Elecciones

El antieuropeo Simion, favorito en la segunda vuelta de las presidenciales en Rumanía

El candidato de extrema derecha admira a Trump y aboga por poner fin a la ayuda a Ucrania

El candidato populista y antieuropeo George Simion gesticula durante un debate electoral
Romania ElectionASSOCIATED PRESSAgencia AP

Este domingo 18 de mayo se decide el futuro cercano de Rumanía, uno de los países más pobres de la Unión Europea, cuyas elecciones no suelen suscitar mayor interés. Se trata de una cita inusual en términos de expectación, ya que la situación actual es excepcional: desde noviembre, Rumanía está sin gobierno tras la anulación de los últimos comicios por parte del Tribunal Constitucional, que alegó irregularidades relacionadas con financiación ilegal e injerencia extranjera.

En ese contexto, ha emergido con fuerza George Simion, un joven de 38 años que estudió Economía e Historia, y que el pasado 4 de mayo ganó la primera vuelta con un contundente 41% de los votos. Simion es diputado y presidente de la Alianza para la Unión de los Rumanos (Partidul Alianța pentru Unirea Românilor), un partido de extrema derecha fundado en 2019, que forma parte de la Alianza de los Conservadores y Reformistas Europeos.

El ascenso de Simion ha sido favorecido por el descrédito de los partidos tradicionales, acusados de décadas de corrupción, estancamiento económico y malas gestiones. Pero también su retórica en contra de la “venta del país” a extranjeros le ha canjeado el favor de los votantes en un país en el que si bien el PIB se multiplicó por seis entre 2000 y 2021, la calidad de vida no ha mejorado a dicho ritmo. Desde su ingreso en la OTAN en 2004 y en la Unión Europea en 2007, Rumanía ha transitado un camino difícil hacia la estabilidad.

Tras más de 40 años de dictadura comunista bajo Nicolae Ceaușescu, la transición democrática ha sido caótica, con avances desiguales y persistentes problemas estructurales y el país no termina de ser Europa en el sentido del bienestar, sino que sigue siendo uno de los más pobres de la Unión. Los desafíos del país son múltiples: la corrupción sigue siendo endémica, el mercado negro representa el 25% del PIB y una ola de privatizaciones en 2010 dejó heridas abiertas en el tejido social. El euro todavía no ha sido adoptado, y gran parte de la población vive con salarios bajos.

Uno de los principales aliados de Simion es Călin Georgescu, un euroescéptico y ultranacionalista que inicialmente había ganado las elecciones anuladas. Su exclusión del proceso electoral por las irregularidades mencionadas abrió el camino para que Simion heredara gran parte de su apoyo y generó una sensación de elecciones robadas en buena parte del electorado. En este contexto, el desencanto con la clase política tradicional ha alimentado el auge de la extrema derecha. Las promesas de orden, soberanía y ruptura con las élites tradicionales resuenan especialmente entre los jóvenes y sectores rurales.

Además, la guerra en Ucrania también ha impactado a Rumanía, que comparte frontera con el país invadido y ha recibido a más de 200.000 refugiados. El puerto de Constanza se ha convertido en un nodo logístico clave para la exportación del cereal ucraniano, elevando la relevancia estratégica de Rumanía dentro del conflicto europeo. El estacionamiento de tropas en el país ha sido uno de los temas de la contienda electoral, ya que a vistas de Simion compromete al país en un posible conflicto con Rusia que dice querer evitar. A raíz de la guerra en Ucrania, la OTAN estableció un grupo de combate multinacional liderado por Francia que incluye tropas belgas, neerlandesas y de otros países aliados.

El principal rival de Simion es el actual alcalde de Bucarest, Nicușor Dan, de perfil técnico y orientación proeuropea, quien representa la alternativa moderada. Y es que a Simion se le considera cercano a Putin. A pesar de su experiencia en la gestión municipal, su campaña ha tenido dificultades para conectar emocionalmente con el electorado y además se vio envuelto en un escándalo tan solo una semana antes de las elecciones, desatado por la publicación de unas fotos en las que aparece en una reunión con un controvertido antiguo responsable de los servicios de inteligencia rumana, tal como informó Efe. A pesar de que el político ha asegurado que dichas fotos han sido falseadas con inteligencia artificial y ha denunciado el caso ante la fiscalía, es difícil valorar el impacto que, a pesar de todo, pueda tener en algunos electores.

Mientras tanto, el presidente saliente Klaus Iohannis —de origen germano-rumano, termina su mandato sin haber logrado la adopción del euro ni grandes reformas estructurales. Todo apunta a que estas elecciones no solo decidirán el futuro inmediato del país, sino también marcarán el rumbo de su relación con Europa. El ascenso de un joven populista, admirador de Donald Trump y abiertamente nacionalista, podría ser una señal más del giro hacia la derecha que se vive en varias democracias europeas y su oposición a continuar el apoyo incondicional a Ucrania podría abrir una grieta en el flanco este de Europa que desde Bruselas se trata de sellar desde el primer momento.