Brasil

El detenido por intentar explotar un camión quería evitar “un gobierno comunista” de Lula

Un empresario bolsonarista confiesa que pretendía “provocar la intervención de las Fuerzas Armadas” antes de la toma de posesión del ex líder sindicalista el 1 de enero

Indígenas partidarios del presidente Jair Bolsonaro negocian con la Policía federal después de un intento de asaltar el Tribunal Supremo brasileño este domingo
Indígenas partidarios del presidente Jair Bolsonaro negocian con la Policía federal después de un intento de asaltar el Tribunal Supremo brasileño este domingoEraldo PeresAgencia AP

A pocos días de la toma de posesión del presidente electo Lula da Silva prevista el 1 de enero, la tensión en Brasil se ha multiplicado debido al intento de un empresario bolsonarista, George Washington de Oliveira Sousa,de hacer estallar un camión cisterna en el aeropuerto internacional de Brasilia. La policía brasileña ha informado este domingo que Oliveira Sousa, de 54 años, fue detenido la noche del sábado acusado de terrorismo. Brasilia se blindará el domingo 1 de enero para recibir a decenas de jefes de Estado, entre ellos el rey Felipe VI, y a una multitud que pretende festejar el regreso de la izquierda al poder.

Oliveira Sousa, un empresario del Estado de Pará a 1.700 kilómetros de Brasilia, ha confesado que construyó la bomba para “iniciar el caos” y “evitar un gobierno comunista” en Brasil liderado por Lula, explicó el comisario general de la Policía Civil del Brasilia, Robson Cândido. La investigación apunta a que Oliveira no es un lobo solitario. Aunque al cierre de esta edición seguía siendo el único detenido por este intento de atentado, Oliveira compartía un apartamento alquilado con otros sospechosos de estar involucrados en el crimen. La Policía ha encontrado en la casa un arsenal: dos escopetas, un fusil, dos revólveres, tres pistolas, cientos de municiones, cinco mezclas para hacer explosivos, un detonador remoto y uniformes de camuflaje.

El empresario bolsonarista ha confesado que colocó la bomba cerca del aeropuerto de Brasilia el día de Nochebuena, informa la policía brasileña. El conductor del camión llamó a la Policía cuando se dio cuenta de que había una caja sospechosa junto a su vehículo. La idea inicial era colocar el explosivo cerca de un poste eléctrico para dañar la distribución de energía en toda la ciudad. Sin embargo, en el último momento Oliveira decidió colocar la caja con la bomba junto al camión, que estaba cargado con queroseno. El artefacto fue desactivado por el escuadrón antibombas. Aunque hubo dos pequeñas explosiones, no se registraron daños de gravedad.

En los últimos meses, Oliveira se desplazó a Brasilia para participar en las protestas de seguidores de Bolsonaro que cuestionan el resultado de las elecciones presidenciales de octubre y exigen a las Fuerzas Armadas dar un golpe de Estado que impida la toma de posesión de Lula. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) de 77 años venció el pasado 30 de octubre en la segunda vuelta de las elecciones con el 50,9% de votos frente al 49,1% del presidente saliente, el ex capitán del ejército Jair Bolsonaro, la diferencia más ajustada desde el regreso de la democracia a Brasil tras la dictadura militar (1964-1985).

En sus escasas apariciones públicas tras su derrota, Bolsonaro no ha reconocido la victoria de Lula y ha animado a sus seguidores a unirse a las concentraciones “espontáneas” frente a los cuarteles militares. Tras varios días de tensión y cortes de carreteras tras la victoria de Lula, el líder ultraderechista se limitó a pedir a sus simpatizantes que levantasen los cortes de carreteras y “desplazasen la protesta a otros lugares” porque “hace parte de nuestra democracia”. “No piensen mal de mí”, pedía Bolsonaro a sus seguidores después de meses denunciando sin pruebas un fraude electoral a favor de Lula. A pocos días de la toma de posesión de Lula, Bolsonaro sigue sin reconocer el resultado de las elecciones.

No es un lobo solitario

El empresario detenido frecuentaba el campamento instalado desde hace semanas frente a la sede del ejército en Brasilia, donde decenas de bolsonaristas radicales exigen a los militares “una intervención” para evitar que Lula acceda al poder el domingo 1 de enero. Aliados del frente amplio creado por Lula, que incluye partidos de centro derecha, y autoridades brasileñas no bolsonaristas temen nuevos intentos de atentado.

El PT y el resto de partidos de la coalición de Lula exigen que se desaloje el campamento de simpatizantes de Bolsonaro situado en el Cuartel General del Ejército de Brasilia, a pocos kilómetros del lugar donde se celebrará la toma de posesión de Lula. Lula anunció el pasado 16 de diciembre que elevará de 23 a 37 el número de ministerios, entre ellos el Ministerio de Igualdad Racial que encabezará Anielle Franco, la hermana de Marielle Franco, una concejala asesinada en 2018. Otro nombramiento simbólico se produjo en el Ministerio de Derechos Humanos que gestionará Silvio Almeida, abogado negro reconocido por su lucha contra el racismo en la multirracial sociedad brasileña. Gerardo Alckmin, antiguo rival político de Lula de centro derecha, será su vicepresidente y asumirá el Ministerio de Industria y Comercio Exterior. Lula explicó que hubiese preferido un empresario para este ministerio pero “no logró convencer a ninguno”.

La enorme crispación alimentada por Bolsonaro antes y después de las elecciones ha provocado que Brasil encare con temor e incertidumbre la toma de posesión de Lula prevista este domingo 1 de enero. La fuerte polarización, la violencia durante la campaña y el incremento del 476% de la tenencia de armas durante el mandato del líder ultraderechista provocaron que tres de cada cuatro brasileños tuviesen miedo de sufrir un ataque por motivos políticos la última semana de campaña. Tras gobernar Brasil de 2003 a 2010 logrando sacar de la pobreza y convertir en clase media a cerca de 30 millones de brasileños, Lula afronta su tercer mandato con grandes retos como su promesa de volver a reducir drásticamente las desigualdades, ampliar los derechos de las minorías y reducir las fuertes tensiones entre sus seguidores y los simpatizantes de Bolsonaro.