Alemania
Alemania reactiva las deportaciones a Afganistán en plena escalada migratoria
Este gesto ilustra un nuevo posicionamiento dentro del ejecutivo alemán
Por primera vez desde agosto de 2025, un vuelo de deportación a Afganistán despegó este viernes temprano desde Alemania. El vuelo, el segundo que deporta a ciudadanos afganos a su país desde que los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021, partió desde el aeropuerto de Leipzig en un avión con destino a Kabul, fletado exclusivamente para deportar a 81 personas de nacionalidad afgana, todas clasificadas como "ausreisepflichtig", es decir, obligadas por ley a abandonar el país.
Según el ministro alemán del Interior, Alexander Dobrindt, estas personas habían sido condenadas por delitos graves y, por tanto, no podían seguir residiendo en Alemania. Lo que parecía una acción aislada y administrativa, una más dentro de los mecanismos del control migratorio, se convirtió, sin embargo, en un gesto de gran carga simbólica. El vuelo coincidió con el día en que el gobierno alemán celebró una cumbre sobre migración con cinco países vecinos -Francia, Polonia, Austria, Dinamarca y República Checa, así como con el comisario de migración de la Unión Europea, Magnus Brunner-, en un intento por reforzar una política común más restrictiva. La simultaneidad no parecía casual.
Por el contrario, subraya un nuevo posicionamiento por parte del gobierno alemán, más rígido y sobre todo dispuesto a redefinir los límites entre el discurso de los derechos humanos y la lógica de la seguridad nacional. La imagen del avión despegando hacia un país gobernado por los talibanes -con los que Alemania, oficialmente, no mantiene relaciones diplomáticas- fue también un modo de remarcar el tono del nuevo gobierno y no vino exento de críticas.
Según apunta la prensa alemana, las deportaciones a Afganistán son controvertidas debido a la amenaza de violaciones de derechos humanos en el país y, por ello, el Instituto Alemán de Derechos Humanos o la organización de derechos humanos PRO ASYL calificaron estas deportaciones como incompatibles con el Convenio Europeo de Derechos Humanos y la Ley Fundamental Alemana.
En paralelo, en Berlín, el canciller Friedrich Merz enfrentó su primera conferencia de prensa del verano. Un acto pensado para reafirmar su liderazgo y en el que hizo balance de sus primeros meses de gobierno y, tras unas semanas de conflicto dentro de su coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD), tratar de proyectar una confianza en la estabilidad de su gobierno. Sin embargo, lo que debía ser un ejercicio de autoafirmación se convirtió, de manera inesperada, en un ejercicio de contención.
La sombra de la inestabilidad persigue a la coalición
En la sala de prensa la pregunta que sobrevoló todo el tiempo no tenía que ver con los logros económicos, ni con las cifras de inversión extranjera, ni siquiera con las reformas prometidas. La pregunta era política: ¿por qué fracasó la elección de Frauke Brosius-Gersdorf como jueza del Tribunal Constitucional? La candidatura de la jurista, propuesta por el SPD, fue bloqueada por decenas de diputados de la Unión, cuyos recelos no se manifestaron a tiempo para permitir una solución negociada.
Como resultado, la votación fue suspendida en el último momento, lo que sumió al gobierno en una crisis de confianza interna que Merz intentó minimizar, pero que se instaló como un síntoma preocupante de descoordinación y fragilidad. El canciller, sin embargo, se esforzó por transmitir serenidad. "No es una crisis", aseguró Merz que asimismo se refirió a la normalidad de los desacuerdos o la necesidad de respetar la libertad de conciencia de los parlamentarios.
En esta línea, y a pesar de las disputas, Merz enfatizó la capacidad de acción de la coalición. "Este gobierno se asienta sobre una base sólida", declaró. No fue la única disputa. Además de la elección de jueces para el Tribunal Constitucional Federal, también hubo un desencuentro dentro del ejecutivo por la reducción del impuesto a la electricidad.
A pesar de que no es normal que un gobierno experimente fricciones tan temprano, Merz se mostró muy satisfecho por la cooperación dentro del gobierno. "Lo queremos y podemos lograrlo", dijo. Ante el fracaso de su primer intento de convertirse en canciller el 6 de mayo, Merz añadió que eso demuestra "que vivimos tiempos muy inciertos, incluso en lo que respecta a la supuesta seguridad en el Bundestag alemán".
Sin embargo, el gobierno, con gran unidad, ha "logrado tanto en sus diez primeras semanas que rara vez un gobierno en Alemania ha logrado en ese tiempo", matizó. Algunos medios alemanes y a pesar del optimismo del canciller apuntan no obstante que el liderazgo de Merz aún se está forjando en medio de equilibrios inestables, decisiones calculadas o errores no previstos y que la firmeza en la migración -ilustrada en el avión deportando inmigrantes- puede ser leída como gesto de autoridad, pero también como una cortina de humo frente a la desorganización interna.