Ecuador bajo tensión

El presidente del Ecuador, Guillermo Lasso, dejará la presidencia de la República en medio de un clima de tensión social importante. El banquero conservador afrontó la primera magistratura hace 26 meses con altas expectativas. En ese momento, la derecha regresaba al poder evitando la llegada de una izquierda populista al servicio del autócrata prófugo de la justicia, Rafael Correa. A pesar de la efervescencia y de la esperanza depositada, Lasso entregará el poder con apenas un 18% de aprobación, siendo el penúltimo de América Latina con mayor beneplácito entre sus conciudadanos.

Días atrás, la tragedia suscitada en la Penitenciaría del Litoral con un saldo de 31 muertos, obligó al jefe de Estado a decretar un nuevo estado de excepción. La decisión perjudica a su partido, especialmente en época de campaña electoral, cuando precisamente la promesa de estabilidad y de un futuro en paz es una de las principales demandas que aclaman la mayoría de los ecuatorianos.

El narcotráfico ya se ha convertido en un problema álgido en ese país. Un mal que el país andino había sido relativamente ajeno y que deja muertos y un clima de inseguridad ciudadana terrible. Ciertamente, no ha habido gobierno, ni en Colombia ni en México –por poner dos ejemplos de países que padecen dicho cáncer– que haya podido erradicarlo. El problema es complejo y pocos años de gestión no basta.

El correísmo cuenta hoy con las mayores posibilidades de reconquistar el poder en el Ecuador. La izquierda ha intentado desestabilizar a un Gobierno acechado por un clima social muy tenso, un ecosistema político contaminado de calumnias y un liderazgo que, a pesar de las buenas intenciones en muchos de sus cuadros, no terminó de dar con la tecla para el desarrollo y el bienestar.

Alejandro G. Motta es socio director y fundador de Thinko Consulting y profesor de Comunicación Política