Brasil
El hambre y el Amazonas, los retos de Lula en su tercer mandato
El presidente electo brasileño promete “tres comidas al día”, reducir la deforestación del Amazonas y avanzar en la integración regional
“El compromiso más urgente es acabar con el hambre”. Tras ganar las elecciones por el margen más estrecho de la historia democrática brasileña el pasado domingo, el presidente electo de Brasil, Lula da Silva, reiteró que el principal objetivo de su tercer mandato será “terminar con el hambre” que afecta a 33 millones de personas en Brasil, un 16% de su población, un drástico incremento frente a los 19 millones en 2020, apunta la Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Red Penssan).
Tras dejar la Presidencia hace doce años con un 87% de aprobación, Lula afrontará desde el 1 de enero grandes desafíos como el aumento de la desigualdad, fortalecer la recuperación económica tras los efectos de la pandemia y frenar la deforestación del Amazonas en un país fuertemente polarizado entre el frente amplio de Lula y la propuesta ultra conservadora del presidente saliente, Jair Bolsonaro.
Tras los bloqueos de carreteras y las marchas de decenas de miles de personas el miércoles que reclamaban una intervención militar para evitar la llegada al poder de Lula, Brasil ha iniciado una incierta transición que debería culminar el 1 de enero con la toma de posesión de Lula. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) ha prometido fortalecer las ayudas sociales que Bolsonaro aumentó de 400 a 600 reales (120 euros) meses antes de las elecciones.
Lula, primer presidente brasileño en ser elegido para un tercer mandato desde la recuperación de la democracia en 1985, se ha comprometido a mejorar la calidad del empleo en Brasil, donde el paro ha bajado al 8,9% pero la calidad del empleo ha empeorado. Lula sostiene que las inversiones deben dirigirse a sectores estratégicos como energía, tecnología, transportes, agricultura y ganadería para crear puestos de trabajo.
Tras sacar de la pobreza a 30 millones de personas en sus años de Presidencia de 2003 a 2010 apoyado por el auge de las materias primas, Lula afrontará un escenario económico muy diferente por la crisis energética y los efectos de la pandemia. Lula apuesta por una mayor presencia de la petrolera estatal Petrobras para mitigar el alza de precios provocado por la guerra de Ucrania. El frente amplio de Lula, desde la extrema izquierda a partidos de centro derecha, tendrá complicado sacar adelante sus reformas ante la mayoría conservadora en el Congreso brasileño.
Ante la deforestación récord del Amazonas en el primer semestre del año, Lula se ha comprometido a poner en marcha un desarrollo más sostenible, especialmente en el sector agropecuario, una de las actividades que más ha deforestado el gran pulmón del planeta. Lula pretende poner fin a la minería ilegal en territorios indígenas y crear un ministerio para atender las demandas de los pueblos originarios. El líder del PT sostiene que “es imperativo” combatir la deforestación.
El regreso al poder de Lula conllevará un intento de fortalecer Mercosur y ampliar la cooperación con los países de América Latina y el Caribe. La victoria de Lula ha reforzado el giro a la izquierda en Latinoamérica que han supuesto los triunfos de Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Xiomara Castro en Honduras y Luis Arce en Bolivia que se han unido a los gobiernos progresistas de Alberto Fernández en Argentina y Andrés Manuel López Obrador en México. Los triunfos conservadores en Ecuador, Uruguay y Costa Rica representan las excepciones del giro a la izquierda en Latinoamérica.
La izquierda latinoamericana ya prepara una cita para avanzar en la integración regional. Boric y Fernández han confirmado su presencia en la Cumbre de Países del Pacífico que se celebra en Ciudad de México el 24 y 25 de noviembre. Aunque Lula mantiene buenas relaciones con Obrador, su presencia está en el aire. Lula afronta un tercer mandato muy lejos del 87% de aprobación con el que dejó la Presidencia en 2010. Casi la mitad de los brasileños rechaza a Lula debido a los 19 meses que estuvo en prisión condenado por lavado de dinero, una pena que fue anulada por la parcialidad del juez Sergio Moro, y las tramas corruptas en el PT.
Lula deberá convencer de las bondades de su tercer mandato incluso a su propio electorado. “Mucha gente votó en contra de Bolsonaro, no a favor de Lula. La elección ha demostrado que el rechazo a Bolsonaro es mayor que el rechazo a Lula”, explica André Kaysel, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Campinas. Tras su victoria el domingo por un escaso margen de 2,1 millones de votos, Lula ha reconocido que tiene por delante “una difícil tarea” que empieza por unir, o al menos limar asperezas, entre sus simpatizantes y los seguidores de Bolsonaro.
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