Pedro Castillo bajo presión

Días atrás, el presidente peruano, Pedro Castillo, logró zafarse de la discusión en el Congreso que promovía la figura constitucional de «vacancia por incapacidad moral permanente». Desde un principio se sabía que era muy improbable que la iniciativa prosperara.

Sin embargo, lo ocurrido sienta un precedente y le inflige un pequeño daño a la legitimidad del populista de izquierda y admirador de la revolución cubana. Lo ocurrido, además, resulta una oportunidad para que toda la oposición peruana, ya de por sí muy variopinta, logre reunificarse después de las elecciones presidenciales que se celebraron en junio de este año.

Dicho reordenamiento podría ser también la oportunidad para que la sociedad civil comience a movilizarse para exigir cuentas a un presidente oscuro, reacio a los medios de comunicación, que opera en la sombra y que parece ocultar sus verdaderas intenciones. El otro asunto preocupante es la libertad de expresión, y allí los medios están llamados a convertirse en aliados de una causa que persiga proteger la democracia y defender la Constitución.

Uno de los próximos pasos, aunque no se sepa cómo, sería la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que disuelva el Congreso y redacte una nueva Carta Magna. Esa movida política fue para países como Venezuela el principio del fin; es decir, el inicio de un desmantelamiento espectacular de todo el aparato del Estado concentrando el poder en una sola persona. Considerando el perfil de Castillo, este sería uno de los mayores riesgos.

Precisamente, haber intentado desde el Congreso la discusión para la «vacancia por incapacidad moral permanente», ha sido y podría continuar siendo un freno en las pretensiones de un neo caudillo que parece decidido a implementar un modelo fracasado en el Perú.