Premios Nobel

Nobel de la Paz a Corina Machado: mucho más que un premio simbólico

Políticamente, el galardón eleva a Machado a una categoría inédita en la historia venezolana

El Premio Nobel de la Paz concedido a María Corina Machado es mucho más que un reconocimiento simbólico: representa un punto de inflexión en el conflicto político venezolano y un giro en la ecuación de poder entre la oposición, el chavismo y los actores internacionales.

El anuncio, realizado de madrugada por el Comité Noruego del Nobel, sacude el tablero político. Machado, que permanece en la clandestinidad desde principios de año, es presentada a escala mundial como una incansable promotora de los derechos democráticos del pueblo venezolano “y su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”, como la describió el Comité.

La escena -una llamada a las cinco de la mañana desde Oslo-además no solo premia a una dirigente perseguida, que no hay seguridad de que pueda acudir a la ceremonia, sino que eleva el costo político y diplomático de “tocar” a Machado. El régimen de Nicolás Maduro varias veces ha amenazado con capturarla, ha dicho saber dónde está, y ha anunciado que “pronto” estaría enfrentando cárcel. Pero ahora su figura cuenta con un escudo internacional de legitimidad y visibilidad.

El premio también contribuye a desmontar una narrativa del Gobierno, la de que Nicolás Maduro es víctima del “imperialismo”norteamericano que amenaza la soberanía de un país con acciones violentas. El anuncio en Noruega ocurre menos de 24 horas después de que el gobernante venezolano envió una carta al secretario general de Naciones Unidas para pedir que el Consejo de Seguridad sea convocado de manera urgente para tratar las “inminentes amenazas” de un ataque militar ordenado por Washington en territorio venezolano.

Estados Unidos mantiene una flota militar en el Caribe en acciones “contra el narcotráfico”, mientras Venezuela se blinda con ejercicios militares y anuncia alistamiento y entrenamiento de civiles para responder a una eventual escalada bélica.

Asimismo, hará más cuesta arriba al chavismo su defensa de una “normalidad democrática” dentro del país, y de la legitimidad de las autoridades nacionales. El foco vuelve a estar en las cuestionadas elecciones, las masivas movilizaciones y la consiguiente represión.

Según el chavismo, María Corina Machado ha pedido una invasión contra el país, pero el señalamiento puede perder peso ante una líder reconocida por su apuesta por la vía pacífica y democrática. La atención mundial que generó la expectativa del Nobel -incluso con Donald Trump como posible ganador-terminó enfocándose en Venezuela y en la historia de unas elecciones, las del 28 de julio, cuyo resultado el chavismo aún se niega a publicar de manera detallada, y con evidencias de que resultaron en un triunfo de Edmundo González, ahora exiliado en Madrid.

Políticamente, el galardón eleva a Machado a una categoría inédita en la historia venezolana. Ningún otro dirigente opositor posee hoy su combinación de respaldo popular, capital simbólico y legitimidad internacional. Es, por tanto, un sello claro de que la fundadora de Vente Venezuela es una interlocutora inevitable en cualquier proceso de negociación política sobre una transición en Venezuela.

Machado sabe jugar sus cartas. El premio llega después de que un grupo de senadores y congresistas republicanos de Estados Unidos la postulara en agosto de 2024, incluyendo a Marco Rubio, ahora secretario de Estado y principal ariete de Washington contra Maduro.

En un mensaje publicado en X este viernes, dedicó el premio a Trump como su gran aliado internacional, colgándole la medalla indirectamente y atajando las intrigas a partir del supuesto deseo del mandatario estadounidense de ser él el galardonado por “haber logrado evitar siete guerras”.

Antes de que Trump llamara a Machado para felicitarla, como reportó Bloomberg, uno de sus voceros en la Casa Blanca, Steven Cheung, escribió en X que el Comité del Premio Nobel antepuso “la política a la paz”. Y el enviado especial Richard Grenell, que negoció directamente con Maduro la liberación de norteamericanos presos entre enero y junio, escribió que el premio Nobel “murió hace años”.