Política

Terrorismo yihadista

Agujeros negros de la yihad en Europa

Desde 2015, los yihadistas escogen blancos fáciles como calles concurridas, mercadillos, cafés o estadios

El ataque del 11 de diciembre en el centro de Estrasburgo es tan solo el último de los sangrientos ataques terroristas que han amenazado la seguridad en Francia
El ataque del 11 de diciembre en el centro de Estrasburgo es tan solo el último de los sangrientos ataques terroristas que han amenazado la seguridad en Francialarazon

Desde 2015, los yihadistas escogen blancos fáciles como calles concurridas, mercadillos, cafés o estadios.

El ataque del 11 de diciembre en el centro de Estrasburgo es tan solo el último de los sangrientos ataques terroristas que han amenazado la seguridad en Francia. Es importante, pues nos recuerda que el yihadismo aún amenaza a Europa. El perpetrador, Chérif Chekatt, nacido en Francia y de origen marroquí, tenía 27 condenas criminales por robo y violencia y había pasado tiempo en las cárceles de Francia, Alemania y Suiza. Según las autoridades, Chekatt se radicalizó durante sus estancias en prisión. Esto no es raro entre los terroristas y los futuros terroristas y describe el problema en curso de la radicalización en las cárceles. En efecto, los reos buscan forjar nuevas identidades; allí, una interpretación violenta y fundamentalista del islam encuentra su caldo de cultivo entre los criminales ordinarios. Indiscutiblemente, existe un problema con las cárceles europeas y el modo en el que los «radicalizadores» pueden fácilmente predicar con el uso de la violencia para resolver los problemas culturales y políticos a los que se enfrentan las mentes susceptibles. Este factor también cuestiona la naturaleza y el objetivo del castigo, en particular, si las cárceles son una medida punitiva para incapacitar a aquellos que cometen un crimen o si, al contrario, existe la posibilidad de rehabilitar a los criminales. En el caso de Chekatt, las prisiones francesas, alemanas y suizas fallaron completamente en rehabilitarle. Al contrario, favorecieron la propagación de ideas extremistas violentas, que luego empujaron a Chekatt a coger un arma y matar a cuatro personas y herir a 12. En línea con los ataques yihadistas recientes, al menos desde 2015, Chekatt atacó un blanco fácil. Estos son lugares vulnerables y desprotegidos con mucha gente, por ejemplo, una calle concurrida, un café, mercadillos navideños o estadios. El problema es que estas localizaciones son casi imposibles de proteger en su totalidad. Las barreras se pueden poner para evitar que entren coches y camiones. Militares y policías pueden ayudar a patrullar las zonas, así disuaden una acción violenta y también pueden dar una respuesta rápida si ocurriera un ataque terrorista. Aun así, en Francia hay cerca de 20.000 personas en la ficha «S», un indicador de que el sistema de seguridad francés marca a los individuos que considera una amenaza seria a la seguridad nacional. Chekatt era uno de ellos, y la mañana antes de su ataque, la Policía intentó arrestarlo en conexión con un intento de asesinato, pero no le hallaron en casa. Pero tal número de personas listados en la ficha «S» hace imposible al sistema de seguridad de vigilar a cada persona considerada como amenaza.