunión con su nueva directiva y los ánimos estaban más que caldeados. William Wragg, vicepresidente, anunció públicamente que había presentado una carta de no confianza contra Truss. En teoría, el líder de la formación está inmune a desafíos internos en su primer año. Pero es tal el descontento que se respira en las filas que no se descarta cambiar las reglas. Aunque con Johnson y Theresa May no fue necesario. Fue suficiente la presión interna para forzar su salida.
En un intento desesperado por ganarse el apoyo de los suyos, Truss se comprometió a mantener el «triple candado» en las pensiones, pese a que tan solo 24 horas antes su portavoz había sugerido lo contrario. Cuando los «tories» llegaron al poder en 2010 prometieron que las pagas se revalorizarían lo mismo que el incremento de los ingresos medios, el IPC o un mínimo del 2,5%. La cifra que fuera mayor. Y en este caso es la inflación que, según los datos oficiales publicados ayer, se situó en septiembre en el 10,1%, frente al 9,9% en agosto, el nivel más alto en cuatro décadas. El anuncio de Truss significa por tanto que millones de jubilados recibirán el mayor aumento salarial registrado, ya que la pensión estatal se disparará a 10.600 libras al año a partir de abril, lo que, según los analistas es algo «insostenible».
Truss ha perdido la confianza de los mercados y su partido. Esta misma noche la oposición laborista presentó una enmienda para prohibir el «fracking» –la polémica técnica de extracción de gas de esquisto mediante fracturación hidráulica– en lo que, a efectos prácticos, se interpretaba como una moción de no confianza contra la primera ministra: 326 votaron en contra de la petición de la oposición y 230 a favor. En definitiva, el Gobierno evitó lo que habría sido una humillante derrota por 96 votos. Pero apoyaron a la oposición 40 «tories» rebeldes, entre ellos, Kwarteng (ex ministro Tesoro despedido el viernes) y May.
Las deserciones también alcanzaron al grupo parlamentario. Wendy Morton, responsable de mantener la disciplina en partido, presentó a última hora su dimisión, así como su «número dos», incrementando así la presión contra una líder que parece tener los días contados en el Número 10.
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