Francia

Coser las fracturas

La Razón
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- ¿El resultado es más una derrota a corto plazo para Le Pen o una victoria de su partido de cara al futuro?

–Con el 66%, Macron ganó con un margen más amplio del previsto. Sin embargo, hay otra lectura. El Frente Nacional (FN) puede ver el resultado como una derrota, pero también como una victoria, al haber doblado el 18% obtenido por Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones de 2002 y también el propio resultado cosechado por su hija Marine en la primera vuelta de las elecciones de 2012. Con un 34% de apoyo y 10,6 millones de votos, el FN ha alcanzado su punto más alto y usará esto como plataforma para hacer una fuerte oposición bajo la presidencia de Macron.

- ¿El resultado supone definitivamente la normalización de la ultraderecha como fuerza política en Francia?

–Le Pen se ha centrado ahora en la renovación del partido. Cambiará el nombre y revisará el programa para hacerlo más atractivo a los votantes conservadores. Lo que demuestra esta elección no es la derrota del Frente Nacional, sino su progresiva normalización y su creciente implantación dentro del paisaje político. La prueba está en la habilidad de Le Pen para atraer tres millones de votos más entre la primera y la segunda vuelta, una mina a la que ha accedido por primera vez.

- ¿Se traducirá este gran apoyo a Le Pen en una gran representación parlamentaria en las elecciones a la Asamblea Nacional de junio?

–Al Frente Nacional le irá mal, ya que el sistema mayoritario a doble vuelta le privará de escaños en relación con el número de votos que consiga. Entre las propuestas de Macron figura la de introducir un elemento de representación proporcional, algo que podría beneficiar en el futuro a Le Pen. La elección de Macron ha frenado al FN por ahora, pero sólo por ahora.

- ¿Cree que Macron será capaz de sacar adelante su política reformista?

–Debe resolver los problemas que han alimentado el atractivo popular del Frente Nacional. Eso significa combatir asuntos complejos, y no sólo los relacionados con las prioridades más urgentes, como la economía y la creación de empleo, sino también temas como la inmigración, el islam, la seguridad, la globalización y la Unión Europea. Macron sólo podrá llevar a cabo su agenda reformista si es capaz de lograr una mayoría de gobierno en las elecciones legislativas.

- ¿Cómo queda el paisaje político tras las presidenciales?

–Es un escenario de profundas fracturas. Francia tiene ahora cuatro campos políticos con casi el mismo apoyo: la extrema derecha nacionalista y proteccionista de Le Pen; el bloque conservador de centroderecha; el liberal y proeuropeo de centro izquierda (Macron) y un partido antiglobalización de extrema izquierda, liderado por Mélenchon. Éste es el escenario desde el cual el nuevo presidente debe impulsar a una mayoría de gobierno cohesionada. Pero un 60% de los encuestados no quiere el movimiento ¡En Marcha! de Macron obtenga dicha mayoría, así que la tarea será formidable. Si no se asegura su propia mayoría, tendrá que buscar una «coalición de voluntades» para sacar adelante sus reformas o resignarse a una problemática cohabitación con sus rivales. Esta elección abre un periodo de gran incertidumbre en la política francesa. Pero una cosa es segura, Macron tiene que hacerlo bien. Francia no puede permitirse otro presidente que lo empeore.