Gran Coalición
Conservadores y socialdemócratas alcanzan un acuerdo para formar Gobierno en Alemania
La guerra comercial de Trump acelera la negociación de otra nueva Gran Coalición entre la CDU/CSU y el SPD mes y medio después de las elecciones
Tras cinco semanas de intensas y herméticas negociaciones, la Unión Cristianodemócrata (CDU), junto a su hermana bávara, la Unión Socialcristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) alcanzaron este martes por la noche un acuerdo para formar una nueva coalición de gobierno. La noticia, anticipada por la cadena alemana de noticias NTV, marca un punto de inflexión en el panorama político germano, profundamente alterado por la fragmentación del voto en las elecciones federales recientes y por la creciente presión internacional.
Según esta televisión, los detalles del acuerdo se darán a conocer el miércoles a las 12 de la mañana en una rueda de prensa en la que comparecerán el presidente de la CDU, Friedrich Merz; el líder de la CSU y primer ministro de Baviera, Markus Söder; y la copresidenta del SPD, Saskia Esken.
La jornada del martes ya había dejado entrever que el desenlace estaba cerca. A primera hora, voces clave dentro de los tres partidos mostraron un inusual optimismo. “Estamos en la fase final”, aseguró Anke Rehlinger, ministra-presidenta del Sarre. Jens Spahn, diputado de la Unión conservadora, coincidía: “Tiene que suceder rápidamente y tiene que ser bueno”. Las negociaciones habían estado atascadas en asuntos de alta complejidad como la reforma fiscal, los recortes presupuestarios y principalmente la respuesta económica a la disputa arancelaria con Estados Unidos. Todo ello en un contexto de inestabilidad bursátil global, con una ciudadanía cada vez más impaciente por la formación de un gobierno y en un ambiente en el que las filtraciones fueron escasas debido a la extrema confidencialidad de las conversaciones. “Estas negociaciones se llevan a cabo bajo una enorme presión temporal”, señaló Manuela Schwesig, ministra-presidenta de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, aludiendo al clima internacional. No exageraba. La combinación de tensiones geopolíticas, el desafío climático, la inflación persistente y el desgaste institucional por años de coaliciones inestables, hacían del acuerdo algo más que un pacto político: era una necesidad democrática. Ahora, y de concretarse lo previsto, el acuerdo permitirá a Friedrich Merz cumplir su ambiciosa promesa de cerrar una coalición antes de Pascua. Se estima que su investidura como canciller podría celebrarse el próximo 6 de mayo en el Bundestag.
Pero quedan interrogantes abiertos. El más inmediato: ¿cómo se presentará el acuerdo al público? Los analistas plantean tres escenarios. El primero, y quizás más probable, alude a una presentación del pacto sin reparto de ministerios ni nombres propios. Esto permitiría centrar la atención en el contenido del programa y facilitaría la aprobación interna en cada partido, especialmente en el SPD, que requiere el voto de su militancia. El segundo modelo emula el precedente de la pasada coalición; es decir, anunciar los distintos puntos y el reparto de carteras, pero sin revelar nombres. Una fórmula que ganaría tiempo frente a posibles roces personales, aunque abriría la puerta a especulaciones mediáticas. El tercer escenario, el más transparente pero también el más improbable, implica presentar el acuerdo, así como los nombres y carteras. No obstante, y hasta que se pueda desvelar todo, el semanario “Focus” ya sugiere que Markus Söder podría aspirar a un cargo influyente e incluso podría colocarse como vicecanciller; algo que también apunta el periódico “Bild”. En cualquier caso, el líder bávaro quiere tener voz y voto en los futuros comités de coalición.
Más allá de cómo se haga el anuncio, el acuerdo nace con una fractura latente: la baja confianza de los votantes socialdemócratas en el liderazgo de Merz. Según un estudio publicado por NTV, solo el 25% de los simpatizantes del SPD lo consideran apto para el cargo de canciller. La encuesta de Forsa es aún más contundente: el 69% lo rechaza como la persona para liderar el país. No obstante, entre sus propios seguidores, la aprobación es abrumadora: un 79% respalda su idoneidad. La división es también territorial. En el oeste del país, un 34% considera a Merz apto para el liderazgo, frente al 59%. En el este, esa proporción desciende al 19%, lo que refleja una brecha entre los ciudadanos, no solo en términos económicos, sino también de percepción política. La alianza entre la Unión y los socialdemócratas evoca fórmulas de gran coalición del pasado. Pero esta vez, el contexto es diferente ya que el multipartidismo se ha afianzado en un contexto de avanzada polarización.
De hecho y lo más alarmante para el próximo ejecutivo no viene solo de la desconfianza ciudadana, sino del ascenso de la extrema derecha. Seis semanas después de las elecciones, las preferencias de los votantes apenas se han movido, pero una nueva encuesta del instituto INSA para “Bild” coloca, por primera vez, a los ultras de Alternativa para Alemania empatados con la Unión conservadora en intención de voto, con un 24% cada uno. En comparación, el SPD ha caído al 15%, lejos del ya escueto 16,4% que obtuvo en los comicios de febrero.