Guerra en Ucrania

Cita en el Vaticano: una oportunidad para la paz

Vance y Zelenski se saludan por primera vez después de la encerrona en la Casa Blanca y antes de la llamada de mañana de Trump

efes de estado y de Gobierno, reyes, políticos, aristócratas, diplomáticos, jeques de los petrodólares, líderes religiosos, representantes ecuménicos y más 150.000 fieles se reunieron ayer en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, para asistir a la misa inaugural del papado de León XIV. Las sillas dispuestas alrededor del altar que presidió la ceremonia con la imagen de la Virgen del Buen Consejo, estaban a rebosar de los hombres y las mujeres con la capacidad para luchar directamente contra la desigualdad, detener las guerras y defender los derechos humanos. La guerra de Ucrania, el conflicto en Gaza y Cisjordania, el avance del terrorismo yihadista y el islam radical y excluyente en África y Asia, la potencial guerra comercial entre Estados Unidos y China, son solo algunos de los temas a los que León XIV se tendrá que enfrentar. Sin embargo, en las manos de las docenas de líderes que rezaron con él durante la inauguración estará que esas crisis mundiales no engullan a la Tierra y la lancen a un nuevo conflicto global.

La conjunción de las más de 150 delegaciones internacionales desfilando antes de la misa no se volverá a ver hasta el final del pontificado que empieza. Las miradas estaban puestas tanto en el vicepresidente estadounidense, JD Vance, quien, según fuentes de Washington, podría tener una reunión privada con el pontífice, y en la presencia del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, el único líder europeo vestido con una guerrera negra ya que, como recordó durante la encerrona que le tendieron en la Casa Blanca, solo volverá a vestir con traje cuando termine la guerra en su país. Zelenski y el nuevo papa también se reunieron ayer en privado tal y como escribió el ucraniano en sus «agradecemos a su santidad la audiencia». Antes de la ceremonia, el presidente ucraniano pasó por delante de la delegación estadounidense, que estaba situada en las primeras filas junto a las Casas Reales, entre ellas la española, y saludó brevemente a J.D Vance y a los enviados del presidente, Donald Trump, el gran ausente en la entronización. Mostraron una imagen cordial y alejada del contencioso político que el vicepresidente protagonizó en la Casa Blanca con sus ataques directos contra Zelenski. Por su parte, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, aseguró el sábado que el Vaticano podría ser la sede de unas posibles conversaciones de paz entre Moscú y Kiev. Así, se hizo eco de las palabras de León XIV, quien se comprometió personalmente a hacer «todos los esfuerzos posibles» para ayudar a poner fin a la guerra.

Además, Rubio, que también estuvo presente en la entronización, se reunió con el representante del Vaticano en Ucrania, el cardenal Matteo Zuppi, para discutir las posibles maneras en que podrían «ayudar en las conversaciones de paz», las cuales fracasaron ayer en Estambul, «y en el camino a seguir», que después del fiasco en Turquía y el mayor ataque ruso con drones contra Ucrania, que tuvo lugar el sábado, parece tan atascado como siempre. Tras el naufragio de las negociaciones el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, volvió a poner sobre la mesa la oferta de que la Santa Sede sea el escenario de unas negociaciones directas.

La misa de inicio del pontificado también ha sido una oportunidad para enmendar las relaciones con Israel, después de que el Papa Francisco fuera muy crítico con el conflicto en el país. Por eso invitaron al presidente israelí, Isaac Herzog, el líder político que pasó más desapercibido entre los cabezas de estado, políticos y diplomáticos internacionales. Antes de la entronización se reunió con el nuevo pontífice, al que invitó a visitar Israel. «Llevo conmigo un mensaje de amistad, respeto y diálogo», aseguró al rotativo vaticano L’Osservatore Romano. Asimismo, habló del ataque de Hamás y de los rehenes que siguen en manos del grupo terrorista. «Debemos comprender el dolor de mi pueblo. El 7 de octubre fue una masacre de personas que soñaban con la paz y convivían con vecinos que los atacaron con crueldad. Eso no se puede minimizar», explicó Herzog. Sobre los rehenes declaró que «si son liberados, se producirá un cambio drástico y positivo, no solo en Gaza, sino en toda la región». No obstante, no comentó nada sobre la operación militar que causa centenares de muertos palestinos civiles al día.

El papado de León XIV ha empezado con una narrativa contra las guerras que asolan al mundo. «En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios. Nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de fraternidad», aseguró el pontífice durante su homilía. Ahora, la cuestión será si las decenas de líderes mundiales que le besaron la mano al terminar la misa también tienen en sus corazones el mismo mensaje de amor y paz.