Asia
China insta a EE UU a dejar de interferir en sus asuntos
El ministro chino de Exteriores marca las «líneas rojas» antes de la visita de Blinken el domingo a Pekín
El secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, y su homólogo chino, Qin Gang, han intercambiado impresiones por teléfono y han dejado bien definidas sus respectivas posturas. La excusa de dicha plática es, quizás, la proyectada visita de Blinken a Pekín, que se supone que está prevista a partir del próximo domingo.
Las relaciones entre ambos países, tensas ya de por sí, se han deteriorado más si cabe a raíz de las recientes informaciones aparecidas en medios de comunicación estadounidenses, según las cuales China estaría operando un centro de espionaje en Cuba. El lunes pasado, Blinken denunció que Pekín lleva tiempo utilizando la isla para recabar información de inteligencia, y admitió que su administración estaba al corriente de la cuestión desde hacía años, pero como un asunto heredado de la previa presidencia de Donald Trump.
Este último movimiento de EE UU fue criticado con fiereza por China, por considerarlo una manera de " retomar la misma página del libro de jugadas estadounidense”.
Tras la entrevista del miércoles, el consejero de Estado y ministro de Asuntos Exteriores chino dejó patente su firme posición, asegurando que las relaciones entre su país y Estados Unidos “han encontrado nuevas dificultades y desafíos”. Qin aclaró su rotunda actitud respecto a preocupaciones centrales se su país, como la cuestión de Taiwán, enfatizando que EE UU. “debe respetar, dejar de interferir en los asuntos internos de China y dejar de perjudicar los intereses soberanos de seguridad y desarrollo en nombre de la competencia”.
"China siempre ha considerado y gestionado las relaciones sino-estadounidenses de acuerdo con los principios de respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación beneficiosa para todos, impulsados por el presidente Xi Jinping", subrayó.
El diplomático chino expresó además su deseo de que Washington “adopte medidas prácticas para aplicar el importante consenso alcanzado entre los dos jefes de Estado en la reunión del G-20 de noviembre en Bali, así como los compromisos pertinentes contraídos por EE UU. Entre ellos, el acercarse a China, gestionar eficazmente las diferencias entre ambos, y promover los intercambios y la cooperación mutua”. El objetivo de sus anhelos es, según sus palabras, lograr que las relaciones bilaterales “se encaminen de nuevo hacia un desarrollo sano y estable”.
Por su parte, el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Matthew Miller, explicó a través de un comunicado que “Blinken discutió la importancia de mantener abiertas las líneas de comunicación para manejar responsablemente la relación entre ambos, a fin de evitar errores de cálculo y conflictos. Además, abordó una serie de asuntos bilaterales y globales".
El portavoz añadió que la parte estadounidense "dejó claro que continuaría utilizando los compromisos diplomáticos para plantear áreas de preocupación, así como áreas de cooperación potencial".
Se espera que Blinken llegue a Pekín el próximo domingo, tras semanas de gestiones diplomáticas entre ambos países para intentar rebajar las tiranteces actuales. Se trata del primer viaje de un alto diplomático estadounidense a territorio chino, desde el de su predecesor Mike Pompeo, en octubre de 2018, según han declarado funcionarios estadounidenses bajo condición de anonimato.
Cabe recordar que el secretario de Estado estadounidense canceló abruptamente un viaje a China previsto a principios de febrero, después de que la Casa Blanca comunicara que había detectado -y posteriormente derribado- un supuesto globo de vigilancia chino que sobrevolaba su territorio continental, lo que provocó la furia de los legisladores estadounidenses y el posterior desmentido de Pekín.
Sin embargo, recientemente ambas partes han tratado de mantener a raya las fricciones, por ejemplo, con una extensa reunión a puerta cerrada entre el asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan, y el alto diplomático chino, Wang Yi, celebrada en Viena el mes pasado.
Tras el encuentro telefónico para encarrilar las devastadas relaciones, un nuevo encontronazo entre las partes salió a la luz la tarde del miércoles. Esta semana, el sitio web de noticias estadounidense “The Messenger” publicó que el gobierno estadounidense está preparando un plan de evacuación para sus ciudadanos residentes en Taiwán. Según un funcionario anónimo de los servicios de inteligencia, el proyecto llevaría en marcha al menos seis meses y se ha intensificado últimamente debido al reciente "aumento del nivel de crispación".
Desde la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado chino, Zhu Fenglian, apuntó a “que este asunto demuestra que el gobierno estadounidense ha hecho cálculos para abandonar la isla en cualquier momento, después de convertirla en un campo de minas y un depósito de municiones, mediante continuas provocaciones y ventas de armas”. "Si estalla una guerra al otro lado del estrecho de Taiwán, la isla se convertirá en un campo de batalla y sus habitantes acabarán siendo carne de cañón. Pero los estadounidenses se irán sanos y salvos", señaló Zhu. La portavoz añadió que lo que Washington pretende es replicar en esa isla “su planteamiento en Irak, Siria y Afganistán, donde Washington acaba de retirarse dejando un sinfín de disturbios, división y devastación”.
Esta última fricción se añade al fuerte aumento de los enfrentamientos entre las dos mayores economías del mundo, especialmente en torno a Taiwán, la democracia autónoma que Pekín reclama y no descarta tomar por la fuerza. Además, la creciente asertividad china en la región, así como cuestiones comerciales y de derechos humanos, son motivo de desacuerdo constante.
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