Tribuna

La OTAN y el conflicto directo con Rusia: ¿Estamos preparados?

Putin conoce bien el punto débil de la Alianza Atlántica: la vacilación de ciertos miembros a la hora de tomar la iniciativa

Un carro de combate francés AMX 56 Leclerc durante el ejercicio militar francés 'Eagle Meda 23' celebrado en el campo de tiro de Smardan, a 230 kilómetros al noreste de Bucarest, Rumanía
Un carro de combate francés AMX 56 Leclerc durante el ejercicio militar francés 'Eagle Meda 23' celebrado en el campo de tiro de Smardan, a 230 kilómetros al noreste de Bucarest, RumaníaROBERT GHEMENTAgencia EFE

Los actores internacionales siguen de cerca la evolución del conflicto entre Rusia y Ucrania. Uno de los jefes del comité militar de la OTAN, Rob Bauer, ha declarado que la Alianza está preparada para una confrontación directa con Rusia. La OTAN suele “controlar el tiempo”, afirmó el almirante. Pero en este conflicto ruso-ucraniano, los miembros de la alianza atlántica se enfrentan a una Rusia que se les echa encima y les invade, en palabras del alto cargo de la OTAN.

Los aliados atlánticos temen las incertidumbres del conflicto, que podría agravarse, desbordar las fronteras de los dos países beligerantes e incluso desencadenar el llamado “efecto domino”, es decir, la implicación de otros Estados que a su vez entrarían en conflicto en otros lugares de Europa o del mundo. Y no faltan candidatos (miembros de la OTAN o no): Bielorrusia, China, Estados Unidos, India, Pakistán, Irán, Israel, Turquía, etc.

En muchos países occidentales, los presupuestos militares están aumentando significativamente, tras 30 años de desmantelamiento generalizado de las inversiones militares en el contexto de la feliz globalización en la que los occidentales creían (ingenuamente o no) que las fuerzas del mercado eran más poderosas que los misiles para mantener el equilibrio y la paz en el continente europeo y en otros lugares del mundo. A propósito, ¿es casualidad que el euro y la Unión Europea se proclamaron cuando la sangre yugoslava corría ante las puertas de ésta? En los años 1990-1992, los europeos necesitaban un mensaje contundente para consolidar el proyecto comunitario, su poder económico y su potencial político frente al polvorín balcánico y el caos ruso en los primeros días del colapso soviético.

Hoy en día, la OTAN y sus miembros se encuentran en la misma situación. Deben mantener y reforzar la alianza frente al enemigo directo de hoy, Vladimir Putin, y al de mañana, Xi Jinping. Tampoco es casualidad que Estados Unidos haya filtrado la información de que ha considerado varios escenarios para una guerra contra China en 2025 o 2026. Aviso a navegantes: “estamos preparados”.

Pekín y los demás observan a la OTAN, que, como Lazar, se levantó de su estado de muerte cerebral - diagnosticada por Macron en su momento - y ha encontrado un nuevo aliento como en el año de su fundación. A diferencia de la Guerra Fría entre la organización atlántica y el Pacto de Varsovia, ya no existen dos bloques geopolíticos. Del mundo bipolar pasamos a una geopolítica en la que las alianzas dan paso a asociaciones de circunstancias (por ejemplo, entre rusos, chinos e iraníes).

Así pues, los aliados atlantistas deben estar mucho más preparados. No tienen tiempo para prepararse con antelación como en el pasado, porque si el enemigo era conocido desde hace mucho tiempo (al menos desde el Tratado de Brest-Litovsk de 1942, el pacto de no agresión entre Hitler y Stalin), en 2023, la Rusia de Yeltsin y Putin, socia de la OTAN (existía un comité OTAN-Rusia), se ha convertido en enemiga. Además, dentro de la propia organización atlántica, Turquía no es un miembro fiable, no sólo por su actitud ante la inclusión de Suecia en la OTAN, sino también por sus vínculos con Rusia y… China, que ha “tejido” sus nuevas rutas de la seda que pasan por Estambul.

Aunque de momento el envío de tropas de la OTAN a Ucrania está descartado, algunos Estados miembros como Países Bajos y Polonia consideran la posibilidad de proporcionar aviones de combate a Kyiv. Estados Unidos intenta frenar su ímpetu, pero no durará mucho, pues sabe que, a pesar del peligro de escalada y de la dialéctica nuclear ruso-(post)soviética, la victoria sobre las tropas de Putin no es sólo una exigencia moral, dadas las atrocidades rusas, sino también y sobre todo geopolítica.

La OTAN es una organización basada en una alianza sólida y eficaz en sus compromisos. Su punto débil, que Putin conoce bien, es la vacilación de ciertos miembros a la hora de tomar la iniciativa sin dejarla para más tarde. El caso del canciller alemán, Olaf Scholz, y sus tanques Leopard 2 es una ilustración perfecta. No quiere que Alemania permita que la guerra de Ucrania se convierta en un conflicto entre Rusia y la OTAN. El corte del suministro de gas ruso, los debates en el seno de la coalición en el gobierno federal y la espera de la luz verde de la Casa Blanca habían retrasado varias semanas la decisión de enviar los Leopard a los ucranianos.

Otros Estados, como Francia, están preparando no sólo las necesidades logísticas de la OTAN, sino también a sus ciudadanos, comunicándoles la necesidad de estar preparados para las múltiples consecuencias de la agresión rusa y la respuesta colectiva de la organización atlántica. La guerra psicológica de las masas ha comenzado. Debemos prepararnos (¿para lo peor?).