Guerras y conflictos

Avance a sangre y fuego hasta las puertas de Mosul

Conductores suicidas, bombas trampa, francotiradores, túneles... El Daesh desplegará todas sus tácticas para defender su bastión y contraatacar.

Entrada e interior de dos túneles.
Entrada e interior de dos túneles.larazon

Conductores suicidas, bombas trampa, francotiradores, túneles... El Daesh desplegará todas sus tácticas para defender su bastión y contraatacar.

Diversas fuentes de Inteligencia sospechan que entre 3.000 y 5.000 yihadistas están preparados para defender a sangre y fuego la ciudad de Mosul, aunque el Pentágono confirmó hace unos días que los líderes del Daesh habían comenzado a huir hacia Siria. Han dejado a los voluntarios extranjeros la misión de enfrentarse al Ejército iraquí y las fuerzas kurdas, y agotarán todos sus recursos para dificultar la toma de la ciudad: ya nadie duda de que su rendición es sólo cuestión de tiempo.

Los escudos humanos y las ejecuciones no bastan. Para la defensa de las ciudades, el Estado Islámico usa coches y camiones suicidas acorazados con los que repeler los disparos de mortero y no errar en su objetivo. Los caminos de entrada están plagados de IED (artefactos explosivos) y minas terrestres para hacer retroceder a las tropas. Los yihadistas «plantan IED (Artefactos Explosivos Improvisados) en los caminos y colocan explosivos dentro de toda clase de vehículos, desde coches, furgonetas, tractores hasta excavadoras que un conductor suicida hace estallar para detener a las tropas en su avance», explica a LA RAZÓN el coronel Ali, de la División 15 del Ejército iraquí. Este militar guarda en su teléfono móvil una galería de fotos de vehículos suicidas «blindados» de los yihadistas. Parecen sacados del universo de Mad Max.

El EI cuenta también con francotiradores expertos y combatientes que se mueven con agilidad y rapidez por túneles subterráneos que conectan una localidad con otra, detalla el mando militar iraquí. En las dos últimas semanas, los «peshmerga» y las tropas iraquíes han liberado decenas de poblaciones en la ribera del río Jazer. La región de Jazer, al este de Mosul, es uno de los frentes abiertos para cercar al EI en Mosul. Lo más sorprendente es que debajo de cada una de las poblaciones liberadas por las fuerzas antiyihadistas se ha descubierto una impresionante red de túneles que conecta las viviendas entre sí. Los pasadizos secretos no están simplemente excavados con taladro mecánico, sino que fueron revestidos con cemento para proteger las paredes de un eventual derrumbe. Por la parte superior pasa una enmarañada red de cables para conectar bombillas y ventiladores. Algunos de los pasillos terminan en bóvedas donde hay apilados decenas de colchones, mantas y almohadas.

Parece como si los yihadistas lo tuvieran todo perfectamente planificado para poder aguantar durante semanas o meses bajo tierra. Desde los túneles podrían sorprender al enemigo en una emboscada o moverse de lado a lado de la ciudad para evitar ser alcanzados por los bombardeados aéreos.

El EI cuanta además con drones de vigilancia y en su arsenal militar tienen fusiles AK47 de origen soviético, ametralladoras BKC de fabricación inglesa o tipo DOSHKA –rusas–, lanzagranadas RPG o rifles de francotirador Dragonoff rusos, entre otras armas de guerra. Los francotiradores del grupo yihadista «han conseguido duplicar la distancia del tiro de 700 a 1.400 metros de distancia», dice un mando «peshmerga» a LA RAZÓN.

El EI empieza a sentirse desesperado. Para ocultarse de los bombardeos aéreos está quemando neumáticos e incendiando pozos de crudo, echando por la borda una de sus principales fuentes de financiación. A medida que se avanza a la última línea defensiva en Al Qayara, a 45 kilómetros al sur de Mosul, el cielo se vuelve apocalíptico. Espesas columnas de humo negro se elevan desde los pozos de petróleo que han incendiado los yihadistas a unas pocas decenas de kilómetros para imposibilitar la visibilidad a los cazas de EE UU y helicópteros del Ejercito iraquí.

Lo que más preocupa a los mandos militares es que cuando avancen todavía más las tropas hacia Mosul, los yihadistas podrían llevar a cabo un ataque químico. La semana pasada ya hicieron dinamitar una parte de la planta de azufre de Mishraq, ubicada a apenas unos 15 kilómetros de Al Qayara. La quema de combustible liberó partículas de sulfato de azufre que están contaminando el aire, lo que podría provocar un importante desastre medioambiental y enfermedades respiratorias.

ente es la capacidad de dispersarse en pequeños grupos por toda la ciudad lo que hace sospechar que son células durmientes.

También se teme lo que pueda ocurrir en el nuevo frente que se abrirá en la provincia de Kirkuk, a 175 kilómetros al sureste de Mosul, para liberar Hawiya y otros pueblos situados sur de la capital homónima de esta provincia petrolera. Para retrasar las operaciones, el EI envió el fin de semana pasado a Kirkuk un comando suicida de cien yihadistas, que ocuparon por algunas horas edificios gubernamentales, hoteles, escuelas y mezquitas sembrando el pánico entre la población.

El Daesh demostraba así que aunque está herido sigue teniendo fuerzas para contraatacar. En casi todos los edificios que fueron tomados se repetía la misma fórmula: unidades de tres a cuatro combatientes pertrechados con chalecos de explosivos y armas automáticas que se atrincheraban y combatían hasta la muerte contra las fuerzas de seguridad. Precisam