A fondo
Los coptos en Egipto: encerrados para salvar su vida
En pleno siglo XXI, todavía son millones de cristianos que celebran la Navidad a medio camino entre la clandestinidad y la segregación, como ocurre en Egipto
Donde los cristianos de Europa nos reunimos en estos días para celebrar el nacimiento del Señor, nuestros hermanos en la fe sufren una suerte similar a los apestados de la Historia, marginados por su minoría. Días como este merece la pena recordar el lugar al que huyó la Sagrada Familia frente a las amenazas de Herodes, y conocer cómo viven hoy allí quienes no tienen la posibilidad de huir. Solo pueden esperar.
El Cairo, 2022. Una zona vallada separa al mundo real del barrio copto, la zona de los apestados. Para cruzar al otro lado será necesario atravesar los controles de seguridad pertinentes y ser olfateados por los perros de la policía local; los perros olfatean a los niños coptos cuando vienen y van y les gruñen si algo no les huele bien. Los niños bajan la cabeza tal y como les enseñaron sus padres, víctimas de una sumisión desoladora. Esta es la realidad copta en Egipto, una nación donde el 93% de la población es musulmana. No importa que la palabra copto proceda del vocablo griego Aigyptios, más tarde sincopada en kuptios. Noimporta que la palabra copto signifique literalmente «egipcio», porque muchos aquí no aceptan todavía un egipcio que no siga la religión de Mahoma.
Egipcios que no son egipcios
Los gobiernos de Gamal Abdel Nasser (1956-1970) y de Hosni Mubarak (1981-2011) fueron determinantes para la suerte que corre hoy la sociedad copta en Egipto. Ambos gobernantes tuvieron que beneficiar los intereses de las sociedades musulmanas del país con el fin de que éstas contribuyeran a mantenerles en el poder. Tanto Nasser como Mubarak concedieron a las sociedades musulmanas un repertorio de privilegios que no hicieron sino fortalecer su poder frente al resto de grupos religiosos de Egipto. Esto permitió el crecimiento de los grupos basados esencialmente en el uso y la propagación de un islam nacionalista, el cual vincularía la figura del Estado a una única religión. Con la llegada de la Primavera Árabe, es cierto que la sociedad egipcia sufriría una serie de cambios radicales que aún hoy siguen evolucionando, pero no cabe duda de que el daño ya estaba hecho: Nasser y Mubarak concedieron al Islam un enorme poder que ninguno de los líderes religiosos estaba dispuesto a ceder.
El aislamiento previo de los coptos dentro de la sociedad egipcia impidió que formasen una parte activa en las revueltas realizadas contra Mubarak en 2011. Mientras diferentes grupos sociales y musulmanes se abrieron paso en el nuevo espectro político de la nación, apoyándose a cada paso en su participación indiscutible a la hora de expulsar a Mubarak, la sociedad copta tuvo que limitarse a atestiguar la Historia desde el banquillo. Especial fuerza ganaron las organizaciones de jóvenes (con mayoría musulmana), el grupo Kifaya (compuesto por marxistas y musulmanes), los Hermanos Musulmanes (de ideología mixta nacionalista/islámica) y la Asociación Nacional para el Cambio (que englobaba un popurrí de ideologías inconexas entre sí). Cabe a destacar que ninguno de estos grandes grupos incluía en sus exigencias una mejora en el estilo de vida de los coptos.
Un nuevo Egipto con viejas dinámicas
Como consecuencia a esto, el gran vencedor de las elecciones celebradas entre 2011 y 2012 fueron Los Hermanos Musulmanes, liderados entonces por Mohammed Morsi. Morsi elaboró rápidamente una nueva constitución que pretendía dar forma al “nuevo Egipto” que deseaba la población local, y basta un vistazo a esta nueva constitución para adivinar la posición en la que quedaban los coptos: en lo que respecta a la identidad del Estado, se especificó que «la nación egipcia forma parte de las naciones árabes e islámicas», y en materia de religión se mantuvo que «el islam es la religión oficial del Estado», mientras que «los principios de la sharía son la principal fuente de legislación». Morsi especificó más tarde que una mujer y un copto formarían parte de su Gobierno, pero nunca cumplió esta promesa. Ni tiempo que tuvo. En 2013, los Hermanos Musulmanes fueron retirados del poder mediante un golpe de Estado perpetrado por el Ejército egipcio y se inició a continuación (otra) reorganización de la política nacional.
En esta ocasión se procuró la integración de los grupos minoritarios, afianzando así la libertad y los derechos humanos de todos los individuos que integran el Estado. Imperaba una adaptación de los coptos en la sociedad egipcia y pareció que así sería cuando una serie de leyes (entre las que destaca la normativa de 2016 para la restauración de las iglesias dañadas en las revueltas) enfocaron el problema copto. Y la nueva Constitución de 2014, aunque todavía considera el islam como religión de Estado, garantiza también la libertad de credo, algo que brindaría cierto grado de protección a las minorías religiosas en el país.
9 de abril de 2017: dos ataques perpetrados el Domingo de Ramos contra la comunidad cristiana copta en Egipto dejan un saldo de 53 muertos y 204 heridos. El Estado Islámico reclama la autoría del ataque. 26 de mayo de 2017: pistoleros del Estado Islámico ejecutan a balazos a 28 coptos que viajaban en un autobús con destino a Minya. 29 de diciembre de 2017: un extremista islámico abre fuego contra fieles reunidos en la iglesia de San Menas, asesinando a 11 coptos. 1 de enero de 2018: dos hermanos coptos son asesinados a tiros por un hombre enmascarado que chilla a la que aprieta el gatillo que “esos son cristianos”. 5 de octubre de 2020: una turba furiosa ataca y saquea las casas de los coptos de la ciudad de Samalut. Suma y sigue.
Ante esta oleada de ataques, el Gobierno egipcio tomó la decisión de aislar y cercar los barrios coptos ”por su propia seguridad”. Pasaron de largo los años donde las sociedades musulmanas mantenían un poder casi absoluto y veían a los coptos como ratoncillos endebles por los que no merecía la pena preocuparse. Más adelante, cuando Egipto avanzó en la dirección de un Estado laico, ciertos grupos reaccionaron de forma violenta, atacando, saqueando y asesinando a los coptos. Y la solución definitiva ha sido esta, aislarlos de nuevo. Reconvertirlos en apestados. Olvidarlos, esfumarlos. Pasar desapercibidos es la mejor opción que tienen los cristianos coptos en el Egipto de hoy.
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