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Defensa

Los aliados de Donald Trump se rebelan: han amenazado con no comprar cazas F-35

Los aranceles de Donald Trump y sus exigencias a los aliados empiezan a impactar en la venta de armamento, afectando al caza F-35

Cazas F35 estadounidenses Lookheed MartinLookheed Martin

España ha cancelado la compra multimillonaria de aviones de combate F-35. Esta decisión llega tras una disputa con Washington sobre el objetivo de gasto en defensa del 5% de la OTAN, marcando un punto de inflexión en las relaciones transatlánticas en materia de defensa.

Asimismo, esta postura no es un hecho aislado. Se inscribe en una creciente reevaluación por parte de varios países europeos, donde la fiabilidad de Estados Unidos como socio y los costes de su armamento están ahora bajo un escrutinio más exhaustivo.

En este sentido, la decisión de Madrid refleja una desconfianza cada vez mayor y refuerza la necesidad de una autonomía estratégica europea, lo que sugiere un cambio de paradigma en la adquisición de material militar en el continente.

Europa busca alternativas ante la presión estadounidense

En este contexto, la postura española responde a la búsqueda de soberanía industrial, cadenas de suministro europeas más fuertes y socios más fiables. La anulación del pedido español de F-35, junto con la de Suiza, suma aproximadamente 15.000 millones de dólares en pérdidas para el programa, según informan desde Politico. Asimismo, Suiza afronta una considerable presión para abandonar sus planes de F-35 debido a los aranceles estadounidenses, que han alcanzado el 39 por ciento. Aunque el gobierno suizo ha reafirmado su intención de adquirir estos reactores, ha ordenado una revisión, ya que Estados Unidos no ha pactado un precio final, con una decisión esperada para noviembre. Además, Portugal ha retrasado sus decisiones de compra de defensa, manifestando dudas sobre la fiabilidad estadounidense. India, según algunos informes, también ha pausado la compra de vehículos de combate de Estados Unidos por sus precios elevados, aunque sus funcionarios lo han desmentido.

Por otro lado, el programa F-35 se enfrenta a otro obstáculo importante: el incremento de costes de infraestructura. Un ejemplo palpable es la base aérea de Büchel en Alemania, donde el coste de reconstrucción para albergar estos cazas ha escalado desde 1.500 millones a casi 2.300 millones de dólares. Este considerable aumento añade presión sobre los presupuestos de defensa de los aliados. No obstante, no todos los países siguen la misma línea. El fabricante, Lockheed Martin, ha destacado que el Reino Unido, Dinamarca y Bélgica han reiterado su compromiso con el programa y han anunciado recientemente su intención de adquirir, como mínimo, diez F-35 cada uno. Esto demuestra que el escenario no es monolítico.

En definitiva, las decisiones como la de España, junto con la presión sobre otros países, marcan un punto de inflexión en las relaciones transatlánticas en materia de defensa. Impulsan una mayor autonomía estratégica europea. La inminente decisión de Suiza en noviembre se presenta como un barómetro crucial de esta tendencia, reflejará si la balanza se inclina definitivamente hacia la cautela en la adquisición de armamento estadounidense. A largo plazo, estas dinámicas podrían redefinir la cooperación en defensa dentro de la OTAN y abren una oportunidad para fortalecer la industria y la colaboración de defensa en el propio continente europeo.