Literatura

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Diego Enrique Osorno: «La clase política latinoamericana es muy autoritaria y corrupta»

El periodista publica «Slim», un relato equilibrado sobre la vida del hombre más rico de México y, también, un retrato de un país con grandes desigualdades. Asegura que el magnate mexicano amasó su fortuna gracias a sus conexiones dentro del PRI, que le dio el monopolio de la telefonía durante 18 años

Diego Enrique Osorno
Diego Enrique Osornolarazon

Acaba de publicar «Slim», un relato equilibrado sobre la vida del hombre más rico de México y, también, un retrato de un país con grandes desigualdades

El periodista mexicano Diego Enrique Osorno (Monterrey, 1980) comenzó a indigar en la vida de Carlos Slim tratando de responder a una pregunta. ¿Puede uno de los hombres más ricos del mundo ser una buena persona? La respuesta está en «Slim», publicado en España por la editorial Debate.

–¿Qué es lo que más le ha sorprendido del personaje?

–El contraste entre alguien con una capacidad tremenda para intimidar y arrasar en países con estructuras débiles y, al mismo tiempo, el tipo tan austero y sencillo que es en el trato.

–¿Se sintió usted intimidado durante la investigación?

–Sí, hubo amenazas de gentes cercanas a él. No sé si las orquestó el propio Slim o fue iniciativa de sus colaboradores, pero sí que hubo varias noches que no dormí pensando en lo que podría pasar. Durante las entrevistas que le hice, sin embargo, sentí que él respetaba mi postura crítica.

–¿Y cuál es esa postura?

­–Que las conexiones con el Gobierno, el factor político, fue decisivo en la creación de su fortuna. En las entrevistas que le hice, se daba cuenta de que a pesar de los argumentos que me daba yo no retiraba esta visión crítica.

–¿En qué consistió esa conexión con el Gobierno mexicano?

–Durante 18 años tuvo el monopolio legal de la telefonía en México. Eso le permitió construir un capital y generar una serie de inversiones en otros países. Sin ese monopolio no hubiera llegado a ese nivel de riqueza extrema.

–¿Qué inteligencia tiene más desarrollada?

–Sin duda, la inteligencia matemática. Todo lo ve en números.

–Usted dice que no quiso ser adulador ni tampoco linchar al personaje. ¿Cómo es posible analizar al más rico del mundo sin dejarse llevar por prejuicios?

–Cuando Slim fue nombrado el hombre más rico del mundo yo estaba indignado. Pero con las entrañas no se puede hacer un buen reportaje, hay que investigar y hablar con la gente. El buen periodismo va poniendo las cosas en su lugar. Así que hablé con más de cien personas y tomé documentos. El resultado es un libro donde el personaje no está simplificado. No digo que es un gran empresario ni lo peor del país. Hay muchos datos para que el lector haga su propia reflexión, y no sólo sobre Slim sino también sobre la riqueza extrema.

–¿Slim formó parte del PRI?

–Se lo pregunté y me dijo que no, luego que sí, pero que no se acordaba. Slim formó parte de la comisión de financiamiento y fortalecimiento del PRI en el 80. En esa década, el consenso de Washington empezó a generar mucha presión en los países latinoamericanos autoritarios –uno de ellos es México– para abrir la economía y la política. Y ahí estaba Slim. La liberalización de la economía en México se hizo beneficiando a los que estaban cerca del PRI.

–Ese capitalismo de amigos también existe en países de Europa, no es algo netamente latinoamericano.

–En Europa o en EE UU el Estado es más fuerte y tiene más capacidad de regular a las grandes compañías. En Latinoamérica no, incluida la Venezuela de Chávez, el Brasil de Lula y la Argentina de Kirchner. Allí el Estado no tiene herramientas para regular este capitalismo. A veces lo trata de hacer y no lo consigue. Latinoamérica tiene un subdesarrollo político. Nuestra clase política es muy autoritaria y corrupta. El capitalismo en Latinoamérica se ve como un tabú. La gente no ha asumido que lo que hoy gobierna la región es el capitalismo. Nos quedamos en la utopía del socialismo. La gran epopeya latinomericana fue la revolución cubana de 1959 y el capitalismo suena a algo remoto, algo que no iba a llegar nunca, pero es lo que hoy gobierna la región. Por eso me parece importante resaltar que hay que asumirlo sin complejos. La clave es cómo se va a abordar y a vivir en esta circunstancia. No era mi tesis para el libro, pero me fui dando cuenta mientras investigaba. Cuando en los años sesenta todo el mundo quería ser como el Che Guevara, Carlos Slim estudiaba en Chile el capitalismo latinoamericano. Al cabo de 50 años, ese fue el modelo que triunfó y Slim lo está encarnando.

–¿Mantiene buenas relaciones con Peña Nieto?

–Peña Nieta ha liberalizado las telecomunicaciones, pero al mismo tiempo no ha vetado la participación de Slim en los futuros negocios energéticos del país. El Gobierno acaba de privatizar el petróleo y el gas. Y Slim va a ser uno de los que entre en ese negocio.

–Le quita por un lado y le da por el otro.

–Eso pareciera. Peña Nieto es un presidente muy cercano a Televisa, una de las compañías con las que compite hoy en día Slim por el mercado de la televisión. Hay una rivalidad muy grande entre ambas.

–¿Tiene Slim más amigos o enemigos en México?

–Tiene más amigos en las altas esferas y esa es, en parte, la clave de su éxito. Está muy bien visto incluso por la izquierda electoral. Es políticamente correcto y ha hecho un trabajo personal de relaciones y acercamiento con López Obrador, Felipe González, Fidel Castro o Bill Clinton. Quizá le gusta tener al enemigo cerca.

–Eso es muy propio de los poderosos inteligentes.

–Sí, es verdad. Hay poderosos que sólo están en la represalia.

–También atrajo a intelectuales de izquierdas.

–Sí, a Carlos Monsiváis, a quien financió su museo, a Fernando Benítez, y a Carlos Fuentes, aunque Fuentes no era un cortesano.

–¿Felipe González se acerca a Slim o es al revés?

–Creo que fue él quien se acercó a Felipe González, y muy pronto se vuelven amigos. Después, González ha colaborado en inversiones que Slim ha hecho en Ecuador y Panamá.

–Lo que parece incompatible es que Fidel Castro hable bien de Carlos Slim y viceversa.

–Es sorprendente. Ese tipo de acertijos me gusta contarlos y que el lector los descifre. El máximo representante del capitalismo americano tiene esta relación tan elogiosa con el máximo representante del comunismo en Latinoamérica. Creo que tiene que ver con la astucia que ambos han demostrado para erigirse en reyes de una u otra visión del mundo.

–¿Le preocupa a Slim la situación de violencia de México?

–Creo que no tiene empatía con la crisis que está viviendo México. Es indiferente. Cada año aumenta el número de pobres y ha habido 100.000 asesinatos en los últimos años de los que sólo el 2% se investiga. Por otro lado, los indicadores macroeconómicos están bien. Slim prefiere quedarse en los índices macroeconómicos positivos.

–¿Es tacaño como filátropo comparado con Buffett o Bill Gates?

–Es que no cree en eso. Piensa que la filantropía no sirve para solucionar los problemas y que la responsabilidad social del empresario estriba en generar riqueza, que se derrama y sirve para crear empleos y aumentar la calidad de vida. El problema es que en nuestros países la riqueza no se derrama, se queda arriba, no hay ese flujo que plantea el modelo clásico capitalista.

–¿Ha encontrado actividades ilícitas en los negocios de Slim?

–Según un estudio de la OCDE, la falta de regulación en los negocios de telecomunicaciones de Slim provocó una pérdida de bienestar para los mexicanos de 129.000 millones de dólares. No es ilegal, pero sí violencia económica, inmoral. Como dice Slim en el libro: «Nosotros tenemos que hacer lo que tenemos hacer y lo vamos a hacer».

–¿Le preocupa mucho su imagen pública?

–Sí, y creo que su política de comunicación estriba en tratar de que no se hable tanto de él, en inhibir más que en publicitarse.

–¿Por qué invirtió en el periódico “New York Times”?

–Tiene que ver con la estructura de su emporio, cuya columna vertebral son las telecomunicaciones. Slim tiene la infraestructura pero no le faltan los contenidos. Esta compra masiva de medios en América tiene que ver con la generación de contenidos en el futuro próximo, y qué mejor que tener una inversión en el “New York Times”, uno de los periódicos más importantes del mundo. En segundo lugar, hay algo personal, de querer tener un prestigio en Estados Unidos. Los norteamericanos no han dejado que Slim figure en el país, y es una deuda pendiente. De hecho, Slim demandó a unos profesores de Harvard que publicaron un libro sobre el fracaso de las naciones. Lo que más molestó a Slim es un párrafo que dice que él ha hecho su fortuna en México gracias a sus conexiones políticas, y que la prueba de ello es que en EE UU ha fracasado. Allí no ha tenido el éxito que ha tenido en Latinoamérica.

–¿A quién admira Carlos Slim?

–Sus pasiones están muy ligadas a deportistas que logran proezas numéricas. Se emocionaba cuando hablamos de béisbol.

–¿Se ha rodeado de un buen equipo o toma las decisiones en solitario?

–Es muy unipersonal. Escucha, pero él siempre toma las decisiones. Mientras yo le entrevistaba habló con un ingeniero que estaba haciendo una carretera perdida en México porque había hecho mal una perforación.

–¿Y no cree que lo hacía para impresionarle?

–Si lo hizo para impresionarme quiere decir que le interesa reflejar esa característica de él y reafirmar que es él quien tiene el control hasta del hoyo que se está haciendo en un lugar perdido. No es alguien horizontal, sino totalmente vertical.

–¿Seguirá invirtiendo en España tras comprar FCC?

–Sé por gente de su grupo que ha invertido en medios de comunicación en España, pero no se puede publicitar. Él siempre empieza así, con inversiones muy simbólicas para luego ir al verdadero negocio. Ya ha entrado en FCC y veo venir una serie de compras más estratégicas, en infraestructuras, energéticas, inmobiliaria y financieras, si le dejan. Desde México se dice que se ha conformado en España un bloque de empresarios para hacer frente a esta incursión de Slim, porque les preocupa lo que pueda pasar.